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Aniversario luctuoso de Báez
JAIME RÍOS OTERO
2013-06-14 - 19:39
Este día se cumple un año del asesinato del compañero periodista Víctor Manuel Báez Chino. El tiempo se va tan rápido que parece que han pasado sólo unas cuantas semanas desde que su familia y amigos lo despedimos en el panteón Bosques del Recuerdo, seguro como él hubiera querido, bajo los acordes de un grupo norteño. La música no disminuía la conmoción de la tragedia, pero dejaba constancia del carácter festivo y risueño con que él matizó su vida, sobreponiéndose a las marcas de la adversidad que le acompañó en sus primeros años.
La muerte de Regina me produjo un dolor inmediato. El fallecimiento de Víctor perplejidad y desorientación. Hasta el momento, esos meses en torno a la muerte de ambos han sido los días más oscuros para la prensa veracruzana. Muchos colegas más cayeron abatidos por la violencia, ante los ojos asombrados de una sociedad que siente no merecer el castigo.
Con Báez me unía un sentimiento fraternal que dio inicio en las tardes sabatinas de cultura y poesía de Juárez 11. Compartíamos anhelos de conocimiento y progreso con otros amigos entrañables, Carlos Ernesto Lobato, Noel Toral Romero (+), Federico Rafael Arietta Pensado, Marcial Miguel Martínez Torres, Sergio Ignacio Castro, Sergio Silva Barradas, Alfredo Quintana, Gustavo Fernández, Juan José Domínguez, Thomas Ortiz, Guillermo Beck…
Invitado por mí comenzó labores en el 87 u 88 en el entrañable departamento de Servicios Informativos del Diario de Xalapa. Regía el área don Agustín de Igartúa; Rosa Elvira Vargas era soberana absoluta de la crónica política en las páginas del Vocero; Pepe Valencia tenía la confianza de don Rubén Pabello Acosta, y Santos Solís era el reportero sin par que llenaba su libreta con la rica producción de crímenes que produjo el acostalagunismo.
El departamento era ideal para adquirir criterio periodístico y sentido estilístico. Lo que no había uno obtenido en la facultad, por no cursar una carrera en comunicaciones, se lograba ahí, en el ambiente de buen humor y bromas de Nacho Domínguez y Abelardo Jiménez y Marín.
A poco, Víctor dio inicio a la talacha en la nota roja, “coucheado” por Santos, actividad que combinaba más tarde con incursiones en el suplemento Estela Cultural, al que aportaba sus poemas. Siempre escribió poesía. Primero como “Chino”, luego como “Sad Andeola”, y bajo la inquisición editorial de Beatriz Romero.
Se fue del Diario y más tarde colaboró con Eduardo Sánchez Macías en el recién nacido Diario Martinense. También encabezó las secciones de nota roja del Diario AZ y de Milenio El Portal. Y con compañeros reporteros no menos célebres como Hugo Cruz Ojeda, Miguel Ángel Salgado Peralta y Gustavo Aparicio López, fundaron el portal Reporteros Policiacos, donde él hizo cabeza.
Volvimos a trabajar juntos en el año 2000, en el Centro de Monitoreo de Medios que seguía las campañas presidenciales. Fue creado por Ignacio Nolasco Guzmán, por inicitativa de Agustín Dany Jiménez. Ahí atestiguamos cómo se iba derrumbando Francisco Labastida, ante el embate vigoroso de Vicente Fox, pero más que nada del pueblo inconforme.
Báez Chino era una especie de terapeuta. Muchas veces salimos o coincidíamos en los sitios de reunión de periodistas después de la jornada laboral, y siempre me fascinó verlo rodeado por avecillas de paso que le platicaban sus cosas en medio de grandes risas y con gran confianza. Un fenómeno como tal, sólo lo he vuelto a ver en mi amigo Rubén FH.
Hoy se cumple un año de su muerte. Según las autoridades, el crimen ya quedó resuelto. Quizá nunca lo sepamos con certeza. Recordaremos siempre al amigo y hermano que se fue, no porque queramos sublimar su memoria ni deificar su vida, sino porque es parte de lo que nos tocó vivir y compartir. Pero también porque era un periodista destacado que contribuía con su talento a la construcción de lo que queremos que sea una mejor sociedad.
Hoy a las siete de la noche se realizará una misa por su eterno descanso, en la iglesia de la avenida Ignacio de la Llave, donde acompañaremos a su querida esposa Alma, a sus hijos Xany Quetzalí y Jonathan, así como al nieto que no conoció, porque vino al mundo ocho meses después de su partida, pero que prolongará su nombre: Víctor Manuel Báez Ramírez.
Hasta el lunes.

columnaprospectiva@gmail.com

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