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CLAROSCUROS - José Luis Ortega Vidal
Huachicoleros, comandante pederasta y Estado Fallido
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2017-05-09 - 06:03
No, los narcotraficantes no entraron a Veracruz en los sexenios de Miguel Alemán Velasco o Fidel Herrera Beltrán ni con Javier Duarte de Ochoa.
Con ellos se fortalecieron.
No, los huachicoleros no representan un oficio de pérdidas multimillonarias recientes para Petróleos Mexicanos y ajenas a la responsabilidad de la hoy empresa productiva del estado.
En realidad, en un lugar llamado Cruz del Milagro, en Sayula de Alemán, al sur de Veracruz, se venden diesel y gasolina robados desde décadas atrás, por ejemplo.
En la década de los noventa, citemos un caso, era común que cualquier muchacho atendiera a un trailero dispuesto a llenar el tanque de su camión con la mitad del dinero que gastaría en una gasolinería.
Y la transacción, además, se llevaba a cabo a orilla de carretera frente a patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública o de la entonces Policía Federal de Caminos.
No se les conocía como huachicoleros pero eso eran. Se les llamaba vendedores de combustible robado y actuaban a los ojos de las autoridades, en la más absoluta impunidad.
En los años setenta Miguel Ángel Félix Gallardo “El Padrino” operó desde Veracruz parte del Cártel de Guadalajara fundado por él mismo en sociedad con Ernesto Carrillo “Don Neto” –tío de Amado Carrillo Fuentes, el señor de los cielos- y con Rafael Caro Quintero.
En los sexenios de Rafael Hernández Ochoa, de Agustín Acosta Lagunes y muchos años antes, Veracruz era lugar de siembra, consumo y tráfico de marihuana, como lo es actualmente.
Félix Gallardo lo convirtió con sus socios los hermanos Izquierdo Hebrard -de Nautla y vinculados con Arturo “El Negro” Durazo a través del matrimonio de una hermana- con el tráfico de cocaína.
El rancho Camino Real de los Izquierdo que terminó en manos de Félix Gallardo, se ubicó a orilla de la carretera Mérida-Matamoros, a la altura de Nautla, cerca de las playas de Casitas y detrás de su lujosa fachada operó sin problemas una pista clandestina para surtir combustible a los aviones llenos de droga proveniente de Sud y Centroamérica.
Estructuras oficiales estatales, municipales y federales destacamentadas en Veracruz han estado ligadas históricamente al crimen organizado en el ámbito del tráfico de armas, de drogas, de personas secuestradas y desaparecidas.
Ocurre lo mismo con el combustible que fue monopolio de PEMEX desde la expropiación de 1938 hasta la Reforma Energética reciente.
Choferes de planta en PEMEX han estado ligados a los huachicoleros durante décadas.
Lo mismo ha pasado con ingenieros de PEMEX, conocedores de la ubicación y operatividad de los ductos.
Personal de vigilancia de Petróleos Mexicanos también se ha prestado al robo.
Parte del problema es que éste creció y se salió de control.
De ahí los enfrentamientos en Puebla, los bloqueos sobre la autopista que conduce a Orizaba, Veracruz; los 10 muertos en Quecholac, el muerto en Acayucan.
Para medios de comunicación nacionales el tema es nuevo.
En lugares como el sur y norte de Veracruz no lo es.
Un sector de la prensa local, regional y estatal ha denunciado esta realidad durante muchos años, arriesgando la vida y en algunos casos perdiéndola.
La detención de un funcionario más en la Secretaría de Seguridad Pública de Javier Duarte de Ochoa constituye parte de un espectáculo siniestro.
La contaminación de la estructura oficial en todos los ámbitos de la seguridad: el preventivo, de procuración y aplicación de justicia casi totalmente.
Claroscuros en numerosas ocasiones señaló la responsabilidad de Arturo Bermúdez Zurita –preso por otros delitos de tipo administrativo- en el crimen de 5 jóvenes entregados al Cártel de Jalisco Nueva Generación en enero del 2016 en Tierra Blanca.
Marcos Conde, delegado de seguridad pública operó la acción de la que se informó a su jefe el titular de la SSP.
Hoy detienen a Alfonso Zenteno Pérez, ex comandante de la SSP que recibió el reconocimiento de policía del año y resulta acusado por pederasta y desaparición forzada, es decir por multi asesino.
Se ha denunciado en múltiples ocasiones: los cuerpos policiacos veracruzanos están podridos.
Ocurre lo mismo con las instituciones federales.
Este cáncer se refleja en la inseguridad y la crisis económica y social que padece el país.
También en su falta de democracia.
Sólo tomamos conciencia de ello cada tres o seis años.
El resto del tiempo somos parte de un sistema diseñado para el control que unos cuántos ejercen sobre la mayoría empobrecida e indiferente.
No, no es un asunto de semántica.
Padecemos condiciones de un Estado Fallido.

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