Sobre Veracruz, el santo padre y Dios piensan distinto
En días pasados, alguien señalaba que le daba mucha tristeza el predecible destino aciago que tendrán los hijos de Javier Duarte, sus padres, abuelos, tíos y demás familiares, han sido señalados como responsables del saqueo a Veracruz. Los aun niños tendrán un terrible estigma de por vida. Muy lamentable.
Sin embargo, a pesar de que lo anterior es una situación trágica, lo verdaderamente grave es lo que le ha pasado a cientos de miles de personas que, incluso, perdieron la vida en el pandemónium de los últimos años.
Hagamos un somero repaso.
Niños enfermos de cáncer que murieron por consumir medicinas falsas, otros perecieron por no tener acceso ni a placebos.
Proveedores que perdieron sus empresas por falta de pago del gobierno estatal, muchos de ellos enfrentan juicios con los bancos.
Periodistas asesinados por ejercer su sagrado derecho a la libertad de prensa.
Jóvenes que suspendieron sus estudios porque no les llegaba la mesada de la correspondiente beca.
Burócratas en el buró de crédito, en virtud de que los pagos que hacían vía nómina les fueron esquilmados por una bola de rateros.
Jubilados de la tercera edad que se truenan los dedos cada quincena rogando porque la pensión llegue a tiempo.
Familias transterradas que tuvieron que abandonar el estado en busca de un mejor porvenir.
Transportistas que tuvieron decrementos severos en las ganancias al darse una venta a mansalva de todo tipo de concesiones en la materia.
Campiranos que acabaron pidiendo limosna en los semáforos.
Habría mucho más que añadir, cada quien tiene sus propios relatos.
Por cierto, ¿quieren incluir las historias de amor frustradas por la falta de felicidad?