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¿El fin de los políticos deshonestos en Veracruz?
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2017-04-17 - 06:06

Hace exactamente un año, reunido con un grupo de periodistas en la casa de un destacado priista, Javier Duarte de Ochoa, alardeaba en lo que para él era la plenitud del pinche poder, pero que en realidad ya era el ocaso de una docena trágica iniciada por su mentor y guía, Fidel Herrera Beltrán.

El entonces gobernador soltó esta joya para sorpresa de los columnistas y de algunos veteranos de la política veracruzana: “aunque Héctor (Yunes) no quiera, yo lo voy a hacer ganar”.

Poco faltó para que alguno de los asistentes saltara para atrás como en los cómics de Condorito (¡plop!), pero había que aparentar que le creíamos a tan peculiar personaje, quien continuó ponderando sus “fuerzas” como primer priista del estado.

Dijo, entre otras cosas, que la gente que rodeaba al entonces candidato a la gubernatura de la alianza PRI-PVEM era la que la estaba haciendo mucho daño al abanderado. Despotricó de Alianza Generacional, la asociación que creó Héctor Yunes Landa, de la que dijo que carecía de fuerza política en la entidad veracruzana.

Incluso, reveló que le comentó a los operadores financieros del CEN del PRI que tuvieran mucho cuidado con los colaboradores de Yunes Landa, pues se corría el riesgo de que se “clavaran” la “lana” de la campaña, pues muchos de ellos –citó algunos nombres como el de Jorge Moreno Salinas— desde hace mucho tiempo no tenían chamba ni en el gobierno federal ni en el gobierno estatal.

“Lo primero que van a hacer estos (refiriéndose a los hectoristas) con la lana que les den del CEN del PRI, será pagar colegiaturas, las letras del carro, pagar sus tarjetas de crédito…. todos ellos andan en la quinta pregunta (es decir, ¿qué comeremos mañana?)”, expresó el entonces mandatario, ahora preso en Guatemala, acusado de Delincuencia Organizada y Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita.

De igual forma, se expresó muy mal de Fernando Vázquez Rigada, quien a juicio de Duarte de Ochoa, llevaba muy mal el tema del manejo de la imagen del candidato.
En esa reunión, jamás admitió que por los escándalos de corrupción en su gobierno, la inseguridad, la violencia y la crisis financiera, era un “lastre” para Héctor Yunes. Eso sí, al final reconoció que aun cuando tuviera un 20% de aceptación ciudadana, ese 20% era suficiente para "abonar" a la causa priista y que ese porcentaje iba a ser la diferencia en las elecciones a gobernador. “Porque ese 20% representa a gente que sigue creyendo en mi gobierno, pero si Héctor se dedica a golpearme, ni siquiera ese 20% votará por él”, fanfarroneó.

El resto de la historia es sabida. Y ahora Javier Duarte de Ochoa será juzgado por los tribunales.

Él formaba parte de los jóvenes voraces que Fidel Herrera Beltrán impulsó desde el 2004 en el gobierno. Fueron los muchachos que escucharon mil veces a su jefe político decir que “en política, lo que cuesta dinero, es barato”, o como decía Carlos Hank, “un político pobre es un pobre político”.

Ojalá que en Veracruz se esté escribiendo otra historia, de políticos honestos, probos; pero en verdad, lo dudamos. La nueva clase política no da certeza de probidad. Sus grandes mansiones, yates, propiedades en el extranjero y aeronaves, hablan por sí mismas de una fortuna obtenida al amparo del poder. Ningún sueldo de funcionario de alto nivel dan para esos lujos.

Se reedita una vez más la conocida historia popular de aquel que grita “¡al ladrón… al ladrón…!”, para generar una cortina de humo y que la gente no se dé cuenta de que el que grita puede ser hasta más ratero.
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