Con los tiempos de apremio sucesorio que vive Veracruz, los aspirantes a la minigubernatura del 2016 poco se ocupan, aparte de insistir en el “¡yo soy el bueno!”, en esbozar propuestas a la ciudadanía para salir del marasmo social y económico financiero en que vivimos.
Y no hay que olvidar en política que el que pega primero pega dos veces.
Los punteros, Pepe y Héctor y/o Héctor y Pepe se la pasan en recorridos inocuos, quesque bajando recursos federales o en grillas proselitistas para sumar simpatías más que aludir temas torales que no sean las auditorías federales que el propio Javier Duarte ya se encargó de aclararlas.
El opositor Miguel Ángel Yunes Linares es quien en modo alguno y a su estilo rijoso insiste en que, en efecto, si hay vigentes seis órdenes de aprehensión contra los ladrones del Duartismo y que en los primeros días de su mandato de gobernador –no aún no define si es para el 2016 o para el 2018- meterá a la cárcel a Duarte, pero de propuestas nada.
Y del lado gubernamental solo rumores.
Que si Erick Lagos es el “bueno” de Fidel, que si el “Cisne” es el plumífero de Javier y que si Tomás Ruiz es el socarrón que les va a poner el cuerno a todos los aspirantes al llevarse la estafeta por mandato del primer priista Enrique Peña Nieto.
En este último punto habría que considerar que de manera por demás cuidadosa el hoy titular de la SIOP más que hablar de grilla se ha dedicado a solucionarle verdaderos broncones a la Fidelidad como es el caso del Túnel Sumergido de Coatzacoalcos y buscar la reactivación de la obra pública, previa mediación, aclaración y pago a proveedores que hace cinco años están haciendo fila en espera de que les liquiden lo ya realizado.
Para el caso Veracruz no hay que urgar mucho sobre lo que quiere la ciudadanía, al cambio sexenal.
Sin duda, lo primero es que se vaya de una vez y para siempre la generación de políticos que inventó Fidel Herrera Beltrán no sin antes exigirles por la vía legal rindan cuentas a los veracruzanos que han dejado a Veracruz sumido en la peor de las miserias y con un deudón que rebasa los 42 mil millones de pesos.
En segundo término y de manera indiscutible saber de parte de quienes nos pretenden gobernar por dos, cinco o seis años, qué medidas habrán de tomarse para poner fin a la corrupción, barrer para atrás con cárcel para los saqueadores y recuperar o incautar bienes a quienes nos dejaron con una mano atrás y otra adelante.
¿Qué va a pasar con Fidel y Javier?, es otra de las incógnitas de quienes pronto irán a precampaña y tendrán que ofrecer algo a la sociedad civil si quieren legitimarse y ganar el voto.
En tercer lugar y no menos importante que anhela la ciudadanía saber es qué tipo de plan programa o acción emergente se pondrá en marcha en Veracruz para activar la economía a través de la productividad y generación del empleo.
Veracruz está quebrado y existe una parálisis social y económica que nos tiene en las puertas del estallido.
Así, quien quiera tener el respaldo de la población deberá exponer qué hacer, en quinto término, para resolver los problemas de inseguridad.
Los asesinatos, secuestros, asesinos seriales, la erradicación de los Zetas, y la delincuencia común imparable son problemas que tienen aterrorizada a la ciudadanía que de plano ya no ve otro camino que las autodefensas.
Habrá que insistir que el tema de la violencia ya rebasa la década y Veracruz está en camino de convertirse en una tierra de nadie.
Son líneas generales de la exigencia ciudadana que solo ven confusión en los priistas; indecisión en los panistas, y una morralla partidistas centavera.
Ni a cual irle.
La tercera vía ya la empezó a dibujar Tomás Ruiz. Habrá que esperar.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo


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