A la salud de Federico Campbell
Entre las atenciones primordiales del gobierno federal –lejos de cualquier duda– está el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (México, Estados Unidos y Canadá), que cumple dos décadas contra viento y marea, el cual ha traído de alguna forma más beneficios que perjuicios, simplemente al poner orden en el creciente mercado de los colosos con nuestra nación en vías de desarrollo.
Las cifras son elocuentes y contundentes, como lo ha hecho saber el mismo canciller José Antonio Meade en la celebración del referido acuerdo tripartita el pasado martes: “En la región se comercializan más de 2 millones de dólares cada minuto y un millón en ese lapso con la Unión Americana. Por cada dólar que México exporta, 40 centavos se obtienen de Estados Unidos”.
Eso no implica que haya habido más crecimiento de la economía nacional y por consecuencia más y mejores empleos, más y mejores empresas, más y mejores caminos, más y lo imaginable, porque como está documentado, la herencia ancestral de la marginación y la vulnerabilidad social persiste y sigue, y sin cambios estructurales profundos no se ve para cuándo salir medianamente, esfuerzos de por medio, de este atolladero.
Sin embargo, hay que decirlo como es, el Tratado sí ha permitido utilizar la posición de privilegio de la geografía mexicana con los 3 mil kilómetros de frontera con los aguerridos vecinos, un sueño de casi todas las naciones del orbe; franjan en donde por cierto se concentra el mayor número de empleos y calidad de vida, con todos sus asegunes.
El Tratado tampoco significa mejores relaciones externas, pues los estadounidenses persisten en ver a los mexicanos más como una carga que como una posibilidad. Basta un botón:
“Un total de 368 mil 644 personas fueron deportadas por la administración del presidente Barack Obama en el año fiscal 2013, de las cuales 241 mil 493 fueron mexicanas, anunció la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE). Del total, 133 mil 551 personas fueron detenidas en territorio estadounidense y 235 mil 93 individuos cuando buscaban entrar por las fronteras”.
La reforma migratoria de Obama está más que congelada y los fines electorales de los demócratas y republicanos no vislumbran un paso adelante en ese asunto, por más que 13 millones de indocumentados insistan en una salida legalizada.
Canadá también aprieta tuercas, pues ahora viajar a cualquier ciudad implica obtener una engorrosa visa; hay que decir que muchos se fueron a esas tierras y aprovecharon al máximo la paciencia de los canadienses, que de un mundo ideal de asistencia social a los extranjeros pasaron un férreo control.
Los desarrollados, por lo demás, traen el tema de la seguridad en el primer sitio del escritorio, como México también, porque hasta en eso hay irremediable corresponsabilidad tripartita. No sólo de terrorismo de alta escuela se habla, sino del evidente contrabando de armas y cartuchos que de por allá hacia acá nos llegan, rápido y furioso de reciente recuerdo, si no que se lo pregunten a los narcos y hasta a las autodefensas, por donde pululan una que otra Ak 47 o AR 15 en manos hasta de chamaconas.
Libre mercado dirán unos, control de fronteras, otros, estado de derecho sugiere el atribulado Zedillo en la junta de Davos en Suiza; en ese tren somos pasajeros y de los últimos vagones, aunque como por ahí dice el dicho y tópico común –ojalá así sea–, los últimos llegarán a ser los de adelante.
Atraque:
1.Peña Nieto fue muy enfático de encargarle una tarea más atenta a su secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en lo de secuestros. Veracruz, entre los 10 estados con mayor índice nacional de frecuencia, por lo cual urge entrarle a fondo, porque, vaya que se dan casos en el norte, centro y sur.
2. Hasta cuándo diversificarán cultivos en la cuenca, hasta cuándo se iniciaría la recuperación de suelos en muchas áreas y hasta cuándo se dará limpieza a los cuerpos de agua de la región. Trabajo hay en los tres niveles de gobierno en el granero de México, si se quiere.