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DESPUÉS DE COLOSIO
2014-03-12 - 09:54
El asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta (1950-1994), candidato a presidente de la República por el PRI, ocurrió hace 20 años, el miércoles 23 de marzo de l994 a las 5:12 de la tarde, hora del Pacífico, 7:12 horas de la tarde de la ciudad de México. Fue herido mortalmente por Mario Aburto Martínez tras presidir un mitin que no estaba programado en su gira en la colonia Lomas Taurinas de Tijuana, B.C.
Esta muerte ha sido considerada como el primer magnicidio cometido en México desde el asesinato de Álvaro Obregón el 17 de julio de l928 durante el conflicto cristero y se le atribuyó al caricaturista José León Toral, un fanático de la religión católica. El crimen ocurrió en el restaurante “La Bombilla” en la ciudad de México, al mediodía, disparándole seis balazos por la espalda, sin fallar ninguno. Se sospechó del general Elías Calles y del alto clero de la Iglesia católica, como asesinos intelectuales.
El asesinato de Donaldo Colosio fue por el enrarecido ambiente político en el que sucedió, además de los errores, omisiones y desatinos que se cometieron en el curso de la investigación, generando importantes sospechas e incredulidad entre el pueblo. Siempre se ha pensado que se trató de una conspiración orquestada y dirigida dentro del PRI, ordenada por Carlos Salinas de Gortari, a través de su jefe de asesores el franco-español José Ma. Córdoba Montoya. Pero el último ministerio público encargado del caso, Luis Raúl González Pérez, determinó que no existían evidencias sólidas para señalar a nadie más que a Mario Aburto como único autor intelectual y ejecutor del crimen.

“No se hagan bolas…”

El “destape” de Colosio en l993 cumplió a cabalidad con todas las reglas: el PRI, como siempre lo hacía antes de Fox y Calderón, anunció el apoyo de los sectores obrero, campesino y popular a favor de Luis Donaldo, que era secretario de Desarrollo Social, el 28 de noviembre de ese año. los otros precandidatos fueron Pedro Aspe Armella, secretario de Hacienda y Manuel Camacho Solís, jefe del DDF. Apareció Ernesto Zedillo quien fue nombrado por Colosio, coordinador de su campaña electoral, en un movimiento operado por Córdoba Montoya con la velada intención de Salinas por imponer su proyecto político para muchos años.
Todo marchaba bien, aparentemente, sin embargo, a pesar de que a finales de l993, arropado Colosio por la unidad del priismo y con un entorno económico en apariencia favorable con la entrada en vigor del Tratado del Libre Comercio (TLC). Todo lo planeado se truncó la madrugada del 1 de enero de l994, cuando estalló la rebelión armada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, con doce días de combate con efectivos del Ejército Mexicano. Ante tales circunstancias imprecisas, con datos contradictorios y sin estrategias claras, el dos de enero Salinas le pidió a Colosio que no iniciara aún su campaña política hasta que hubiera solución con los zapatistas y que evitara hacer proselitismo en esa entidad. Esta decisión y la de haber nombrado a Manuel Camacho Solís –precandidato perdedor- comisionado para la paz en Chiapas, no gustó a Colosio quien censuró tal decisión lo que orilló al candidato a desobedecer la orden de Salinas y comenzó su campaña en Huejutla, en la región huasteca de Hidalgo con pocos asistentes.
A partir de ahí la distancia se hacía más larga entre Colosio y Salinas. Durante las semanas que siguieron, Colosio realizó su campaña de manera fría y vacilante. Comenzó a correr la versión de que renunciaría a la candidatura del PRI para dejar el sitio a Camacho. La tensión aumentó a grado tal que Salinas se vio forzado a declarar, ante priistas, la famosa frase: “No se hagan bolas, el candidato es Luis Donaldo”. Con esto terminó, aparentemente la tensión, pero el distanciamiento seguía, pese a ser colaboradores cercanos y amigos personales, durante el 1994 se reunieron una sola vez, el 27 de enero. En medio de ese ambiente adverso, con señales de que había perdido el favor de Salinas, Colosio vio una oportunidad para levantar su campaña en el acto por el 65 aniversario del PRI.

