CLAROSCUROS - José Luis Ortega Vidal
Pobreza, drogas, petróleo y muerte: el círculo vicioso
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2017-10-18 - 03:22
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Oscar Lewis, antropólogo norteamericano (1914-1970).escribió en la introducción de su obra “Los hijos de Sánchez”:
“En el siglo XIX, cuando las ciencias sociales todavía estaban en su infancia, el trabajo de registrar los efectos del proceso de la industrialización y la urbanización sobre la vida personal y familiar quedó a cargo de novelistas, dramaturgos, periodistas y reformadores sociales”. (1)
Lewis citó:
´Como ha dicho recientemente C. P. Snow: “A veces temo que la gente de los países ricos haya olvidado a tal punto lo que quiere decir ser pobre que ya no podemos sentir o conversar con los menos afortunados. Debemos aprender a hacerlo”´.
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Rubén Eder Contreras Rojas escribió la tesis “Política Social y Pobreza Urbana en Coatzacoalcos, Veracruz. Evaluación bajo una perspectiva de interfaz”, para titularse como licenciado en sociología por la Universidad Veracruzana en septiembre del 2006.
En el capítulo 4.1, Coatzacoalcos ciudad industrial auge y decadencia, se lee:
“La población en Coatzacoalcos a lo largo de su historia ha experimentado gradualmente procesos de empobrecimiento masivo, que se contraponen con la concentración de la riqueza y el acceso a los sistemas de bienestar social con los que cuentan los cerrados sectores urbano-laborales de la región. Es la expresión local de la dualidad de las políticas que el mal llamado Estado de bienestar desarrolló en México, y de los ajustes económicos que en materia de gasto social desarrolló el modelo Neoliberal de desarrollo”.
Contreras Rojas comparte:
“El desarrollo de la petroquímica en el sureste mexicano permitió la creación de un stock de empleos estables y de salarios elevados en el sector industrial. En total constituye más de 40 000 empleos, movimiento que no se equipara con el ritmo de las migraciones hacia los centros urbanos del sureste. Hay que establecer la diferencia entre las migraciones dirigidas por la empresa, las de los profesionales y personal calificado integrado al desarrollo económico, para quienes la migración representa una posibilidad de promoción social, y las migraciones rurales. El desarrollo petrolero ha puesto en marcha a grupos rurales atraídos por el espejismo del empleo petrolero, que encuentran a veces trabajo en las obras y constituyen muy a menudo una población flotante excluida de la actividad petrolera. Esta situación se refleja en el proceso de urbanización de las zonas petroleras” (Shapira, 1982: 197)…
“…Por ejemplo, durante la construcción del complejo petroquímico La Cangrejera, en 1976, se crearon aproximadamente un total de 15 mil empleos, sin embargo, una vez terminada su edificación, la operación de la planta petroquímica sólo brindó no más de 6 000 plazas, principalmente a personal calificado y personas afiliadas al monopolio de contratación que ostenta el Sindicato de Trabajadores del Petróleo de la República Mexicana (STPRM) (sic), quedando sin trabajo o subempleados el resto de los trabajadores que se trasladó a la ciudad, esencialmente inmigrantes rurales” (Contreras Rojas, Rubén Eder, op. cit.).
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A más de medio siglo del boom petrolero-petroquímico que vivió el sur veracruzano incluyendo a Minatitlán y Cosoleacaque surge una pregunta obligada:
¿Cuáles son los nexos históricos de aquel espejismo con la violencia salvaje que hoy se padece cotidianamente?
Resulta evidente que la violencia, como la pobreza, siempre han vivido allí porque forman parte de la estructura misma del Estado y de la sociedad.
El Estado implementa modelos de estructura socio-económica que funcionan o no, o bien funcionan temporalmente y luego fracasan debido a elementos como la corrupción, la impunidad, la injusticia.
Tal es el caso de la petrolización de la economía en el sur de Veracruz y del modelo de economía mixta que impidió a la iniciativa privada invertir en la exploración, extracción y transformación del petróleo y la relegó a participar sólo como consumidora del petróleo, gas y derivados propiedad al cien por ciento de PEMEX a partir de la expropiación de 1938.
