19 de Abril de 2024
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ENTRE PARÉNTESIS - David Martín del Campo
La segunda vuelta
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2017-05-09 - 05:59
La respuesta era inequívoca. No te preocupes, voy a dar una vuelta. Si era en bicicleta, vuelta a la manzana, y otra y otra pero sin bajarnos de la banqueta. Si era con los amigos, una vuelta al parque para fumar de modo furtivo y charlar sobre los grandes misterios de la sexualidad. Una vuelta en coche, para ver la iluminación de los foquitos navideños que nos había obsequiado el Regente de Hierro, o una vuelta en abstracto, que podría ser de lectura, de noviazgo, de reflexión. Lo descubrió Aristóteles en el jardín del Liceo, “darse una vuelta” para de esa manera hilvanar las ideas, y que por eso pasó a llamarse método peripatético.
Para eso (y no para otra cosa) se hacían los jardines públicos. Para dar un paseo y no, como ahora, que su función se ha reducido a las plazas comerciales donde se miran escaparates en vez de rosales y alamedas. Es que, dicen, ahí no hay tanta inseguridad.
Muchos años ah, cuando practicaba el remo en la pista de Cuemanco, el entrenador nos obligaba a dar una vuelta corriendo alrededor del canal, lo que sumaba poco menos de cinco kilómetros de trote y resistencia. Yo no podía con tanto, hacia trampa, sólo cumplía con la mitad. Claro, por ello después nos remitían a los “repechajes”, que no eran sino la segunda vuelta de los maletones. A ver si así.
Ahora la segunda vuelta ha sido ganada por el centrista Emmanuel Macrón, dejando muy atrás a la populista-radical Marine Le Pen, con lo que Francia se ha dado un respiro en el contexto de los nacionalismos a ultranza que repudian los acuerdos comunitarios. La segunda vuelta que en ese país se le llama “second tour”… y a los que dan vueltas y vueltas, paseando todo el tiempo, “touristas”. Y que me apunten.
La reglamentación electoral mexicana impide ese proceso –la segunda vuelta– por el que se elige a un gobernante con más del 50 % del electorado, y no con los exiguos porcentajes que han obtenido nuestros últimos presidentes (48% Zedillo, 42 % Fox, 36% Calderón, 38% Peña). Claro, alguien dirá, la segunda vuelta electoral no permite elegir al mejor sino al menos malo; pero en ello asoma una fabulosa ganancia. El elegido de ese modo podrá decir siempre que fue apuntalado por la mayoría ciudadana, no por un tercio del electorado.
Dando de vueltas, ya lo dijo Francisco Gabilondo, nos traen como en el carrusel donde patos, perros y gatos vamos montados en el falso corcel de las ferias. Ya despunta éste, o aquel, porque el de Morena está más que visto para el jolgorio que será este país el año próximo cuando las campañas arremetan con todo acusándose unos a otros de lo mismo, “¡corrupto tú y tu partido!”, ¡”Tú más!”. Está más que visto, las propuestas sensatas no despiertan emoción alguna y los denuestos, por lo contrario, son como el grito prohibido en los estadios. La elección, entonces, no será cosa de reflexión peripetética (ah, olvidado Aristóteles) sino de vituperios hasta enronquecer (¡Bien, mi Polo-polo!).
Así nos tendrán dando vueltas, como bueyes de la noria, oyendo la retahíla de insultos que ya asoman en las redes sociales ante los casos desquiciantes de corrupción que anegan el país… desde el monstruoso peculado del ex gobernador preso en Guatemala hasta la sangría permanente de los huachicoleros en los ductos de Pemex. Saltan por aquí y por allá porque, no nos hagamos tontos, buena parte de los mexicanos viven de la rapacidad ante el menor descuido. ¿Cosa del mestizaje?, que lo expliquen los antropólogos.
Por eso hay que darse otra vuelta por los senderos de antes, cuando bajo las frondas decidíamos el derrotero de nuestros días, pensando y pensando, discurriendo ideas, porque la segunda vuelta es menos febril, más sensata, y la vida a gritos no resuelve nada… miren nomás las conferencias de míster Trump o las balandronadas del inmaduro Maduro. “El infierno son los otros”, ya lo dijo Jean Paul Sartre, al fin que para llegar hasta su esencia hay que cursar los siete círculos… y vamos, dicen, apenas en la primera vuelta.

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