El discurso del 6 de marzo

Colosio y su equipo decidieron relanzar la campaña en la ceremonia del 6 de marzo, en un evento de masas en el Monumento a la Revolución. Analistas políticos afirmaron, que el discurso que leyó ese domingo significó un punto de ruptura de Colosio con Salinas, como una ‘suerte de separación padre-hijo’; los más suspicaces, “que fue su sentencia de muerte”.
Con una composición emotiva quizás inspirado en el “Yo tengo un sueño” de Martin Luther King, el discurso no se alejó de las tesis del liberalismo social esgrimidas por el salinismo desde l988, señalando valores como democracia, reforma política, nuevo federalismo y soberanía. Lo grave y políticamente significativo fue que propuso un distanciamiento del PRI con el gobierno, dándole más facultades al Congreso de la Unión. Ha sido y seguirá siendo creencia popular que ese discurso le costó la vida, en el pasado Colosio ya había criticado al presidencialismo. En l990, cuando fue dirigente del PRI, durante un evento multitudinario realizado en el Palacio de los Deportes del D.F, llamó a “poner punto final a la perversión política de los decisiones cupulares y centralizadas, la imposición y la antidemocracia”.
He aquí un fragmento del discurso:
“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan. Ciudadanos que aún no tienen fincada en el futuro la derrota; son ciudadanos que tienen esperanza y que están dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar el progreso.
Yo veo un México convencido de que ésta es la hora de las respuestas; un México que exige soluciones…”.

¿Por qué Lomas Taurinas?

Levantó sospechas la elección de la colonia Lomas Taurinas como sede del mitin, ya que se trataba de un lugar que no contaba con las condiciones mínimas de seguridad para los asistentes ni para el candidato y presentaba muchos problemas de logística.
A principios de marzo de l994, el equipo de campaña decidió que se realizaría una visita a Tijuana, que incluiría un ‘diálogo’ con colonos de zonas populares. Para la sede del acto político se descartaron lugares conocidos como El Terrenazo y El Florido, El Hipódromo, La Plaza de Toros, la explanada del PRI local, el ejido Mariano Matamoros y un campo deportivo, porque no se quería realizar un evento de gran magnitud que iba a trastornar la vialidad. El 17 de marzo Guillermo Hopkins, subcoordinador de logística, decidió que el mitin se llevaría a cabo en Lomas Taurinas, a sugerencia de Jaime Martínez Veloz, subdelegado de Sedesol en la zona costa de Baja California.
En el expediente de las investigaciones se consignó que se había elegido Lomas Taurinas porque “era una colonia beneficiaria de Sedesol, priista, característica urbana de Tijuana, con bajas condiciones económicas, por tener un escenario natural y de fácil acceso, representativa de la mayoría de colonias tijuanenses y ya la habían visitado otros candidatos del PRI y está cerca al aeropuerto.
La zona donde se realizó el evento era un parque terregoso en la confluencia de las calles La Punta, Torrecillas, López Mateos y Mariano Arista. En el flanco sur, en donde desemboca la calle Mimiahuapan, corría un pequeño río de aguas negras llamado Canal de Pastejé. Para poder llegar a la explanada había un puente de madera, sin barandal, de 2.80 mts. de ancho y siete de largo. El PRI local, que organizó el acto, decidió utilizar la parte trasera de una pick up como templete, ya que se trataba de un acto “informal”. El vehículo fue estacionado en la parte más alta de la plaza, en el lado norte, en la esquina de Torrecillas y López Mateos.
Terminado el mitin el asesino o asesinos cortaron la vida del candidato priista. La televisión y todos los medios dieron cuenta de tal acontecimiento que hasta nuestros días impacta al medio político y a México. El escenario del asesinato fue transformado en menos de una semana pues se introdujo drenaje, luz, agua, una plaza central y otros adornos materiales ordenados por el presidente Salinas. ¿Por qué? se preguntó la gente.

Pero, ¿quién mató a Colosio?

