En Estados Unidos un obrero, un trabajador agrícola, un garrotero, albañil o empleado de intendencia, con sus 40 horas semanales de salario mínimo, tiene casa propia, automóvil, en casa todas las comodidades que en México sólo puede aspirar de la clase media alta para arriba; escuelas públicas con instalaciones y servicios de primera para sus niños; tienen acceso al mismo servicio de salud que los ricos gracias al seguro médico privado que otorgan las empresas; alimentación de primera – sobra decirlo –.
Por lo anterior resulta una infamia que algunos empresarios estadounidenses instalen plantas en otros países para pagar sueldos de miseria y nulas prestaciones. Y sí, los 2,400 pesos mensuales (120 dólares) del salario mínimo de México son una miseria comparado con lo que ganan los trabajadores base en Estados Unidos.
La diferencia es tal que aún los inmigrantes ilegales, los que van a la pizca en el campo, a las empacadoras de pollo, etcétera, a quienes por su condición de no tener papeles les pagan menos del salario mínimo, no sólo viven muy bien, sino que todavía les da para mandar buenas cantidades de dinero a sus familias en México. ¿Por qué creen que todo el mundo, no sólo mexicanos, quieren emigrar hacia Estados Unidos? Y no sólo de países pobres de Centroamérica, Sudamérica, caribeños, africanos, árabes, aún de países como España, Francia y hasta Alemania. Hasta los árabes musulmanes que consideran a Estados Unidos su enemigo – “el gran Satán” le llaman – ¡ah!, pero ahí están emigrando y llegando al “odioso enemigo” pero que les garantiza un bienestar individual y familiar por su dinámico sistema económico de libre empresa.
Demasiados en México han perdido la capacidad de pensar con lógica, y parece que no entienden algo tan sencillo: Donald Trump es presidente (electo, lo va a ser en funciones a partir de enero) de Estados Unidos, por consiguiente su deber es ver antes que otra cosa por los intereses de los estadounidenses; no de los mexicanos, no de los chinos ni de nadie más.
Traslademos la situación de México hacia abajo. Determinada compañía mexicana instalada en el país descubre que, aunque nos parezca increíble pero es verdad, hay países en que el salario mínimo es aún más miserable que el de México. Países más pauperizados que el nuestro. Entonces los propietarios de esa hipotética compañía deciden instalar su planta o plantas en países como El Salvador, Honduras, Cuba, Haití, República Dominicana, donde pueden pagar mucho menores sueldos y prestaciones que los 2,400 pesos mensuales que pagan en México. Y dejan sin empleo a equis número de mexicanos.
De hecho, lo anterior ya sucedió. Ustedes recordarán el auge de empresas maquiladoras que se dio durante los sexenios de Salinas, Zedillo y Fox. Esas empresas dedicadas a la maquila de diversos productos se instalaron, principalmente en el norte del país, en la zona fronteriza y dieron empleo a un gran número de compatriotas.
Pues de repente, como por arte de un malvado encantador, esos empleos se esfumaron. Y encontramos que esas maquiladoras se trasladaron a El Salvador, Guatemala, Honduras y hasta China, porque en esos países pagan menores sueldos y prestaciones que en México – repito, aunque nos cueste trabajo creerlo, el salario mínimo de México resulta abundante comparado con lo que les pagan en esos países –.
Ojalá que el presidente de México defendiera a los trabajadores mexicanos como Donald Trump planea proteger a los trabajadores estadounidenses.

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El “racista” y “misógino” Donald Trump

El presidente electo de Estados Unidos Donald Trump acaba de nombrar a un negro, el doctor Ben Carson, para el importante puesto de secretario de Vivienda.
Van por lo menos cuatro mujeres que designa en posiciones de preeminencia nacional. Fuera de la política, en sus innumerables empresas da empleo a muchos latinos incluidos mexicoamericanos, y no sólo en empleos base, sino en altos puestos ejecutivos. Los más altos cargos ejecutivos-administrativos en sus negocios los ocupan mujeres, y escuché una declaración de él – antes que decidiera lanzarse a la política – en la que afirmó que las mujeres son más capaces que los hombres en esos altos puestos ejecutivos-administrativos.
Pero aquí, la mayor parte de los medios nos insisten, nos bombardean hasta más no poder con la noción de que Donald Trump es “racista” y “misógino”.

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La migración ilegal

A veces ya resulta punto menos que imposible decir la verdad, sin ser acusado de desalmado, antipatriota, etcétera.
Lo cierto es que todos los países, incluidos México y Estados Unidos, tienen el derecho de impedir el ingreso de personas sin permiso y sin papeles. La inmigración ilegal desbocada va a acabar destruyendo a Estados Unidos y a los países europeos que han logrado un aceptable nivel de vida para sus ciudadanos. Resulta una falsa caridad el exigirle a los países “ricos” que abran sus fronteras a los refugiados. Verdadera misericordia es pensar en los estadounidenses, alemanes, franceses, españoles, que van a quedar en la pobreza si se sigue permitiendo la inmigración ilegal.
¿Por qué no, personas como Francisco (el papa), le exigen a los países de origen de los refugiados y emigrantes económicos, que propicien las condiciones para que sus habitantes no se tengan que ir?
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

raulgm42@hotmail.com

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