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DUARTE, TIENE EL “CONTROL POLÍTICO”
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2014-07-28 - 09:45
“¡Estamos mal, pero vamos bien!” (Menem, 1990)

Acaso desapercibido porque las buenas noticias no necesariamente –valga el Perogrullo– son buenas noticias, no deja de ser importante la evaluación “Informe Prospectivo 2014-2015” realizado por el PRI, en el que concluye que en Veracruz el gobernador y primer priista tiene el control político.
En otros momentos, dirían los clásicos, el señor Duarte tiene todo el “pinche poder” en sus manos.
La evaluación hecha pública por el influyente diario Reforma, que no se ha caracterizado precisamente por desgranar elogios al mandatario veracruzano, en esta oportunidad hace público el “control político” que sobre esta región ribereña tiene Javier Duarte de cara a las elecciones que para 2015 serán definitorias para el gobierno de Enrique Peña Nieto, y para 2016 marcarán la pauta de la supremacía priista en la entidad con la renovación sexenal.
El diagnóstico a nivel nacional arroja que el PRI le apuesta a una oposición dividida –PAN, PRD, Morena– en la que este partido se inclinará a competir electoralmente por separado con esas minorías.
Es decir, no buscará alianzas y consecuentemente el no pago de cuotas.
De acuerdo con el documento, el PAN se encuentra dividido y en paralelo se tendrá que considerar como ventaja para el caso Veracruz la injerencia de Miguel Ángel Yunes y sus hijos, que sólo han venido a enturbiar la unidad partidista que ya no quiere más Yunes (azules) en la entidad, pero mientras esté al frente de ese partido Pablo Emilio Madero, la fractura persistirá.
Así que, para la familia en el poder buen punto en favor de la causa priista.
Pero retomando la prospectiva del análisis, hay un foco rojo que tendrá que superarse.
Tanto las reformas, la fiscal y el tema del IVA, traen molesta a la ciudadanía al igual que la presencia de las rémoras panistas que luego de 12 años de detentar el poder presidencial se mantienen incrustadas en el aparato de gobierno federal, lo cual no gusta al electorado y habrá de traducirlo en las urnas en votos en contra del PRI.
Por lo que toca a Morena, su irrupción en la contienda divide al PRD y en consecuencia a su militancia.
Para el caso Veracruz, aun cuando no lo consigna el análisis en cuestión, es un hecho que los PRD –el amarillo y el rojo– están trenzados en disputas por el liderazgo, amén de que están penetrados por el gobierno, que tiene comprada a más de la mitad de ese instituto político.
Abona además a la causa priista la oxigenación que ha tenido ese partido desde la llegada de Peña Nieto a Los Pinos, al permitir la pluriparticipación y apertura democrática.
Otro factor que habrá de incidir favorablemente en las siguientes jornadas electorales a nivel nacional habrá de ser, sin duda, la aprobación por parte del Instituto Nacional de Elecciones de un nuevo instituto político.
El partido Encuentro Social, de corte religioso, habrá de obtener en breve su registro.
Este partido está constituido por integrantes de distintas iglesias no católicas y entonces sí, que Dios nos agarre confesados.
Para el PRI, desde luego, aplica aquello de “divide y vencerás”.
El caso Veracruz.
Para el centro Veracruz no habrá de representar un problema sensible, ni encenderá focos rojos, ni enviarán comisionados o representantes especiales.
Es más, con el propio legendario delegado del PRI, Jesús Medellín, que llegó hace más de una década para quedarse, ya que el PRI nunca ha perdido una gubernatura, basta y sobra para retener el bastión.
Y si bien nuevos cambios se avizoran en la dirigencia del Comité Directivo Estatal al moverse Elízabeth Morales García a la candidatura por la diputación federal de Xalapa urbano, la estructura sigue sólida al renovarse en ese periodo de no elecciones los comités municipales y cuadros territoriales, así como los seccionales y liderazgos de las colonias.
La nota de marras reseñada líneas arriba, en lo que se refiere a la prospectiva, apareció publicada el pasado 23 en la página 6 del diario Reforma, y si bien es desautorizada por el CEN del PRI, refleja una realidad incontrovertible.
Para el caso Veracruz habrá que insistir en que su lucha se centra más allá de mirar los pasos de una menguada oposición minoritaria. No. Su tema es atender el fuego amigo que día a día pretende descomponer el juego sucesorio totalmente adelantado.
Y es que los acelerados se han brincado el primer paso –las federales de 2015– como termómetro de cómo vendría la renovación sexenal. Su lucha es por decidir entre ellos quién ocupará la silla que el 1 de diciembre de 2016 dejará Duarte. Es decir, dentro de dos años cinco meses.
Media pues, mucho tiempo para los acelerados, aunque para el aparato de poder sólo es una cuestión de prioridades y estrategias.
La cúpula tiene claro su tiempo político llevando como prioridad homologar los periodos electorales con las federales y en paralelo atemperar las ansias de los novilleros interponiendo una elección 2016-2018 que lleve a un gobierno de dos años, hoy desdeñado, pero cuando se sucedió en la era de Gutiérrez Barrios, por diferente circunstancia política, fue aplaudido a rabiar por quienes hoy lo desprecian.
En el ajuste de tiempos se considera en concordancia con el centro; el centro decide pero respeta, que en la decisión de quien iría por la de dos años ante el firme rechazo yunista y dejar como garante de la victoria electoral a Javier Duarte, sea él quien determine por dónde irá la sucesión.
Y como ya está definida esa línea, sólo juegan dos, Erick Lagos Hernández y Alberto Silva… y pues no hay que darle muchas vueltas para saber por dónde volará la candidatura.
Quien pierda, gana.
El primero irá a la gubernatura –honrosa– de dos años para preparar el cierre del proyecto que inició Fidel Herrera; el segundo será senador de la república.
Para 2018 la baraja se abre.
Los senadores hoy en carrera sucesoria dejarán el escaño; los diputados federales cambiarán el año próximo; el último tramo de Peña Nieto se precipita y los del centro, que también tienen su corazoncito, podrán levantar el dedo del “¡yo quiero!”.
Javier Duarte, si la gobernabilidad no se le descompone, concretará lo que ellos mismos han dado por llamar el “juego perfecto”, ya que en paralelo el Congreso aprobará una iniciativa que permita la revisión de las cuentas públicas el mismo año del cierre de su sexenio.
Duarte migrará al centro de poder y conflicto, el DF en 2016, dejando hasta donde se pueda, en orden la casa y… a lo que sigue.
Fetiches y fantasmas; enemigos de papel periódico y herencias malditas quedarán para el anecdotario político de un sexenio inédito, el de Javier Duarte.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo

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