Teresa Carbajal
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Cuando una mujer ocupa un alto cargo o encomienda como resultado de su reputación, trayectoria, trabajo, desempeño profesional y desde luego ardua preparación es sin duda motivo de orgullo para quienes como compañeras de género no hemos encontrado limitaciones en el mismo para ejercer nuestra vocación y ser útiles a la sociedad; pero el sentimiento se vuelve enojo y vergüenza al evidenciarse los motivos inmorales o ilegítimos que les ganaron un espacio desde el cual seguramente obedecerán conforme a los mandatos del amo, pues habrán echando por tierra los principios de la lucha social que feminista o no, busca reconocer en las mujeres fortalezas, capacidades y destrezas propias como agentes de cambio y evolución social sin que ello riña con seguir siendo madres, esposas, hijas o jefas de familia.
Y es que este año termina, con una mujer, ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Yasmín Esquivel en el ojo del huracán señalada por haber copiado la tesis con la que se titularía de la Licenciatura en Derecho (doble indignación), principal candidata a suceder al ministro Arturo Zaldívar actual presidente del Máximo Tribunal Constitucional del país como también se le conoce a la Corte.
La Corte es de vital importancia para la vida democrática y la libertad que hoy gozamos todos los mexicanos, pues entre sus principales funciones está la de interpretar y defender la Constitución y revisar que las leyes sean acordes a ella, también la de resolver los recursos de inconstitucionalidad que se presenten en casos tan trascendentes como la reforma planteada para el Instituto Nacional Electoral (INE) por citar un tema actual o dar el “manotazo en la mesa” cuando se quieran legalizar caprichos, ocurrencias, o atropellos a la clase trabajadora, desechando todo lo que no sea acorde a los derechos humanos y sus resoluciones son definitivas pues no existe autoridad que pueda revocarlas; de ahí el tamaño de la ética y probidad que debe tener quien aspire a presidirla.
De entre los dimes y diretes que ha desatado la acusación de plagio, lleva la peor parte la “defensa” de la ministra pues las respuestas son tan contradictorias que en lugar de alejarla de la duda la hunden más en la conclusión de no ser, ni ahora ni nunca, la persona adecuada para estar al frente de una institución que tiene por fin garantizarnos -con verdad- la libertad y la democracia.
Es relevante observar que en torno al caso gira una hipótesis que vincula a su cónyuge con el Presidente de la República a nivel de negocios, hipótesis que deberíamos para ser objetivos desechar y eliminar del caso cualquier sesgo que nos coloque en una postura machista o patriarcal en donde todo tiene que ver con un hombre y se cosifique a la mujer como un objeto para cumplir los fines de otros.
Pero es justo aquí en donde viene la mejor arma que tanto hombres como mujeres tendremos siempre para defensa: Hemos de ser decentes pero además debemos parecerlo.
Cuando como hoy habíamos tenido a tantas mujeres como representantes de organismos autónomos, o a mujeres ocupando consecutivamente la presidencia del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial de Veracruz, y cuando habíamos visto que convivieran de manera tan despreocupada y en cuanto convite y pachanga se le ocurriera al gobernador en turno, llevando con ellas a cuestas las siglas de las instituciones que representan, como si fuera la danza de las vocales de Cri Cri, placeándose en lugares y celebraciones que no justifican (ni requieren) su presencia, ni sus atribuciones, ni el respeto que deben darse por ser representantes de poderes autónomos.
No dudo que estén haciendo una buena labor en sus espacios, pero tanta camaradería, tanto comadrazgo, al rato cómo van a pedir cuentas, o peor aún qué cuentas van a dar a la sociedad, que imparcialidad podemos esperar en la impartición de justicia, quien podrá creer en la autonomía si lo mismo se les ve inaugurando el altar de día de muertos, que en la posada, en el encendido del árbol de navidad, o en la Rosca, si eso sucede en lo público qué no sucederá en lo privado, y si es nada; mas vale guardar la compostura y coherencia entre la labor que se desempeña y lo que se aparenta.
Deseo para todos que 2023 sea un gran año y que en los momentos difíciles no falte la salud, ni la Fe en Dios y que todo lo superemos.
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