18 de Abril de 2024
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El aberrante maridaje gobierno-sindicatos
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2016-05-07 - 09:15
Para ningún ciudadano podría ser desconocido que el gobierno tiene el poder de poner y quitar a líderes sindicales, de eliminarlos cuando ya no sirven a sus intereses y de premiarlos cuando así lo cree conveniente.
Desde que nacieron las primeras organizaciones obreras han sido utilizadas y manipuladas por el Estado, empezando por la Casa del Obrero Mundial en la época de la Revolución Mexicana donde Venustiano Carranza pactó la formación de los Batallones Rojos con esa organización sindical en su lucha contra Villa y al final, olvidándose de sus promesas de mejoras obreras, los reprimió.
Los dirigentes de la CROM, de la CROC, de la CTM y su eterno líder Fidel Velázquez siempre estuvieron bajo control absoluto del Estado, protegidos y arropados siempre por toda la estructura del poder político y económico.
Los líderes del magisterio, Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo Morales, los líderes petroleros, los dirigentes de la CNC, la CCI y todas las organizaciones campesinas existentes en el país así como quienes dirigen las agrupaciones populares han estado siempre bajo las órdenes de quien gobierna.
Son pocos los dirigentes que se salvan de las garras del gobierno. Un caso fue el cacicazgo en el SETSUV donde doña Aloína Vargas siempre mostró cierta independencia y estuvo al tú por tú con las autoridades.
Han obtenido del Estado además de cuantiosos recursos financieros, poder político traducido en cargos públicos y de elección popular.
Unos se convierten en funcionarios mientras que otros ocupan curules en las cámaras de diputados y senadores, siempre para servir al amo y estar a sus órdenes y dispuestos a convertirse en levanta dedos para aprobar todas las burradas que al gobernante en turno se le ocurran.
Lo primero que un líder comienza a reflejar es el poder económico, riquezas pues, proveniente de dos fuentes: las cuotas de los trabajadores y las aportaciones del gobierno no en forma de programas, sino de sobornos, apoyos, cuotas para tenerlo de su lado y que no proteste, que controle a su gremio.
El resultado es, ahora, dirigentes que viven como reyes. Ahí están los Callejas del SNTE en Veracruz y Ricardo Diz Herlindo, del SUTSEM, por mencionar dos ejemplos. Ya de los petroleros, ni que decir, están llenos de dinero hasta más no poder.
Y después de lo económico les llega la candidatura como regalo. Ahí tienen a Juan Nicolás Callejas, padre e hijo, uno que deja el cargo y el otro que ya casi lo tiene en la bolsa como si fuera una herencia, como si lo mereciera el cachorro por sus atributos, por su extraordinario trabajo al mando de la Sección 32 del SNTE donde solo fue un pelele de su propio padre.
Son factores de estabilidad laboral y mientras le sirvan al estado los sostienen y cuando dejan de ser funcionales simplemente los desechan, los cambian por otros. Elba Esther por Carlos Jonguitud; Carlos Romero Deschams por Joaquín Hernández Galicia, La Quina; Ricardo Diz Herlindo por José Luis Guevara Fernández.
Mientras están bien con Dios tienen todo, cuando ya no, se van con el demonio, a la cárcel como Elba Esther Gordillo y La Quina, o a su casa, como José Luis Guevara, sin poder, sin dinero.
No hay de otra, así es la política del Estado con los sindicatos en México.
Peña y sus reformas a la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Publica obliga por primera vez a los sindicatos a rendir cuentas sobre el destino de cada peso que reciben del gobierno, no de las cuotas de los trabajadores, sino de los dineros que indebidamente les otorga el Estado a los líderes sindicales y que, según las reformas, son recursos para “capacitación y programas de desarrollo de sus integrantes” para decirlo de manera elegante o sobornos a los dirigentes, para decirlo más directo.
Si se toma en cuenta el numero de sindicatos en el país, seguramente las cantidades de las que habrán de rendir cuentas –si es que lo hacen-serán muy elevadas y con sumas millonarias, a menos que sigan como siempre manejando “por abajo del agua” la entrega de esos recursos para evitar su fiscalización.
Mientras no los obliguen a rendir cuentas también de las cuotas de los trabajadores, lo dirigentes sindicales seguirán enriqueciéndose a costa de sus apolíticos y pasivos agremiados y ocupando cargos públicos y de elección popular gracias a sus amarres con el gobierno que los usa y los desecha cuando ya no le sirven como en los viejos tiempos porfiristas y su táctica de Pan y Palo.
De otra manera, las reformas a la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información son una simple pantalla del gobierno para justificar los millones de pesos que se esfuman en los bolsillos de líderes corruptos a los que necesita y no quiere tocar…aun.

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