El mexicano Ramiro Hernández dijo encontrarse feliz minutos antes de ser ejecutado ayer, a las 18:28 horas, en la Unidad Carcelaria Walls, en Huntsville, Texas.
El reo dedicó sus últimas palabras a sus familiares y dio las gracias a Dios por haberlos podido ver por última vez.
"Cuando miro los ojos de mi familia veo tristeza. No estén tristes, yo estoy feliz. Lamento lo que he hecho, pero estén conscientes de que hasta el final yo estoy feliz", dijo.
También pidió perdón a la familia de su víctima, el profesor Glen Lich, a quien asesinó en su rancho, donde trabajaba, en 1997. El mexicano también violó a la esposa de Linch.


"A la familia de mi jefe: yo la amo. Y a la gente joven le digo que haga caso a sus padres, que vaya a la escuela y aprenda de sus errores (.) Vivan su vida al máximo porque sólo van a vivir una vida".
Ramiro Hernández.
Condenado por un homicidio y una violación.


Finalmente, dedicó palabras de agradecimiento al sistema penal y a sus funcionarios.
"Lo digo sin dolor ni culpa. Todo lo que tengo es amor. El amor ganará. Gracias a Dios, me voy contigo", concluyó, en una charla que duró más de cinco minutos.
Minutos después recibió por vía intravenosa la inyección letal de pentobarbital, un anestésico de la familia de los barbitúricos cuya sobredosis provoca la muerte en pocos minutos.
Según testigos presenciales, Hernández roncó con fuerza dos veces y fue perdiendo la consciencia hasta que dejó de moverse.
A la ejecución asistieron su hermano Jorge, una hermana y un cuñado, además de un pastor que viajó desde México y su abogada, Sheri Lyn Johnson.
A la salida, Johnson aseguró que su cliente se había ido con dignidad y que su familia estuvo tranquila durante la ejecución.
En Huntsville, los condenados a muerte ya no tienen derecho a elegir su última comida, un privilegio que sí se les reservaba en el pasado.
A Hernández le sirvieron el mismo menú que al resto de los prisioneros: pollo, puré de papas, frijoles, calabaza, pan y un pastel de vainilla.
En un comunicado, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) lamentó la ejecución, destacando que las cortes estatales desecharon el argumento acerca de su discapacidad mental comprobada y de que la Suprema Corte de Estados Unidos se negara a revisar el caso.
"Se trata del cuarto mexicano ejecutado en franca violación al fallo de la Corte Internacional de Justicia dictado en el caso Avena hace más de 10 años.
"Por tal motivo, el gobierno de México expresa su más enérgica protesta por el incumplimiento de dicho fallo por parte de Estados Unidos", protestó la SRE.
"En los últimos meses hemos tenido la ejecución de Edgar Tamayo y la de Ramiro Hernández. Son dos ejecuciones muy juntas", dijo en entrevista telefónica Carlos Quesnel, asesor jurídico adjunto de la Cancillería.
El funcionario, desplazado a Texas en una comitiva de la SRE para atender a los familiares y acompañar a Ramiro en los momentos finales, indicó que no se ha puesto fecha por ahora a ninguna otra ejecución de mexicanos.