¿Combate al crimen y la impunidad? ese ¡sí es un mito genial!
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No es casualidad que en las entidades políticas en las que se da la alternancia política, se presente un repunte de los delitos de alto impacto. Revisemos el pasado reciente.

En Guerrero, el PRD dejó el poder al PRI y ocurrió. En Michoacán, el PRI devolvió el palacio al PRD y se presentó el fenómeno.

En Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz, el ex partidazo pasó la estafeta a los aliancistas y la violencia se incrementó. En Sinaloa, un aliancista cedió el lugar al tricolor y derivó en lo mismo.

¿Curva de aprendizaje? ¿ineptitud? ¿plan con maña?
No pocos analistas señalan que cuando hay cambio de administración, sobre todo cuando no hay continuidad del mismo clan político, los grupos criminales se activan y mandan señales inequívocas a los flamantes mandatarios, para que le ‘midan el agua a los camotes’.

Por otro lado, agregan los comentócratas, los cárteles que han sido más combatidos en un régimen determinado, buscan cambiar el equilibrio de fuerzas, ante la oportunidad que se presenta con el relevo de los funcionarios de seguridad pública.

No obstante, es conveniente sumar una tercer perspectiva: al menos en Chihuahua, Quintana Roo y Veracruz, los nuevos mandamases prometieron, en sus ofertas de campaña, meter a la cárcel a los gobernadores salientes y sus camarillas, lo cual, no es un dato menor.

Dijera el clásico, no hay que descartar ninguna línea de investigación, por lo tanto, es indispensable ir más a fondo en el análisis para no caer en el lugar común, que al final del día, no contribuye a la solución del problema por una sencilla razón: no lo dimensiona en su real magnitud.

Si hay ineficiencia, que venga el relevo, si hay resistencia política de los que no se quieren acabar de ir y por ende colusión con las mafias…la cosa es más grave de lo que suponemos.

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