25 de Abril de 2024
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Nuestra Juventud perdida
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2015-05-09 - 09:30
Hace poco, celebrando un evento importante para un amigo; fuimos a un antro nuevo en la calle de Ávila Camacho. Ahí, en ese momento de fiesta, golpeo mi memoria todos esas “salidas” de antaño que pase precisamente con esos mismos amigos, paradójicamente en ese mismo lugar, y extrañamente celebrando… ya no recuerdo… Pero recordé con un poco de nostalgia como podíamos salir de ese mismo lugar; a la hora que fuera y caminar al centro, a nuestras casas… ¡Vaya!… podíamos platicar en las jardineras de los Tecajetes sin que pasara nada; sin preocupación; sin ningún tipo de recelo.
Vi muchos chavos (digo, por mi edad sería estúpido decir que todos somos jóvenes) con mucha alegría, y claro, en el alcohol, algunos ya fuera de sí. En algún momento hace muchos años recordé que también nosotros “fuimos chavos” pero con una gran diferencia, nosotros en aquel tiempo no teníamos que preocuparnos por otras cosas importantes más qué en él como “bajarle la peda” al amigo que se le pasaron las copas.
Jóvenes alegres. Jóvenes sin preocupación. Jóvenes con solamente un objetivo en la mente: Divertirse.
Pero esa tranquilidad de la que nosotros en nuestra juventud gozábamos se desvaneció en algún punto. La vida de un joven al parecer se ha convertido en el blanco de muchas cosas, de muchos e insatisfechos sentimientos que ven en la pueril presencia de un joven un campo fértil para muchas tropelías. Todas las bandas de delincuentes y no delincuentes ven en la mentalidad intranquila y completamente dispersa de los jóvenes el plan perfecto para inactivar vidas, romper familias, matar ilusiones.
La desaparición y muerte de Columba Campillo es un clavo más a un ataúd enorme de penas que en México parece no tener fin. Depravados inútiles se cuelgan del halo de impunidad que reina en el país para ir por la vida jodiendo al prójimo; robando, asesinando y violando vidas entre los ojos ciegos de la autoridad y el llanto de la sociedad. La muerte de esta pequeña de apenas 15 años debe encender los focos rojos a todos en general, donde, la sociedad ya no es como antes, la vida ya no es como antes y donde la muerte desafortunadamente seguirá cobrando víctimas sin ningún tipo de freno.
Una pequeña joven que solamente salió a ejercitarse vio truncada toda una vida de sueños por alguien que vio en su cuerpo el pretexto perfecto para saciar sus demonios.
Padres, jóvenes, niños, debemos estar atentos a todo nuestro alrededor. La vida de todos ha dado un vuelco y en ese tenor de no darle tregua al terror ambulante bajamos la guardia ante la simplicidad de lo cotidiano.
Padres, tratemos de estar siempre presentes.
Jóvenes, traten de no pensar que el mundo se traga a puños, por qué si no son inteligentes el mundo se los tragará.
Niños, aprendan como será parte de ese mundo que les estamos heredando; no por fatalismo, solamente por simple preparación.
Hoy las estadísticas tienen un número más entre sus filas. Lo que hizo o no hizo esta pequeña; lo que motivo o no motivo a hacer; lo que sería o dejara de ser creo que está de más en un país que se tiñe de rojo y que lentamente ve en nuestra juventud perdida como la esperanza se difumina entre los dedos de la maldad.
Pronta resignación a los familiares de esta pequeña que seguramente ve desde donde esté como se sigue sacudiendo nuestra realidad.

Hasta la próxima.

Enrique Quijada nos compartió esta opinión de Edel López Olán, a través de Facebook.

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