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¿Cómo le explico?
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2015-01-22 - 08:53
Por razones de mi trabajo en mi despacho contable, tuve la oportunidad de tratar con un joven Alemán a quien llamaré Helmut, quien me platicaba su desesperación por la forma como se hacen las cosas en México. Helmut vino al país a explorar posibilidades de inversión para una multinacional alemana. Primero estuvo en Veracruz, dónde compró un automóvil para moverse a lo largo del estado. Sus documentos migratorios están en regla, por eso pudo comprarlo. Y por razones de trabajo tuvo que cambiar su lugar de residencia a la ciudad de México. Por ello, dio de baja las placas de su vehículo en Veracruz, y muy campante fue a las oficinas de una delegación en el D.F. con el fin de cambiar sus placas, y esta es su historia.

Me platica Helmut: ¨ Tuve que hacer una fila de 184 minutos (tres horas) para pasar a una segunda fila dónde me dijeron que al traer el carro tenencias de otro estado, tenían que ser comprobadas en el sistema. Les expliqué que en Veracruz había un subsidio a la tenencia, y me informaron que eso era irrelevante, que tenían que realizar una investigación para estar seguros de que el auto que yo daba de alta en la ciudad de México no estaba involucrado en la comisión de ningún delito. Para ello me mandaron a otra fila en la cual perdí otras dos horas. A esas alturas ya llevaba cinco horas y pico en el trámite de alta de placas. Una vez que llegué al empleado que debía atenderme, me informó que me darían cita para informarme si estaban pagadas las tenencias y si no se había cometido delito alguno con el automóvil. La cita me la dieron para un mes después pues me explicaron no tenía placas mi auto, caso contrario, hubiera tenido que esperar el doble de tiempo. Yo feliz de haber dado de baja las placas en Veracruz. Así que durante ese mes no utilicé el automóvil para evitar riesgos con los agentes de tránsito de la ciudad de México. Me sugirieron tramitar un permiso para circular sin placas pero tenía un compromiso y no acepté.

Al cabo de un mes regresé a las oficinas y después de una fila de aproximadamente dos horas, en dónde me dieron un documento que avalaba que el auto no había cometido delito alguno. de allí pasé a una segunda fila en la que estuve alrededor de tres horas para pasar a otra habitación dónde hice una fila de hora y media con todos mis papeles en regla. Allí me dieron una forma de pago que tenía que pagar en una oficina de la secretaría de hacienda del distrito federal, pero la más cercana estaba a doce kilómetros de distancia. Pero yo no llegué a tener tanta suerte, allí me informaron que el documento que me habían dado en la fila anterior estaba mal hecho y que tenía que obtenerlo de nuevo, porque el empleado de la delegación se había equivocado al llenar la forma. Es decir, tenía yo que volver a hacer la fila larguísima porque el empleado se había equivocado.

También insistieron en que la tenencia al ser subsidiada por el estado, se consideraba no pagada, razón por la cual tenía yo que pagar esa tenencia subsidiada con recargos y actualización y de manera retroactiva en la tesorería del D. F. A esas alturas exasperado, decidí no dar de alta mis placas en el D. F. y realicé un viaje especial a Veracruz para dar de alta mis placas otra vez en el estado y quitarme de problemas con el gobierno del D. F. ¨

Helmut al viajar del D. F. a Veracruz y viceversa, se encontró en varias ocasiones con que había accidentes en la carretera, en particular, los más graves en las cumbres de la ruta entre Esperanza y ciudad Mendoza en la zona centro. Y a pesar de estar informada la policía federal, jamás tuvo la suerte de que lo previnieran previo a pasar la caseta de Esperanza o antes de comenzar la subida de las cumbres, en cd. Mendoza, para evitar perder horas hombre esperando que el accidente fuera levantado por las autoridades. Me dice que en las tres ocasiones que le tocaron accidentes, estuvo en carretera parado aproximadamente 30 horas en total. Horas que él pudo aprovechar en su trabajo, y que pudo evitar perder, simplemente desviándose de la ruta con problemas.


El título de esta colaboración ¿qué le digo? tiene que ver en cómo puede uno explicarle a una persona que vive en un país civilizado, dónde las autoridades están para servir en lugar de para estorbar o ignorar a los ciudadanos, que las autoridades del D. F. hacen los trámites complicados con el fin de que se arregle con una mordida, y que si hubiera pensado en corromper a alguien, hoy estaría con sus placas flamantes del D. F. sin mayor preocupación. O cómo explicarle que a pesar de tener una policía federal, responsable de las vialidades federales, es muy rara la ocasión en que avisan a la población sobre un accidente, para que los ciudadanos tomen otra ruta y se eviten las molestias que implica estar varados por muchas horas en la carretera.

¿Cómo le explico? que en nuestro país los funcionarios no comprenden que deben simplificar la vida de sus patrones, esos que se conocen con el término de ciudadanos. Cómo decirle a un extranjero que los mexicanos sólo en raras excepciones creemos en los funcionarios, y que hay pocos funcionarios preocupados por que las cosas funcionen... funcionario=persona que cumple funciones encomendadas=persona que hace que el sistema funcione.

En Veracruz tenemos casos excepcionales de funcionarios de distintos niveles, preocupados por que las cosas funcionen y los ciudadanos tengan menos problemas en sus gestiones con el sector público. He visto al secretario de Seguridad Pública preocupado atendiendo a los ciudadanos y tratando de resolver una situación heredada, que poco a poco va mejorando, y que a veces parece empeorar antes de volver a mejorar. He visto al responsable de Becas Estatales preocuparse por hacer fluido el trámite para los aspirantes a becarios y preocuparse cuando por razones presupuestales se retrasa el pago de las mismas. He visto al encargado del registro civil de Córdoba involucrarse en los problemas de los ciudadanos en su área, como si fueran de él, y resolverlos. Es decir, a pesar de que hay muchos malos funcionarios y burócratas (en el término despectivo), también hay funcionarios públicos que quieren hacer las cosas bien, y simplificar la solución de problemas a los ciudadanos. El problema es que no son mayoría.

Usted, ¿Cómo le explicaría a Helmut que México es un país bizarro, en el cual una cosa son las leyes y otra la realidad cotidiana? y ¿Cómo explicarlo, sin pasar vergüenzas? ¿Cómo no perder el interés de los inversionistas que Helmut representa?

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