Los vínculos que hay entre España y México, aun cuando se quiera soslayar o ignorar esta relación por motivos de soberbia, prepotencia, vanidad, discriminación o resentimientos, son muy arraigados e indisolubles, pues están muy por encima de estos sentimientos absurdos.
Por supuesto que el antecedente de esta relación viene desde el momento mismo en el que el marinero Cristóbal Colón, con su tripulación a bordo de las carabelas La Niña, La Pinta y La Santa María, descubrió el nuevo mundo, América, el 12 de octubre de 1492.
Posteriormene, en 1519, el conquistador Hernán Cortés pisó tierras mexicanas, primero en Cozumel, luego Tabasco, donde libró su primera batalla con los indios y después en San Juan de Ulúa, luego de lo cual fundó la ciudad de Veracruz.
De ahí salió a la ciudad de México, hizo alianzas con los cempoaltecas y tlaxcaltecas y conquistó la gran Tenochtitlán, tras haber sido derrotado por los aztecas y vivido aquella inolvidable e histórica Noche Triste.
Después vino un largo proceso de evangelización y de colonización que unió a estos dos pueblos pero que a la vez los distanció, pues creció la riqueza y de uno a costa del otro.
Fue tanto el abuso del poder, de la acumulación de fortunas y privilegios de los españoles sobre el sufrido pueblo mexicano, que dio pie a la llamada guerra de Independencia, en 1810, encabezada por el cura Miguel Hidalgo y por Ignacio Allende, y consumada en 1821, con base en el Plan de Iguala, con el cual se reconocían las 3 garantías fundamentales de los mexicanos: catolicismo, fraternidad entre españoles y mexicanos e independencia política.
De esa fecha para acá han sido muchos los pasajes y muchas y encontradas las manifestaciones de solidaridad y resentimiento entre estas 2 naciones, pero siempre, sobre estos sentimientos, ha estado por encima ese vínculo tan arraigado e indisoluble que les une.
Como ejemplo se recuerda el conmovedor recibimiento que el pueblo mexicano dio a los niños españoles víctimas de la Guerra Civil en aquel país, cuando fungía como presidente el general Lázaro Cárdenas, muchos de los cuales fueron hombres de bien que aportaron mucho a esta patria.
Sí, México y España, a lo largo de la historia, han tenido ligues y desligues, pero sus destinos están estrechamente vinculados.
En el ámbito académico se tienen importantes relaciones y varios investigadores mexicanos y españoles realizan relevantes estudios en diferentes campos de la ciencia.
En el aspecto económico ambos 2 países se necesitan, pues no se puede perder de vista la gran inversión que tienen aquí los españoles y que 2 de los más importantes bancos de México son de capital español.
Ayer se suscitaron 2 acontecimientos que son claro ejemplo de estos ligues y desligues.
El primero, la asunción de Mariano Rajov en el gobierno español, que marcará la nueva pauta de las relaciones entre España y México, dadas las difíciles circunstancias económicas que enfrentan en la madre patria, el desempleo y el hecho del éxodo de españoles a México, que a octubre de este año sumaban 300 mil.
El segundo, la estocada que la compañía petrolera Repsol asestó a Petróleos Mexicanos, al poner fin a un acuerdo que le daba a la paraestatal mexicana un gran peso para influir en las decisiones técnicas y operativas de la petrolera española.
Quién se beneficia más de quién, es la pregunta que muchos se hacen, que de primera instancia pareciera fácil de contestar, pero que de bote pronto es difícil de responder si se consideran y analizan todas sus implicaciones.