Las reformas estructurales del 2013 y en particular la reforma energética han abierto el sector petrolero en su totalidad a la participación privada.
El fracaso del boom de este sector en las entidades petroleras del país evidencia la complicidad de la corrupción entre PEMEX, el gobierno en general y el sindicato petrolero, de ahí en buena medida el la quiebra del sector.
La reforma energética traslada parte de esa corrupción al ámbito privado sin eliminar las ganancias fuera de la ley del STPRM, de la Secretaría de Energía (SENER) y el aparato oficial en general.
Las empresas privadas -Odebrecht es un caso emblemático- no son necesariamente la madre Teresa de Calcuta y en conclusión la privatización de PEMEX es la misma gata sólo que revolcada.
Las empresas privadas traerán más inversión pero no necesariamente más empleos al grado que se requiere y en el nivel de pago que se demanda.
Del sector privado hay que reconocer, eso sí, su eficacia y su tendencia a la disciplina financiera que deriva en un menor nivel de corrupción.
Reitero: menos corrupción no significa ausencia de corrupción.
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Añadamos al contexto anterior un dato esencial: en parte el fracaso del Tratado de Libre Comercio del que Donald Trump quiere retirar a Estados Unidos tiene que ver con los sueldos tan bajos que se pagan en México a partir del vergonzoso salario mínimo de 80.04 pesos por jornada que avala la Ley.
En Estados Unidos -desde el 2009- el salario mínimo fijado por el gobierno federal es de $7.25 dólares por hora. (2)
En México el gobierno avala el pago de un aproximado a los $4.00 dólares por día.
Esto se suma a la problemática de los sindicatos donde la clase trabajadora no es protegida sino doblemente explotada.
Los líderes de la CROC, la CROM, la CTM -es decir las añejas organizaciones corporativas del Estado- continúan y continuarán enriqueciéndose sobre las espaldas de los trabajadores subempleados
La Reforma Energética genera más empleos especializados pero menos subempleos; produce más ingresos para el gobierno y la origarquía mexicana pero la pobreza y el subdesarrollo continúan.
Las Reformas Estructurales no están diseñadas para el beneficio de la mayoría poblacional y la Reforma del Trabajo lo corrobora.
El paso de una economía mixta a un modelo cien por ciento neoliberal no significa necesariamente el final de la pobreza en México y en sus regiones petroleras.
La historia, la lógica y las experiencias recientes lo comprueban.
La denuncia por corrupción contra Emilio Lozoya Austin -primer director de PEMEX en el gobierno de Enrique Peña Nieto- y los contratos leoninos de Odebrecht para la reconfiguración de la refinería en Tula, Hidalgo, son dos ejemplos al respecto.
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¿Y la violencia al alza?
En este caso estamos ante un fenómeno vinculado a ese todo que constituyen los fracasos estructurales del Estado y a sus relaciones con los fracasos similares en Estados vecinos.
El tráfico de drogas –con sus muertes obligadas- es un asunto relacionado con la ley de la oferta y la demanda pero también con la pérdida de opciones de desarrollo y empleos justos, la desatención a la salud, la educación y la esperanza de vida de las masas en los países satélite del imperio.
Estados Unidos basa su desarrollo fundamentalmente en la industrialización, el monopolio del avance tecnológico y en la economía de guerra.
A cambio abona a mercados que controla –como el de Latinoamérica- los amplios sectores de su sociedad dañados por la drogadicción.
Los norteamericanos son buenos clientes de la cocaína, el opio, la heroína y -aunque a la baja en su compra- la mariguana.
Ahí entramos sus productores y distribuidores con nuestras condiciones dialécticas y nuestra pérdida de vidas irremediable.
(1) Oscar Lewis, Los hijos de Sánchez, Octava edición, Editorial Joaquín Mortiz, S. A., 1965. México, págs. XII-XXXV.
(2) https://www.thoughtco.com/salario-minimo-en-estados-unidos-1965598
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