Maricarmen Delfín Delgado
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Nuestros sentidos son la conexión con el mundo, con el entorno, con otras personas, con nosotros mismos, somos afortunados por poseer la vista, el tacto, el gusto, el habla y el oído; sin embargo, no todos tienen esta dicha, en el mundo viven 1500 millones de personas con algún grado de pérdida de audición, según cifras de la OMS. En México existen casi 300 mil personas sordas (INEGI, CNDH), de las cuales un 80% necesitan rehabilitación.
La pérdida de audición puede deberse a complicaciones en el parto, factores genéticos, ciertas infecciones crónicas, exposición al ruido constante y sonidos fuertes, uso de medicamentos ototóxicos, envejecimiento, introducción de objetos que dañen las membranas del oído. Además, debido a prácticas inseguras de audición niños, jóvenes y adultos están en peligro de padecer sordera permanente, ya que este padecimiento va del leve hasta el grave.
Para este grupo de personas la comunicación se dificulta, la mayoría quedan aisladas de la sociedad y del entorno por no percibir sonidos y palabras, su expresión se ve limitada por esta discapacidad física, afortunadamente existe el lenguaje de señas para resolver esta situación, es el hilo conductor entre ellos y el mundo exterior.
Las lenguas de señas son idiomas naturales estructuralmente distintas de las lenguas habladas, no existe una lengua de señas por cada lengua oral y las existentes han ido evolucionando con el avance de la sociedad, según la Federación Mundial de Sordos, se utilizan más de 300 diferentes lenguas de señas a nivel mundial. También se cuenta con un lenguaje de señas internacional que se utiliza en las convenciones mundiales, en los viajes y para socializar en diferentes países, es considerada como “pidgin”, es decir una lengua mixta formada por elementos de otras lenguas, es menos compleja que las naturales y tiene un léxico limitado.
El 23 de septiembre fue proclamado por la Asamblea General de la ONU en 2017, el Día Internacional de las Lenguas de Señas, con el fin de concientizar sobre la importancia de éstas para la realización de los derechos humanos de las personas sordas, incluida una educación de calidad a temprana edad de este tipo de lenguaje, fundamental para el crecimiento y desarrollo individual, dando identidad lingüística a estos grupos sociales. Resalta también la importancia de preservar estas lenguas de señas como parte de la diversidad lingüística y cultural.
Este sistema de comunicación es tan antiguo como la humanidad, uno de los escritos donde se menciona es Crátilo, aquí Platón escribe qué si no se tenía la lengua ni la voz, se intentara comunicarse como los mudos, a través de signos de la mano, de la cabeza y de todo el cuerpo. En la Edad Media, la lengua de señas fue utilizada por los monjes; Pedro Ponce de León, monje benedictino del siglo XVI, está considerado el primer profesor para personas sordas, ya que creó una escuela para este fin en el monasterio “San Salvador de Oña, entre León y Castilla, basándose en el alfabeto usado en las abadías por los monjes en su voto de silencio.
Su origen fue en 1620 gracias al trabajo de Juan de Pablo Bonet, con una publicación llamada Reducción de las letras y arte para enseñar a hablar a los mudos en Madrid, obra que es considerada el primer tratado moderno de fonética en la lengua de señas que establece un método de enseñanza oral y un alfabeto manual para personas sordas. Basada en la expresión y configuración gesto-espacial dirigida a la percepción visual para que este grupo pueda comunicarse con su entorno social, con movimientos a través de los manos, los ojos, el rostro, la boca y el cuerpo; este lenguaje también ha sido adoptado por quienes hacen voto de silencio y en algunas actividades deportivas y sociales.
En el siglo XVII en Europa, especialmente en Gran Bretaña el lenguaje de señas servía para comunicar mensajes secretos, hablar frente a alguna audiencia y para las personas sordas o mudas. Al correr de los años se fueron creando varias escuelas principalmente en Francia, Italia y Estados Unidos de Norteamérica; en la actualidad, existen diferencias en algunas lenguas de señas ya que tienen su origen en la gramática francesa, alemana y británica.
A partir de 1980, sociólogos, pedagogos y especialistas en la materia ha puesto su interés en el lenguaje de señas considerándolo como una “lengua de pleno derecho”.
Y como todo derecho humano, la enseñanza de la lengua de señas debe ser implementada en los programas educativos como obligatoria, ya que todos somos iguales a pesar de las limitaciones físicas o intelectuales, en el caso de las personas sordas y mudas tienen el derecho de ser escuchadas y “visualizadas” mediante este lenguaje para ser incluidas en todos los contextos sociales.
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