José Luis Amaya Huerta

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Conforme avanza el proceso electoral local para la renovación de la gubernatura del estado y el Congreso local, ha comenzado a suscitarse un fenómeno político que podría considerarse como una desbandada al interior del grupo gobernante en la entidad.
Se trata de cuadros que en los últimos años han buscado pertenecer al grupo cercano de quien gobierna la entidad, con quien están plenamente identificados, pero que al acercarse el final de la administración y en el marco del proceso electoral, han comenzado a buscar acomodo tratando de engancharse en el equipo de la precandidata a la gubernatura.
Además de otras áreas dedicadas a la operación política, esta situación ha sido evidente en el Congreso del Estado, donde varios legisladores integrantes del grupo mayoritario han buscado desesperadamente incrustarse en el grupo de la ex secretaria de Energía, amparados en la vieja conseja de que: “muerto el rey, viva el rey”.
Los nombres ahí están, y aunque algunos han tratado de moverse con discreción, sin salir abiertamente a la luz pública, lo cierto es que al viejo estilo del trapecismo político, cada quien ha buscado hacerse presente como una forma de tratar de asegurar su futuro político.
Muerto el rey, viva el rey, dicen. Solo que hay algo que los acelerados han pasado por alto, pues no deben olvidar que la actual administración estatal tiene ante sí el reto de cerrar lo mejor posible y no ayudan mucho aquellos que han decidido abandonar el barco antes de tiempo, en forma prematura.
Son varios los actores políticos, entre otros algunos diputados locales, que de manera desleal andan urgidos por quitarse la casaca del gobierno actual, para ponerse la que consideran será la del nuevo grupo en ascenso al interior de Morena.
Para varios analistas políticos es claro que a estos personajes no les interesa ayudar ni trabajar en el cierre de la administración. Sus intereses y aspiraciones son otros. De ahí que lo más recomendable, aseguran, sería que se realice una labor quirúrgica, si lo que se quiere desde el Poder Ejecutivo Estatal es cerrar lo mejor posible la tarea encomendada.
Lo cierto es que, en las actuales circunstancias, ante una elección que se prevé competida, el último tramo de la administración estatal requerirá de lealtad a toda prueba y de cuadros dispuestos a trabajar de tiempo completo y no a salir corriendo a la primera oportunidad.
Será decisión de quien gobierna la entidad pasar revista en cada una de las áreas de la administración estatal para determinar quién o quiénes le sirven para concluir su gestión, y quiénes se han dejado llevar por la ambición y el interés personal, dejando abandonado el barco.
Quizá sería bueno que echara un vistazo al interior del Congreso del Estado para darse cuenta que algunos hace rato se quitaron la camiseta.

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