Entrevistado por la prensa en repetidas ocasiones, don Rubén Aburto, padre de Mario, ha dicho y sigue diciendo que fue a base de torturas y amenazas de muerte a él y a la familia integrada por sus hijos Rafael, Rubén Jr., José Luis, Elizabeth, Karina y su esposa María Luisa que actualmente viven en Estado Unidos desde l995, que han obligado a Mario a aceptar que él es el asesino.
¿Don Rubén, las declaraciones oficiales indican que Mario reconoce haber matado a Luis Donaldo Colosio?
-No, él dijo lo que ellos querían que dijera.
-¿Pero por qué se incrimina él mismo?
-Fue a base de torturas y amenazas de muerte a él y a la familia… Cuando lo agarraron en Lomas Taurinas a mi hijo se lo llevaron, no directamente a la PGR de Tijuana, sino se lo llevaron a las orillas de Tijuana. Estuvo ahí y lo torturaron. Estuvo presente en la tortura el gobernador de Sonora Mario Fabio Beltrones. Eso está confirmado de que ese estuvo presente en la tortura de mi hijo… Hay pruebas de eso, verdad, de que a mi hijo lo torturaron. Y le dijeron a mi hijo: si no te das culpable, vamos a matar a tu mamá, a tu papá y a tus hermanos… a todos… Por eso mi hijo se dio culpable, porque lo amenazaron de muerte a él y a la familia. Eso es lo que siempre he dicho a todos los periodistas y sigo diciéndolo y gritándolo al mundo entero…
Veinte años después de su asesinato no ha habido ni pistas de los autores intelectuales del crimen y sólo han existido serias sospechas de que Mario Aburto, el supuesto autor material del atentado, haya actuado solo.
La verdad es que todavía no sabemos quiénes estuvieron detrás del asesinato de Colosio en Lomas Taurinas, Tijuana, ese 23 de marzo de 1994. Pero lo menos que la prensa pudo hacer era preguntarle a los dos hombres más poderosos del país en ese entonces: Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari. Lo que es realmente increíble y lamentable es que ninguno de los dos expresidentes haya testificado sobre el caso.
¿Por qué?
Salinas era el presidente en ese entonces y Zedillo era el coordinador de la campaña de Colosio, antes de llegar a la presidencia. Ambos estaban en posiciones privilegiadas, mantuvieron un cercano contacto con Colosio y fueron afectados, de distintas maneras, por la muerte del excandidato priísta.
La realidad es que ninguno de los dos quiso testificar. En una entrevista a finales de 1996, se le preguntó al entonces presidente Zedillo lo siguiente:
-“¿Cree usted que una investigación seria deba incluir su testimonio?¿Usted estaría dispuesto a testificar?”
-“Mire, si yo tuviera cualquier elemento que aportar para resolver este o cualquier otro caso, naturalmente mi responsabilidad sería ofrecerlo”, contestó.
-“En la carta que usted le escribió a Colosio el 19 de marzo del 94 –en la que le decía a Colosio que había tensiones con el presidente Salinas de Gortari- muchos creen que ahí hay una línea de investigación. ¿No cree que hay una línea de investigación en el caso de Colosio?
-“No me corresponde a mí, pero me parece que esa deducción, pues, es una deducción muy cuestionable”.
Cuando Salinas de Gortari fue entrevistado respecto al asesinato de Colosio en octubre del 2000, contestó:
-“Luis Donaldo Colosio era mi amigo entrañable, él y yo teníamos una relación de 15 años durante la cual desarrollamos una afinidad política y una cercanía fundamental. Quienes afirman que Donaldo Colosio y yo tuvimos una diferencia, no conocen los diálogos intensos, la relación directa y el trabajo político común que tuvimos a lo largo de 15 años.”
Se le mencionó sobre la carta de Zedillo a Colosio, en la que destacaba las tensiones del candidato priísta con el entonces presidente.
-“¿No es esta una línea de investigación? ¿La gente no tendría razón en sospechar que usted tuvo algo que ver en el asesinato de Colosio?’
-“Mire usted”, dijo, mirando directamente a los ojos de los periodistas, casi sin parpadear. “Si la gente supiera que, después de la familia, quien más afectado resultó por la muerte de Luis Donaldo Colosio fui yo, entonces tendrían una perspectiva diferente.”
-Entonces, ¿Usted no tuvo nada que ver con el asesinato de Colosio?”
-“Yo fui de los que más perdieron con la muerte de Colosio”, contestó Salinas de Gortari y luego se creó un largo silencio.
“¿Por qué razón ellos siguen impunes?, se pregunta don Rubén Aburto. “Ya son veinte años de impunidad. Y siempre hemos querido que se esclarezca la verdad.”

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