23 de Abril de 2024
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El fenómeno Trump, más allá de lo visceral
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2015-08-29 - 08:29
Gran revuelo a nivel mundial causaron las declaraciones sobre los inmigrantes ilegales mexicanos, del prominente empresario inmobiliario Donald Trump. Pero aunque fue un exabrupto ciertamente condenable, sus odiosas generalizaciones encierran en lo profundo una postura que ante el fenómeno de la inmigración ilegal latinoamericana sostiene un considerable sector de la sociedad estadounidense.
Habiendo residido durante algún tiempo de aquel lado del río Bravo, en el momento en que el citado millonario hizo sus declaraciones al lanzarse como precandidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos, pensé: “Hay mucha gente que piensa como él, pero que no se atreve a decirlo en público”. Y como fue: se lanzaron contra él comunicadores tanto de México como de Estados Unidos de manera tan visceral como aquel se había lanzado contra los ilegales mexicanos; lo hicieron irracionalmente, sin medir las posibles consecuencias; hasta “payaso” le dijeron. Empresas de los dos países se deslindaron de seguir haciendo negocios con él, incluso contraviniendo contratos firmados. La jauría se abalanzó contra el magnate que (ojo), en esos momentos no tenía ninguna posibilidad de alcanzar ni siquiera la candidatura del Partido Republicano. ¿Qué lograron todos los ataques precipitados en su contra?... hoy va arriba en las encuestas, no sólo para alcanzar la candidatura republicana, sino para la presidencia misma, por encima de la demócrata Hillary Clinton.
Y es que no se detuvieron a pensar esos adalides de la dignidad de los mexicanos en tres aspectos a considerar:
Primero, que a pesar de que el porcentaje se ha ido reduciendo, todavía los anglosajones conforman la mayoría en Estados Unidos.
Segundo: quienes más discriminan y sienten aversión hacia los inmigrantes mexicanos son los estadounidenses de origen mexicano, los nacidos allá, los llamados “pochos”. Y estos son los que votan, porque obviamente los ilegales no tienen derecho al sufragio. En los medios de comunicación se informó pomposamente en días pasados que el 75% de los hispanos en Estados Unidos no van a votar por Trump, utilizando esa artimaña mediática que solemos manejar cuando queremos dar la impresión contraria a la realidad; porque lo realmente sorprendente es que ¡el 25% (la cuarta parte) de los hispanos estadounidenses sí están dispuestos a votar por el millonario, a pesar de lo que ha dicho, y de lo que de él se ha dicho!
Tercero: quien haya vivido por lo menos algún tiempo en algún lugar de Estados Unidos donde radique una comunidad considerable de raza negra, se habrá dado cuenta de que los negros (“afroamericanos” quieren hoy que se les diga) odian, literalmente odian a los mexicanos.
En uno de los anuncios de propaganda electoral de Donald Trump, éste aparece abrazando a un anciano de raza negra cuyo hijo fue asesinado por un inmigrante ilegal mexicano; gasolina al fuego del aborrecimiento ya citado de los afroamericanos hacia mexicanos y latinoamericanos en general.
Quizá una de las cosas que más está catapultando al “hombre del bisoñé” (así le dicen también, ya no saben qué más inventar), es que, muy aparte de sus posturas, ya no estamos acostumbrados a ver que un hombre sostenga su palabra sin importar las posibles consecuencias. Cuántos personajes no hemos visto que los sorprenden, con una cámara o micrófono escondido o la grabación de una conversación telefónica, políticos, hombres de negocios, artistas, deportistas famosos, figuras públicas pues, haciendo comentarios racistas, y con la cabeza agachada y la cola entre las patas, se retractan de lo dicho y piden perdón. Creo que algunos pensaron que iba a suceder lo mismo con el magnate inmobiliario.
Donald Trump no es ningún tonto como para no darse cuenta de que lo que dijo inicialmente no estuvo bien por la generalización que hizo. Sin embargo decidió sostener lo dicho; ahí ya no podemos saber si por orgullo personal o ya habiendo calculado fríamente el resultado que su postura podría tener. El hecho es que, por más que no nos gusten sus declaraciones, el sostener su palabra demuestra integridad personal (¿cinismo, altanería dirán algunos?), y eso crea simpatía aunque sea de manera subconsciente.
Me parece que sus detractores se metieron en un verdadero embrollo. Se lanzaron en turba contra él, sin meditar, y ahora cada ataque no hace más que incrementar su popularidad, y ya es muy tarde para ignorarlo, que hubiese sido la mejor estrategia inicial.
Donald Trump decidió lanzarse totalmente de un lado, algo a lo que tampoco estamos acostumbrados ya en México, Estados Unidos, y realmente en todo el llamado mundo occidental. Los pueblos están hartos de cobardones que no se definen en asuntos cruciales o controvertidos, por comodidad o por miedo. Tal vez debo mencionar como excepción al venezolano Maduro y a los Castro en Cuba; no estoy de acuerdo con su infame marxismo, pero por lo menos he de reconocer que sí se atreven a definirse de un lado de la balanza. En este aspecto Trump está siendo diferente, y por ahí deben buscarle sociólogos y psicólogos de las masas si quieren dilucidar por qué va arriba en todas las encuestas.
Su principal asesor es Eliot Abrams, quien fuera subsecretario de Estado durante la presidencia de Ronald Reagan. Un personaje de ese calibre nunca sería asesor de alguien que no tiene posibilidad de ganar las elecciones presidenciales.
Y hasta en el aspecto económico las cosas le están pintando bien al magnate. Entabló una demanda contra la cadena televisiva Univisión por 500 millones de dólares por haber cancelado la transmisión del concurso Miss Universo, cuyos derechos son suyos, y seguramente la va a ganar, porque en cuanto a la ley no hay razón para que la cadena televisiva haya rescindido el contrato y ¡aguas con las empresas mexicanas que hicieron lo mismo sólo por quedar bien ante el público!
Todavía faltan algunos meses para las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Primero están las precampañas y elecciones internas tanto en el Partido Republicano como en el Demócrata. Luego las campañas presidenciales en sí hasta llegar en noviembre de 2016 a la jornada electoral. Cualquier cosa puede suceder. Sin embargo, a como está la situación en este momento, el gobierno de México debe ir previendo seriamente la posibilidad de que Donald Trump llegue a la presidencia del país más rico y poderoso del planeta, y las implicaciones, económicas sí, pero también sociales que ello podría tener.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.
raulgm42@hotmail.com


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