27 de Abril de 2024
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Y EL ORDEN, ¿HASTA CUÁNDO?
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2014-11-01 - 09:32
Por terrible que sea lo sucedido en Iguala, Guerrero, con los normalistas de Ayotzinapa, la estabilidad de ese estado y del país todo, es un asunto de mucho mayor importancia.
Causa indignación y una sensación de impotencia en la sociedad civil, ver cómo se vandalizan, destruyen e incendian palacio tras palacio, agrediendo a guardianes del orden, y no sólo propiedades gubernamentales, sino que también saquean comercios y negocios particulares en general. ¿Y las fuerzas del orden público federales y del estado de Guerrero? Bien, gracias. ¿Hasta dónde va a llegar la violencia de normalistas y de pseudomaestros de diferentes organizaciones, antes que los gobiernos federal y de aquella entidad federativa se decidan a restablecer el estado de derecho?
Aquí en el estado de Veracruz sabemos perfectamente los estragos económicos que causan los bloqueos de carreteras y calles, terrible acto de violencia porque a quien más afecta es a los empleados de los comercios, negocios y empresas en general, que resultan perjudicados con esos paros. Sí, porque parece que para algunos cuya mentalidad tiende a la izquierda, son sólo los “ricos”, es decir, los dueños de esos negocios, quienes resultan afectados.
Imagínese, estimado lector, lo que significa para miles de familias que viven del turismo, el hecho de que normalistas de Ayotzinapa y/o pseudomaestros de diversos sindicatos bloqueen la importantísima Autopista del Sol en Guerrero, lo que hacen casi a diario. Terrible acto de violencia. El turismo, tanto nacional como internacional, va a escoger centros turísticos de otras zonas del país donde haya menos problemas, o peor aún, centros turísticos de otros países. Y abundo sobre lo que dije unas líneas antes: cuando resultan afectados todos esos complejos hoteleros, restaurantes y demás negocios que dependen del turismo, aquéllos cuya mentalidad tiende a la izquierda, piensan en los dueños, pero esencialmente ellos son los menos perjudicados. Aun yéndonos al extremo y que esos negocios quebraran, los propietarios siempre alcanzan a rescatar un “colchoncito” que les permite seguir viviendo bien. Los verdaderamente dañados son los miles de empleados, sostén de sus familias que, por recortes de personal temporales o definitivos, pierden su trabajo. Y ellos difícilmente pueden salvar su “colchoncito” que les permita ni siquiera comer hasta que encuentren otro empleo, si es que lo encuentran.
Así que bloquear vías de comunicación es un terrible acto de violencia, por mucho que políticos irresponsables o malintencionados defiendan el hecho como “derecho a manifestarse”.
MÁS DE IGUALA
Por más que se quiera uno enfocarse en otros temas que atañen a nuestra ciudad, nuestro estado, nuestro país y aun del mundo entero, es prácticamente imposible en estos momentos dejar de regresar una y otra vez a lo ocurrido en Iguala, Guerrero. Y ya no tanto por los hechos materiales en sí, sino por el fenómeno psicológico que se está dando en todo México, y aun en el extranjero.
Están los que tratan de difundir la versión de que el gobierno mató y desapareció a inocentes muchachitos estudiantes (y desgraciadamente es la versión que se están tragando en el extranjero).
Están los políticos de izquierda que por todos los medios están llevando agua a su molino, aprovechando los hechos para lanzarse con encono contra la figura de Enrique Peña Nieto. Llegaron al ridículo de exhibir sendas pancartas, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, que decían: “Crimen de estado”.
Están todos esos anarquistas que sólo buscan pretextos para manifestarse y armar desmanes por doquier y que lo mismo los vemos en mítines contra las reformas del presidente, a favor del Sindicato de Luz y Fuerza, por los derechos de los homosexuales, en defensa de los animales y un larguísimo etcétera.
Está la sociedad civil del estado de Guerrero y de la ciudad de Iguala, que clama, harta ya de los actos vandálicos que desde hace años perpetran los normalistas de Ayotzinapa. En las redes sociales leí: “El ex alcalde de Iguala merece la cárcel, pero por NO haberlos matado a todos”.
Por primera vez, desde que asumió el poder, veo al presidente Peña Nieto realmente preocupado. Y cómo no estarlo si en el entorno internacional y la oposición de izquierda en México lo están señalando a él directamente. Toda la imagen interna y externa que había ganado, principalmente con las reformas estructurales, se está yendo por el caño. Incluso acababa de hablar de manera optimista y triunfante en la ONU, y en ese mismo viaje a la ciudad de Nueva York, la organización internacional, fundación Appeal of Conscience, presidida por el rabino Arthur Schneier, le concedió la distinción de “estadista del año”.
He escuchado decir a algunos comentaristas en los diferentes medios de comunicación, que ante la desaparición y posible homicidio de esos jóvenes, la imagen es lo de menos… ¡Error craso el pensar así! Somos un país de más de 120 millones de habitantes, y por más terribles que nos parezcan los hechos ocurridos en el estado de Guerrero, se debe seguir con la agenda previamente marcada. La imagen del país no es sólo eso; representa el posible desaliento de inversores extranjeros, y aun nacionales, que pensaban invertir su capital en México, y que por los informes que ahora están recibiendo, con su tinte de exageración, deciden mejor invertir en otro país, o simplemente dejar su dinero en los bancos. Y eso significaría miles y miles de empleos bien pagados que se perderían. Una vez más, sería el pueblo el que más sufriría. La imagen de nuestra nación ante el mundo es una cuestión prioritaria, no secundaria. Y ahora estamos apareciendo ante el mundo como un país bárbaro, corrupto, donde impera la impunidad; y si bien en México existen todas esas lacras, repito, fuera se le está dando su toque de exageración, como ocurre cada vez que se trata de informar algo negativo de nuestro país.
Una joven turista inglesa que está de visita en Xalapa, comentó hace unos días en entrevista con una reportera de este diario, que su familia intentó convencerla de que no viniera a México. Así está la cosa.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

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