29 de Abril de 2024
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¿Hay “progreso” en la humanidad?
“El hombre vulgar espera lo bueno y lo malo del exterior; el hombre que piensa lo espera de sí mismo”. Anton Chejov
2016-10-29 - 14:17
Ya transcurrida prácticamente sin que nos diésemos cuenta casi la quinta parte del siglo XXI, sigue siendo incógnita de la humanidad si realmente se puede lograr el progresó ético de las sociedades y que un día, si no se eliminan por completo porque es mundanamente imposible, por lo menos disminuyan de manera considerable flagelos que afectan de forma negativa al buen desarrollo de las sociedades en sí, de la familia natural como base de estas y del mismo individuo.
Políticos, sociólogos, filósofos, teólogos, psicólogos, luchadores y activistas sociales, no se ponen de acuerdo en cuanto al camino a seguir para erradicar o – como decía – por lo menos disminuir de manera notoria los males que aquejan a las colectividades. Y no sólo no se ponen de acuerdo, sino que en determinados rubros sus propuestas, las soluciones que dan son totalmente diferentes y hasta contrarias.
La visión marxista de la vida, por ejemplo, en esencia tiende a atribuirle todo al estado y a negar todo mérito o toda culpa al individuo, principalmente en lo económico, en los niveles y razones de que haya pobreza, riqueza y nivel medio en un mismo conglomerado social.
La mentalidad de izquierda, en general, está permeada de la dicotomía simplista y absurda de pobre-bueno – rico-malo. Y en ello basan toda apreciación, todo discurso, y lo que es peor, toda su actividad social y política. Y – hay que decirlo – muchos piensan y actúan de buena fe, pensando que lo mejor para el mundo en sociedad sería la igualdad, es decir, que desaparecieran las clases sociales; que no hubiese ricos ni pobres sino una hipotética clase media generalizada. ¿Pero realmente sería la igualdad económica lo deseable, lo mejor para las sociedades y para el individuo como tal?
En el rechazo que algunos demuestran a un régimen económico de libertad, de libre empresa, ocurre lo que sucedería si en un salón de escuela se promediaran las calificaciones y se les pusiera la misma a todos los alumnos: la igualdad la apoyan y reciben con júbilo los holgazanes, los faltos de inteligencia, los sin iniciativa, los sin deseos de progresar por propio mérito y esfuerzo. Empero, esa igualdad sería (ES en los países con régimen de izquierda) totalmente algo injusto para el laborioso, para el inteligente, el que tiene iniciativa, para el que tiene un sano deseo de progreso económico.
Los intelectuales de izquierda suelen despreciar o hasta vituperar las obras de autores de libros de autoayuda, de superación personal. Y si bien es cierto que algunos de ellos incurren en exagerada banalidad al enfocarse únicamente en la obtención e incremento del dinero personal por el dinero en sí, también lo es que el principio conceptual del que parten es correcto: en un país con régimen de libertad, la cuestión de riqueza, pobreza y medianía monetaria depende del carácter y hábitos de cada individuo, y no precisamente del mérito o culpa de la autoridad económica gubernamental. Irónicamente, donde el gobierno, el estado sí es claramente culpable de la miseria mental y económica en que se encuentran sus ciudadanos, es en los países bajo régimen dictatorial de izquierda como los de Corea del Norte, Cuba o Venezuela, porque no permiten descollar independientemente de la intervención estatal a los mejores elementos como individuos económicamente activos; de ahí la debacle económica de todos los países con sistema de corte marxista; de ahí por qué a China de “comunista” sólo le queda el nombre, pues sus líderes decidieron que para salir adelante en lo económico debían abandonar el socialismo y adoptar un sistema capitalista que está resultando incluso más exacerbado que el de Estados Unidos, Japón o cualquiera otro país con economía de libre mercado.
Pero en un país como México cabe preguntar ¿qué tanta responsabilidad tiene el gobierno y qué tanto es culpa del individuo cuando, por ejemplo, un campesino o un albañil decide gastar buena parte de su raya – o hasta toda en ocasiones – en bebidas alcohólicas? ¿Hay responsabilidad o no de parte del ciudadano individualmente en el mayor o menor nivel de pobreza que se da en un país? ¿O absolutamente todo es culpa o mérito del gobierno que representa al Estado en determinado momento?
Los partidos y grupos de oposición, principalmente los de izquierda, explotan esto de manera mezquina para ganar los votos y la voluntad de ese sector rezagado – que desgraciadamente es numeroso – ávido de encontrar chivos expiatorios, a quién poder culpar de las propias deficiencias, errores y vicios.
El Estado debe cumplir su misión, que es proporcionar las condiciones propicias para que los ciudadanos se desenvuelvan, preferentemente en el sector privado, en libertad. Tomando un símil del deporte, al gobierno le corresponde tener la cancha en buenas condiciones y proporcionar el árbitro. El desempeño, los triunfos, derrotas o empates, ya son responsabilidad de los jugadores, equipo técnico y equipo en general.
Otro aspecto que es ampliamente explotado por grupos, movimientos y partidos de izquierda es el psicológico por medio de ese sentimiento que es el más destructivo que puede albergar cualquier ser humano en el corazón: la envidia. Lamentablemente hay un considerable número de personas que no soportan ver a los que, independientemente del gobierno, a base de esfuerzo, trabajo honrado, empuje y dinamismo de carácter, logran hacerse de un patrimonio considerable. Lo que mueve a esos simpatizantes del socialismo no es el deseo de mejorar las condiciones de los que en este momento se encuentran en pobreza, sino tener la satisfacción rencorosa de ver caer a los de arriba.
Suelo insistir en que la solución a los flagelos que aquejan a las sociedades debe partir de nuestro corazón hacia afuera, y no al revés.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

raulgm42@hotmail.com


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