Salvador Muñoz
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Me dice la señora que su hijo ha estado en casa durante año y medio. Tiene tres años. Es decir que dejó de ir a la Guardería y por ende, tampoco conoce el preescolar. Son dieciocho meses que no tuvo contacto con otros niños de su edad. No convive con otros niños porque los que hay, son más grandes que él, me asegura su madre, mientras pasean en el parque. En cuanto ve a Nina y Lucky, el pequeño dibuja una sonrisa nerviosa que se puede adivinar por debajo de su cubrebocas y lanza grititos sin que atine a cómo reflejar esa emoción en mis canes: estira la mano pero la retira con nerviosismo… entonces estira la pierna a manera de buscar el contacto con ellos. Apenas habla. La señora dice que sólo trata con ella y su padre, pero tiene dudas en torno al regreso a clases.
Con el inicio de la pandemia, años y medio, ¿cuántos niños como el pequeño del que les hablo, han crecido en aislamiento y qué tanto pudo afectar a lo que hoy es uno de los temas a tratar durante la época Covid: la salud mental?
II
“En la casa”… es la respuesta de la señora cuando pregunto por su pequeña, la que habitualmente siempre la acompañaba… ¡hasta que empezó la pandemia! Me cuenta que ya va a entrar a la secundaria, pero tiene dudas… no, corrijo: más bien “tienen” dudas.
Su hija no quiere salir a la calle. Cualquiera puede decir que eso es bueno, pero no quiere salir “por miedo” que puede sonar muy distinto a que sea por motivos de prevención o salud. Tiene miedo a enfermarse.
Ella, maestra de preescolar, le entusiasma que su hija pase a Secundaria, como a cualquier madre o padre de familia, pero hoy tiene la certeza de algo: si no cambia el semáforo, nomás no regresa a clases su hija. “No voy a firmar ninguna responsiva”, me enfatiza.
En el sindicato hay silencio. No les ha dicho nada aunque sabe que si tienen que regresar a clases presenciales, deben llegar dos semanas antes, mínimo, que por los cursos o porque hay que checar el inmobiliario y el plan de estudios.
IV
Trabaja en un área de Salud. Lo insólito, encontrarse un día con un niño de un año de edad, enfermo de Covid… pensó que la sorpresa de recibir personas arriba de 40 años con Covid que se suponía ya están vacunadas no podía superarse… se equivocó.
Con hijos en la escuela, sabe lo que implica el mantenimiento de un plantel educativo al ser miembro de la sociedad de padres de familia en diversas ocasiones y grados escolares… la mayor parte de los recursos salen de los padres. ¿el regreso a clases? ¡para nada! Es más, considera que volver a la escuela implica muchas cosas, como por ejemplo, el hecho de que no todos los niños llegan en carro propio al plantel… usan transporte público. Además de que el regreso a clases implicaría la reactivación del resto de la sociedad… entonces, piense en ese bus de niños, jóvenes, adultos con una pandemia que no para y con un virus que muta.
V
“¿Regreso a clases? Tengo dos opciones”, me dice un padre de familia. “O busco una escuela privada que le dé clases a distancia o más fácil: ¡que pierda el año! ¿Perder el año? Depende… la tecnología te permite tener conocimiento al alcance de un teclado. Aprender podría estar supeditada a disciplina y horarios en caso de que no regrese a clases presenciales”, pero algo tiene seguro ese papá: no pondrá en riesgo a su hijo cuando la lógica y/o la realidad te dicen que no es momento de volver a clases.
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