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¿Armas para los ciudadanos?
“Es lícito repeler la fuerza con la fuerza.” Domicio Ulpiano
2016-12-17 - 14:44
Gran controversia causó la propuesta del senador por Colima Jorge Luis Preciado para que se nos permita a los ciudadanos tener y portar armas de fuego en la casa, en los negocios y en los automóviles (cabe aclarar que en las casas ya lo permite la Constitución).
Inmediatamente algunos de los que no suelen meditar en cualquier tema antes de opinar se le fueron encima irracionalmente al legislador incluso llegando al insulto. Sin una pizca de autocontrol, José Cárdenas en su noticiero nacional llamó “pendejo” al senador frente a las cámaras.
Sin embargo todos esos personajes de la política, el periodismo, etcétera, que lo único que les interesa es no salirse de lo políticamente correcto ante la opinión pública, tuvieron que tragar saliva y muchos quedarse en silencio ante el apabullante y masivo apoyo que empezó a demostrar el pueblo de México de todos los niveles y estratos a la iniciativa de permitir a los ciudadanos de bien el derecho a la legítima defensa con armas de fuego.
La lógica ha de imponerse indefectible tarde o temprano y pueblo y gobierno habrán de reconocer que no es lo mismo un arma en manos de un ciudadano de bien que en manos de un delincuente; que un arma es un instrumento neutro que se puede utilizar para bien o para mal.
Partamos del hecho de que los delincuentes, estén prohibidas o no, van a tener armas de fuego. La prohibición sólo afecta a quienes de por sí cumplen la ley; es decir, mantiene desarmados a los ciudadanos que nunca van a agredir a nadie aunque tengan armas. De hecho, la prohibición favorece la acción delincuencial porque garantiza a los criminales que la ciudadanía no tiene armas de fuego. Los asaltos y homicidios perpetrados con arma blanca, navajas, cuchillos y hasta desarmadores han ido en aumento, precisamente por lo anterior. La prohibición le da la seguridad al que se dedica a asaltar de que no va a encontrar oposición de arma de fuego.
El senador Jorge Luis Preciado y los simpatizantes de su propuesta (la inmensa mayoría de los mexicanos), argumentan con razón que ante la incapacidad de las autoridades para proteger a la sociedad de la agresión del crimen organizado y desorganizado, se nos debe permitir la autodefensa individual y familiar mediante la posesión y portación de armas de fuego. Correcto.
Sin embargo yo voy más allá. Aún en el hipotético caso de que hubiese una autoridad judicial y policiaca óptima, efectiva y eficiente, esto disminuiría indudablemente los niveles de delincuencia. Pero quiero subrayar aquí la palabra “disminuiría”, porque acabarse, nunca. Por muy eficiente que sea una fuerza policiaca, no puede adivinar cuándo y dónde va a ocurrir un hecho delictivo. Sólo pude actuar después de ocurrido un asalto y de haberse perpetrado el robo y tal vez el atentado contra la integridad y hasta la vida de el o los asaltados. Es decir, la policía demostraría su eficiencia al perseguir a los delincuentes que ya cometieron la fechoría. Para protegernos a todos efectivamente el gobierno tendría que colocar un policía dentro de cada casa, lo que – sobra decirlo – es imposible.
A final de cuentas lo único que garantiza verdadera protección contra la delincuencia es la autodefensa y que los potenciales asaltantes teman agredir a la sociedad.
Una ley que permitiera – como propone el senador Preciado – tener y portar armas de fuego a los ciudadanos de bien en las casas, los negocios y los automóviles, la sola ley haría pensar dos veces a los potenciales agresores el intentar un robo o asalto al saber que la ciudadanía por ley puede tener un arma para su protección.
¿Alguien se imagina – en el límite de la ingenuidad por no decir otra cosa – a un delincuente yendo a cambiar su pistola por una despensa, una cafetera, un estractor de jugos, etcétera? ¿A quiénes desarman entonces las famosas campañas de despistolización?
Y aquí debemos voltear, irremediablemente, hacia nuestros vecinos del norte para efectos de comparación, pues en Estados Unidos la situación de posesión y portación de armas de fuego varía de estado a estado.
Voy a mencionar sólo el caso del estado de Texas que tiene el menor índice de robos y asaltos en el país, y es la entidad con mayor libertad legal del individuo para poseer y portar armas de fuego. Y eso que allí– ahí sí que exageran – se les permite tener y portar hasta ametralladoras.
Reitero: ni aún una autoridad eficiente y bien intencionada puede adivinar dónde y cuándo va a ocurrir un hecho delictivo. Por lo tanto sería benéfico que el ciudadano de bien estuviese capacitado logística y legalmente para ejercer la legítima defensa de su persona y de su familia.
Es obvio que aquí nos referimos a armas de fuego; pero de hecho, los mexicanos sí podemos tener armas. Por ejemplo, ¿nos van a prohibir tener un bate de béisbol bajo la cama o un machete bien afilado en el closet? ¿Van a prohibir y penalizar el tener cuchillos de cocina?, ¿o hasta sartenes como el caso dos señoras en Aguascalientes que se escabecharon (bien hecho) a un asaltante con esos utensilios parta cocinar? Y aunque ya requiere cierta sofisticación y un poco de práctica pero ¿y un arco y flechas? ¿Una ballesta? ¿Y que el ciudadano se entrene para lanzar cuchillos o la habilidad para practicar alguna de las artes marciales que también podría considerarse un arma?
Lo que sucede es que con la prohibición para poseer y portar armas de fuego se deja en desventaja a los ciudadanos de bien en los casos en que los criminales sí las porten, y – una vez más – estos últimos las van a tener aunque estén prohibidas.
El asunto tiene su matiz ideológico también, pues observamos, no sólo en México, sino asimismo en Estados Unidos y el mundo, que son aquellos de mentalidad izquierdista quienes suelen negarle a los individuos el derecho a la legítima defensa mediante la posesión y portación de armas de fuego.
Quienes deben tener miedo son los delincuentes, ya lo dijo el gobernador Miguel Ángel Yunes, pero no solo por la eficiencia de la autoridad para castigar y hasta donde se pueda prevenir, sino también por la capacidad de autodefensa de los ciudadanos de bien, pues no se puede pedir a las policías lo imposible, que como si fuesen clarividentes sepan dónde y cuándo van a atacar los malandros.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

raulgm42@hotmail.com


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