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DUARTE-EDGAR SPINOSO, LA RECONCILIACIÓN
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2014-08-28 - 11:01
“El que manda no se equivoca y si se equivoca vuelve a mandar”, Anónimo

Toda la tenebra empezó el 15 de marzo de este año cuando a Edgar Spinoso se le observó en un evento político.
Rendía su informe anual de labores el senador Héctor Yunes Landa, un controvertido político quien ya para entonces andaba caliente con autodestaparse y arrancar su campaña electoral, digamos de manera formal, por la gubernatura de Veracruz para el periodo 2016-2022.
El lugar, Martínez de la Torre, tierra de los Spinoso de toda la vida. Un distrito electoral que recorrió muchas veces. Una región que rescató para el PRI en repetidas ocasiones tanto en elecciones municipales como diputaciones locales.
Fue ahí justamente donde Héctor se definió.
“En mí tienen a un representante con la firmeza para tomar decisiones en beneficio de nuestras familias. Hay que tomar decisiones para lograr más; estoy preparado para seguir representándolos con absoluta dignidad e independencia, estamos haciendo los cambios que van a hacer que Veracruz sea más fuerte y que a su gente le vaya mejor”, aseguró, abriendo con ello el ostión de un apetito sucesorio inopinado ya que se produce muy de madrugada.
Presente, Erick Lagos, llevando la representación del gobernador Duarte, así como diputados locales y políticos invitados como “Pepe” y Fernando Yunes, Erika Ayala y el presidente municipal Rolando Olivares.
Presentes también alcaldes de la región, los diputados locales Eduardo Sánchez Macías, Antonino Baxin Mata, Marco Antonio del Ángel Arroyo y Jorge Vera Hernández, la diputada federal Isela González Domínguez, así como las dirigentes estatales de mujeres priistas Martha Montoya Barradas y del Movimiento Territorial, María del Carmen Pinete Vargas, entre otros.
Setenta y dos horas después la tremenda corte ya había gestado todo un entramado en contra de Edgar Spinoso, que dio lugar a una decisión en la impronta, por cierto muy singular: un trascendido en el Diario de Xalapa donde se adelanta el cese fulminante de Edgar Spinoso y a la par otro personaje, Gabriel Deantes, condenado por otro tema.
Se hacía bueno, pues, aquel dicho de que a Edgar se le condenaba no por supuestos actos de corrupción, sino por deslealtad. Se le había pescado en el momento y lugar equivocados.
Lo que siguió fue el infierno.
En silencio, quien había cumplido 10 años al frente de la Oficialía Mayor de la SEV y casi 20 al servicio de las instituciones, quien había hecho de la negociación con una veintena de sindicatos magisteriales todo un juego de equilibrio y que por más de una década comprobó en tiempo y forma los recursos federales gastados, tuvo que migrar del espacio de poder.
Y literal.
Ante la presión del círculo de poder y la necesidad de guardar la secrecía y disciplina, tampoco escandalizar y mucho menos poner en tela de juicio a su amigo y jefe de una vida, Javier Duarte, es que salió dos meses fuera del país y… pues a aguantar tremendo chaparrón que lo colocó como el diablo sin calzones, como el responsable de todos los males financieros de la administración pública.
Un coincidente encuentro, porque la política es de circunstancias y una buena dosis de suerte, entre Duarte y Spinoso en Estados Unidos, abrió la posibilidad a un diálogo y consecuentes precisiones.
Semanas después, Edgar Spinoso retorna a Xalapa para entrevistarse de nueva cuenta y a petición de parte un par de veces más, con Javier Duarte, para luego registrarse el abrazo de Acatempan.
El pasado 14 de julio, casi cuatro meses después de la infausta fotografía donde se le vio a Edgar por ahí perdido en las gradas del evento de Héctor, Alberto Silva, quien le sirvió de puente de plata en toda esta confusión e imprecisiones, desde su mismo celular toma una fotografía con un profundo contenido político en la que aparecen del lado izquierdo el alcalde de Martínez de la Torre, Rolando Olivares Ahumada, al centro el gobernador Javier Duarte y del lado derecho Edgar Spinoso Carrera.
Quedaba claro que la información que había entregado la tremenda corte no había sido del todo precisa y que el asunto se había politizado y magnificado, lo cual dio lugar al desplazamiento de Spinoso, quien ahora más que ir al rescate de sus fueros, le fue entregada la encomienda de recorrer de nuevo tierras martinenses y crear una circunstancia en su favor.
Su jefe, Javier Duarte, ha considerado que la mejor prueba para un político es consultarle a la ciudadanía en las urnas. Edgar irá por ese referéndum electoral cuando se den los tiempos políticos.
Por lo pronto, dicen quienes lo conocen, este amigo se mantiene fuera de toda luminaria con eventuales visitas a Xalapa, en un ambiente netamente familiar, ya que acaba de nacer un hijo o hija que lo mantiene arrobado y cero comentarios.
Por ahí de cuando en vez le siguen arrimando el caballo, pero él aguanta vara.
Fiel al mandato de que en boca cerrada no entran moscas, Edgar Spinoso aguarda el juicio de la historia a sabiendas, como dice quien lo defiende, que no se ha comido nada que le haga daño.
Edgar Spinoso es, guardada proporción –ya que no alcanza la estatura de Erick, Alberto, Carvallo y Mota, entre otros– conspicuo miembro de la fidelidad desde que en el DF se empezó a tejer el proyecto hace 17 años.
Es más que un político, un operador que se mueve en el más bajo perfil posible, siempre respondiendo a una línea: cuando fue Fidel, sólo a Fidel respondió; hoy que es Duarte, sólo a Duarte.
Y ya vienen los cambios.
Cinco secretarios de estado están por salir del gabinete en pos de las diputaciones federales. Otros aspirantes más entrarán al juego de la selección por su nominación. El gobierno dará un vuelco.
Ahí se verá si sobreviven personajes erosionados como Edgar Spinoso, a quien es probable que la piel se le haga dura y aprenda finalmente que comer un sapo todos los días es parte del rito.
Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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