23 de Abril de 2024
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SIGLO DE CRISIS: LAS CRISIS DE VERACRUZ SEGUNDA PARTE
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2014-10-01 - 09:48
Para el prestigio y para la historia se escamotearon los muertos; las decisiones fueron terriblemente cuestionadas; los partidarios del progreso, herederos y beneficiarios, dieron su adhesión emocionada e irrestricta; se salvaron las instituciones; el terror macartista explicó y justificó la represión; los valores occidentales fueron preservados frente a la amenaza comunista. En el saldo, el silencio, el dolor de la muerte, el coraje de la frustración, el miedo, la desesperanza. El imperio de la tranquilidad quedó restablecido y el sistema exhibió, otra vez, la ausencia de liderazgo.
El heredero, Luis Echeverría, buscó la reconciliación y el rescate mediante un populismo denso de estridencia, ayuno de contenido ideológico o de soporte doctrinario; abundó hasta la intoxicación la palabra pronunciada en catarata y en el desenlace las cosas siguieron igual, sobrevivió el “apartheid”, se fortalecieron las instituciones nuevamente.
En 1976, la crisis asoma con perfiles distintos, esta vez fue económica; se dinamitaron los puentes de un esquema para el desarrollo soportado en la ortodoxia y en la prudencia; la impaciencia mesiánica llevó a la decisión de sobrecalentar la economía para liquidar rezagos centenarios, para saldar en un sexenio la cuenta acumulada durante siglos y traducida en injusticia y marginación para los olvidados por las revoluciones y por sus demagogos.
La palabra fue incendio profético y la acción movimiento vano; en el desenlace, la paridad que fue prestigio y tabú, declinó estrepitosamente; los precios crecieron en un mes lo que antes aumentaban en un año. “La necesidad fisiológica de hablar” destruyó credibilidad y confianza, la deuda externa se cuadruplicó, el circulante se montó sobre el vértigo incontenible y México en la definición de López Portillo “cayó en la crisis más profunda de los últimos tiempos”; en esta ocasión un discurso magistral dibujó en la esperanza la presencia de un líder. Se convocó a la unidad y a la reconciliación, a la alianza y a la edificación.
Seis años después la crisis reaparece, idéntico el perfil, muchos más grave en su magnitud y en su virulencia; los índices que la miden son monstruosos y exceden con mucho los niveles alcanzados en 1976; el pueblo contempla en azoro y padece en angustia el disparo incontenible de los precios, de la deuda, de la paridad, del gasto, de las tasas de interés. La presencia de la crisis ya no se oculta, se admite porque es inocultable, no se califica porque el tiempo no está maduro para endosarlo a terceros, en todo caso se atempera para salvar del naufragio prestigios, personas, vanidades, para mantener en el altar hombres e instituciones que son liturgia sagrada.
Y en el vértice la orfandad del liderazgo. El triunfalismo expresado en planes y promesas destrozó la majestad requerida para la convocatoria a la austeridad y sacrificio.
Así transcurrió un siglo en la historia de México. Tiempo que se fue, fugó y escapó en retozo continuo sobre crisis; en el calendario, más frecuente, en la profundidad más preocupante; quedó la sensación de que los actores que llenaron la escena buscaron en impaciencia la salida; aletearon en el ambiente de minúscula historia, sin huella y sin trascendencia.

EL COMIENZO DEL NUEVO SIGLO; LAS CRISIS DE VERACRUZ

Vinieron crisis peores con la llegada del partido de mochos al poder que durante 12 años prolongaron las crisis de valores e instituciones, sin cambios radicales, sin políticas cambiarias, simplemente siguieron el paso de los antecesores, pero con más virulencia y sufrimientos para el pueblo. Dejaron para la historia sólo páginas de rapacerías, muerte y dolor entre los mexicanos. El presidente del empleo fue un mito.
Las crisis que vienen con las tan llevadas y traídas reformas estructurales, aprobadas en maridaje perverso entre partidos viejos y nuevos, de izquierda, de centro y derecha arreciarán las crisis, principalmente entre la enorme clase marginada.
En Veracruz, como en muchas partes del territorio nacional, ha habido crisis, pero éstas se agudizaron a partir de los últimos tres sexenios. Afloraron las crisis de valores, crisis políticas, de hombres y mujeres, crisis económicas, de justicia y seguridad. El estado que siempre ha sido adalid en las páginas de la historia padece una mortal crisis.
Las crisis comenzaron con Miguel Alemán; Xalapa dejó de ser, de hecho, la capital. Las rejas del Palacio de Gobierno permanecían encadenadas porque el Ejecutivo despachaba en la ciudad de Veracruz. El pueblo comenzó a desligarse de su gobernador. El “hijo del cachorro de la Revolución” dejó a su sucesor la puerta abierta de la corrupción y las crisis para que durante seis años saqueara las arcas estatales; introdujera en el campo y las ciudades a bandas de criminales organizadas. Se perdió el pudor y los valores humanos, políticos y sociales. Afloraron las crisis de inseguridad y de empleo. El disfrute del poder dio valor para cometer acciones de corrupción desbordada y asesinatos proditorios de gente trabajadora y de periodistas. Padeció el mandatario crisis de personalidad creyéndose profeta al gritar a su pueblo que estaba en “la plenitud del pinche poder”. Se sintió iluminado y se sentó en la cresta del huracán que poco a poco se fue apagando como se extingue el fuego mal avivado.
Crisis amarga que recibió Javier Duarte, quien a pesar de todos los esfuerzos de su gobierno, no ha podido erradicar esas crisis, sacudiendo las conciencias de los veracruzanos. El que hereda poder y crisis quedará en la historia como un hombre bueno, sin aliento y sin perfil de liderazgo.
Crisis que se repiten, variantes de matiz o de magnitud, que evidencian el desgaste y la fragilidad del sistema; pueblo que permanece resignado, que acude a la reserva del espíritu, inagotable y fuerte, para reconstruir, para reedificar.
Y tal vez en la raíz, más allá de los diagnósticos interesados, de las recetas milagrosas, del acontecer anecdótico, de los alegatos de la defensa, de las acusaciones del fiscal, del huracán que sacude, queda en presencia esperanzadora y promisoria el diagnóstico exacto, cargado de valor humano y de experiencias enriquecedoras: México y Veracruz son un solo pueblo que buscan un líder. Y en la esperanza, la posibilidad del encuentro para el rescate del destino, para el reencuentro del camino.


rresumen@hotmail.com

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