25 de Abril de 2024
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2016, ACUERDO ENTRE LOS YUNES
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2014-09-15 - 01:40
Fue en casa de don “Pepe”.
Tarde lluviosa de agosto. Gran anfitrión. Comida suculenta. Buenos vinos. Cero postres y política pura.
“¡Ya estuvo bueno, Miguel Ángel!”, espetó don “Pepe” Yunes. “Se entienden tus afanes, pero poner en la pasarela y hasta arriba a tus hijos Fernando y Miguel Ángel, no lo voy a permitir. Tienen que hacer cola!”
Miguel Ángel Yunes Linares sólo mascullaba.
“¿Tenemos o no tenemos un acuerdo?”, preguntó el gran jerarca
“¡Lo tenemos!”, devolvió secamente.
“¡Pues entonces, vamos cumpliendo! ¿No?.. Juguemos democráticamente; sin lastimarnos y respetando”.
“Está bien don ‘Pepe’. Vamos cumpliendo”, concluyó Miguel Ángel, palabras más palabras menos de un testigo de piedra que escuchó a distancia el diálogo en donde don “Pepe” tronó:
“¡Sea a dos años, o de cinco o el sexenio completo, ya quedamos que quien va es mi hijo José Francisco!”.
Héctor Yunes Landa asintió con seriedad convencido de que el acuerdo le es benéfico en todos sentidos. Héctor será parte del entramado sucesorio en favor de José Francisco Yunes Zorrilla, quien si bien goza de la simpatía y los favores de Enrique Peña Nieto y el poderoso secretario de Hacienda, le es necesario alcanzar acuerdos cupulares con el resto de su familia, que es hoy por hoy la más influyente de Veracruz.
El juego, desde luego, aún no está definido.
Eso lo sabe don “Pepe” y el mismo grupo yunista que confía en que la decisión vendrá del centro aunque no le pierden el ojo a Javier Duarte, quien de entrada tiene el derecho de veto y en una de ésas, tal como se ha dicho, ya trae en la bolsa un acuerdo con el primer priista de México.
Y es que el gobernador, tras cuatro años de fuego graneado, ha aprendido a hacer política y a tejer alianzas. Él buscará para sí una posición federal, así como blindar su salida con uno de su grupo.
Y sin duda que la relación del senador Yunes Zorrilla con el centro es de primera, pero es más influyente la de un gobernador, y más el de Veracruz, con el DF; para acabar pronto con el presidente de la república.
Javier Duarte ya trae el as en la manga que no es precisamente un Yunes, es su más importante aliado, Alberto Silva Ramos, quien a los ojos del mandatario es el más leal, sensible y confiable para la transición que ya se está cocinando.
Lo sabe el propio José Francisco Yunes Zorrilla, quien ya aceptó que si no puede parar la de dos años y no está en su favor, habrá de levantarle el brazo a Silva Ramos, quien a su vez gestará la circunstancia para que en la siguiente, la de seis, sea “Pepe” quien abandere la causa priista, pero…
La política es de circunstancias, y como aún no está resuelto nada, habrá que esperar los tiempos.
Estamos a escasos 90 días de que empiece a desgranarse la mazorca de candidatos a las diputaciones federales y bien sabe el señor Duarte que la prueba de fuego será el resultado electoral de 2015 el que refleje una rotunda derrota del PAN y de Miguel Ángel Yunes Linares en las urnas.
Los momios están apretados.
Tanto priistas como panistas se aventajan por una nariz y cualquier error partidista o de estrategia electoral podría dar al traste con los afanes duartistas.
Por ello se está acudiendo no a los que tienen más dinero o esperan recibir más del PRI, sino a aquéllos cuya clientela la tienen garantizada. Son los casos de Erick, de Silva, de Carvallo, del audaz Tarek Abdalá, del experimentado Jorge Uscanga, de las indomables Erika Ayala y Gladys Merlín, de la bella Anilú Ingram, que tiene vasta clientela en el puerto…
Son una pléyade de gente entregada a la política. Son gente probada que sabe para qué sirven alianzas, dinero y votos.
