25 de Abril de 2024
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CLAROSCUROS - José Luis Ortega Vidal
La democracia no tiene quien le escriba…
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2017-08-17 - 05:29

(1)
La paráfrasis es un lugar común…
De acuerdo.
Pero va; en este caso con respecto a “El general no tiene quien le escriba” del Premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez (+).
(2)
Durante 71 años -1929-2000- en México vivimos el poder unipartidista del PRI que sometió y terminó educando y volviendo cómplice a una sociedad mayoritariamente aletargada, conformista, burocratizada, inconsciente de su analfabetismo político.
Los escasos grupos sociales ajenos a ese poder y rebeldes fueron sometidos por la cooptación, la tortura, la desaparición y persecución política –el Partido Comunista fue proscrito durante décadas- o simplemente por la muerte.
Otros grupos: los sindicatos en general -pero los de maestros y petroleros en particular- se sumaron gustosos a la repartición del poder.
Hicieron las veces de lo que el italiano Antonio Gramsci denominó “intelectuales orgánicos”; específicamente para la clase social a la que pertenecen.
Presuntamente la clase obrera debería procurar, ayudar, luchar por la clase obrera y sus intelectuales orgánicos debieran apoyar esa lucha…
Empero, en México no ocurrió este proceso histórico.
Aquí la clase obrera se mimetizó con el Estado en un proceso denominado corporativismo.
Originarios de la clase baja los maestros y petroleros pasaron a la clase media –sus dirigentes a la clase alta- y se alejaron de quienes fueron sus compañeros de lucha histórica: los campesinos y los obreros no privilegiados.
He ahí una circunstancia antidemocrática per se.
(3)
La lucha desatada por el estado contra el crimen organizado -11 de diciembre del 2006- provocó el efecto “avispero” que rebasa los 200 mil decesos –incluidas desapariciones y ejecuciones de civiles- y tiene antecedentes importantes en la guerra sucia de los años 70s contra grupos políticos rivales –y radicales- del status quo en el país.
Hoy no sólo se lucha contra el narcotráfico y anexas sino por la defensa de intereses políticos, ideológicos y multimillonarios, nacionales e internacionales.
Hay nexos históricos entre este baño de sangre oficial y la represión estatal contra movimientos como los de ferrocarrileros y maestros en la década de los 50s; el del líder zapatista Rubén Jaramillo asesinado junto a su familia en 1962; el de los médicos en 1964.y el estudiantil de 1968.
En todos estos casos aparece un México que presumía su construcción institucional pero carecía de justicia social, elemento fundamental de la democracia cuya búsqueda inspiró la original lucha opositora del país; borrada del sistema educativo oficial.
Ser escuchados todos, participar desde la diversidad en la creación de la nueva sociedad ha sido y es indispensable para evitar y combatir la corrupción e impunidad que terminaron traicionando los ideales de la Revolución de 1910.
Eso era –entre otros elementos- lo que deseaban los asesinados durante las luchas referidas.
Hablamos sólo de algunos de los sacrificados antes del fraude de 1988 que el PRI-Gobierno –más sus grupos de poder político enriquecidos entidad por entidad, municipio por municipio, cacicazgo por cacicazgo y la oligarquía empresarial que los acompaña- decidieron cometer para mantenerse en el poder hasta la fecha.
La creación del Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990 buscó ser un parteaguas en la búsqueda –por fin- de una democracia real en México pero fracasó.
El arribo del Partido Acción Nacional al poder en el año 2000 y su permanencia hasta el 2012 con Vicente Fox y Felipe Calderón nos condujo de la dictadura perfecta (Mario Vargas Llosa dixit) al vergonzoso “aiga sido como aiga sido” (Calderón Hinojosa dixit).
Durante la docena trágica del PAN en el poder acudimos a la continuidad del modelo y cultura priistas avalados por un IFE que se descompuso en el camino.
Hay quienes ven en tal período un avance democrático mínimo pero avance democrático al fin.
Para quienes piensan así la elección de Alfredo del Mazo y el papel del ahora denominado Instituto Nacional Electoral como partícipe del evidente robo electoral que protegió los intereses del grupo Atlacomulco –Edomex- y cómplices a lo largo de un siglo, bastarían para cuestionarles: ¿cuál avance?
La XXII asamblea nacional del PRI abrió la puerta a candidatos foráneos y ya.
La estructura vertical, antidemocrática, diseñada para repartir el pastel de la riqueza nacional entre unos cuantos quedó intacta.
El dedo presidencial se fortaleció y ahora el Presidente juega con más cartas.
El PRI no es un partido: es una cultura con múltiples subculturas todas ellas alejadas de la justicia social y de la democracia.
El Partido Acción Nacional es lo mismo y el “aiga sido como aiga sido” lo corrobora.
El Partido de la Revolución Democrática surgió de la coyuntura histórica del fraude contra el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 pero se convirtió en una alianza de tribus montadas sobre discursos hipócritas y orgías políticas estridentes.
MORENA tiene dueño y se llama Andrés Manuel López Obrador.
AMLO impulsa una agenda de izquierda anquilosada, de respuesta a la pobreza económica, educativa, de desarrollo social que padece más de la mitad de la población del país, pero se queda en el por qué sin responder al cómo.
(4)
Sean quienes sean los candidatos a la presidencia, al senado, a la cámara de diputados, a gubernaturas, legislaturas locales, durante el 2018 vendrán del PRI-Corrupción-Impunidad, del PAN-Complicidad-Autotraición, del PRD-Vende caro tu amor aventurera o de MORENA-AMLO-AMLO-AMLO-AMLO….
Alguien ganará porque así operan los sistemas de control político y México es un país controlado y con múltiples rostros; el estado fallido y los narco/gobiernos son dos de ellos…
Pero al margen de los resultados electorales la democracia mexicana padece su atroz soledad, su desesperación, el abandono y el hambre; de ahí que muera comicio tras comicio: pues nadie es capaz de escribirle carta alguna…
(5)
“-Si el gallo gana –dijo la mujer-. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo pueda perder.
-Es un gallo que no puede perder-
-Pero suponte que pierda.
-Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso –dijo el coronel.
La mujer se desesperó.
“Y mientras tanto qué comenos”, preguntó, y agarró al coronel por el cuello de franela. Lo sacudió con energía.
-Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años –los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
-Mierda.” (1)
(1) El coronel no tiene quien le escriba, fragmento; Gabriel García Márquez (+)


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