Así pues, a vistas, la cúpula del poder político veracruzano esperaría que con la victoria priista pudiera darse el siguiente paso rumbo a la gubernatura de dos, para luego desde esa camada de nuevos legisladores y ya con la nueva presencia en el Congreso nacional, cuya bancada encabezará el propio Silva Ramos, se destape al gallo de la sucesión.
Todo ello partiendo de la etiqueta de que ya está en gestación Silva Ramos y sin descuidar, desde luego, que su pase a la siguiente ronda se vería frustrado si alcanzara una victoria pírrica o no lograra el mayor número de votos en su distrito.
Es decir, si Erick o Silva alcanzan el mayor número de sufragios en su distrito que los hagan relevar en la votación general, tendrán mayor posibilidad de entrar a la segunda ronda, en la sucesoria de 2016.
Así se observa cómo se mueve el tablero del ajedrez político que mira con fruición a un Miguel Ángel Yunes Linares, atrevido, pero que no come fuego.
Quiere desbancar con su lengua larga la dinastía del fidelato, pero sabe y entiende sus límites. Rumbo a la cuarta edad pretende heredar a sus hijos, pero los tiempos son diferentes. Su forma de hacer política, chicharronera, herencia del echeverrismo, pasó de moda al igual que sus viejos pactos y alianzas.
Yunes Linares, se ha dicho hasta la saciedad, se ha enfrentado al aparato y en lo singular a Javier Duarte, no por un afán democrático o por su querencia a los veracruzanos, sino por el poder y dinero que le brindan.
Su vida ha sido azarosa, siempre bajo sospecha y gritando ¡al ratero! cuando las pillerías están de su lado. Ha brincado del enemigo eterno, Fidel Herrera, a Javier Duarte por supervivencia.
Se ha topado, sin embargo, con un hueso duro que le ha mostrado que las pillerías son de él. Ya mismo en días pasados el acreditado columnista del DF, Carlos Ramírez, publicó con pelos y señales un escrito en el que “Pancho” Colorado afirma haberle entregado dinero para su campaña electoral.
Ello, por ley, lo imposibilitará para seguir jugando.
En fin, que todo es política y politiquería, porque qué diría usted si de la noche a la mañana se entera que Fidel Herrera y Miguel Ángel Yunes Linares siguen siendo los amigos del alma de siempre y que la amistad que data desde jóvenes sigue vigente y que todo lo visto es un acuerdo, una estrategia política en disputa por el poder.
Pelos y señales de su último encuentro en un restaurante –en un rascacielos donde sólo puede acceder una élite y en helicóptero– fueron narrados a este reportero.
La comida entre Yunes Linares y Fidel casi se convierte en cena. Charlaron, se pelearon o fingieron pelearse, chocaron sus tragos y se despidieron con un fuerte abrazo.
El punto es, pues, que así es la política: corre y se mueve en paralelo incluso por un tercer escenario.
No se puede desdeñar que en la búsqueda de acuerdos y definiciones sucesorias, por ahí, al fondo del salón, alguien levantó el dedo. El diputado Alejandro Montano Guzmán, quien quiere la de dos, abriendo con ello la enorme incógnita de que para levantar un dedo de ese tamaño se requiere haber consultado con don Miguel Alemán, pedido permiso al presidente Peña Nieto, con quien guarda buena relación, avisarle a su coordinador legislativo Manlio Fabio Beltrones, así como a su jefe político, Javier Duarte, lo cual hizo que empezaran a sonar los tambores de guerra.
Montano ya sacó boleto y en el peor de los escenarios que no sea, estará dentro.
Y como cereza del pastel se ubica, ahí calladito, sin moverse, sin hacer aspaviento alguno, un caballo negro, Gerardo Buganza Salmerón, quien como dice la canción, ni es de aquí ni es de allá, pero aglutina corrientes tanto priistas como panistas.
Buganza está listo para jugar en caso de que el entramado de Duarte se descomponga o que los yunistas persistan en una ruptura, que no entre ellos.
Queda claro que ellos jamás se lastimarán. Entre sirios y árabes hay pactos de vida, juramentos de sangre, de honor, de respeto. Por ello en cada celebración se abrazan, se fotografían de manera intencionada, se manifiestan real afecto y cariño de familia, de clan, de raza.
Y de lo que aquí estamos hablando es de política, política pura.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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