Carles Castellanos Llorenç / Barcelona
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El españolismo, como cualquier grupo de personas de escasa capacidad de introspección, está contento porque se cree haber conquistado ya los ‘Països Catalans’[1]. Como su máximo representante militar pudo decir: “nuestras tropas han conseguido sus últimos objetivos... Franco no ha muerto”.
El españolismo está contento porque ahora sí ha transformado en votos más de siete años de represión continuada sobre nuestra nación. Con crímenes, amenazas y engaños. Este proceso neofranquista empezó 'fuerte', especialmente en torno a un crimen en Barcelona y Cambrils, los oscuros atentados de agosto de 2017 que tanto la derecha como la supuesta izquierda españolas y españolistas han encubierto, impidiendo que se investigaran. Y como precedentes ya estaban los 'castigos' feroces por la consulta del 9 de Noviembre de 2014[2], las actuaciones contra juristas del proceso independentista y contra cualquiera que quisiera preparar movilizaciones democráticas contra la oligarquía. Y la cosa viene de más lejos.
El propio nacimiento de la monarquía vigente fue ya una trampa que protegió los asesinatos del franquismo; y sólo instaurado este régimen ya fue manipulado por un autogolpe de Estado y por manifiestos contra la lengua catalana; y el fascismo españolista estuvo martilleando y martirizando a la gente democrática especialmente en el área de Valencia. Tenemos memoria y no olvidamos.
El españolismo no ha parado y se ha saltado todas las normas; y si fuera un poco espabilado no estaría tan contento porque, como ocurre con aquellas victorias del fútbol que se consiguen con la intervención de árbitros comprados, estas victorias amañadas sólo acentúan los complejos de quienes se sienten inferiores y decadentes: hijos de otra época y incapaces de ninguna regeneración interna. El régimen monárquico español lleva ya tiempo jugando un juego peligroso al solitario que sólo sirve para el autoconsumo y siempre acaba en desastre.
Ahora sabemos que para poder tener votos favorables en Cataluña ha tenido que realizar todas las manipulaciones posibles: amenazas (como las que se esconden tras los crímenes del 2017 en Barcelona y Cambrils); arbitrariedades judiciales y policíacas; teatro, como el del presidente español lloriqueando hipocritamente por unas actuaciones judiciales que él mismo había permitido contra el independentismo; hinchando continuamente el censo electoral para bajar el porcentaje del voto catalán consciente; amenazas y prohibiciones contra las movilizaciones antirrepresivas (como la prohibición del acto contra la tortura que tiene lugar regularmente en la Vía Layetana de Barcelona sede de la policía torturadora, ??o en la concentración diaria en la Avenida Meridiana y en otros puntos del país); sirviéndose del desastre de los trenes de Cercanías sin ampliar el horario de votación, para tratar de rebajar el voto en la Cataluña interior etc. etc. Para el españolismo (de todo orden: PSOE-PSC-PP-VOX) todo vale para mantener el poder de las minorías capitalistas y españolistas sucesoras directas del franquismo. No conocen la vergüenza y el objetivo es mantener a nuestra nación sometida para acabar de exprimirla y llevarla a la ruina si es preciso. No tienen vergüenza de nada porque sirven unas oligarquías que se habían hinchado con el franquismo y han seguido enriqueciéndose después con el régimen monárquico su sucesor y que se creen omnipotentes, sin límites en la práctica del abuso.
Con represión, abuso y engaños, han logrado amedrentar a algunos políticos y extender la desorientación. Sin embargo, en contrapartida han mostrado claramente qué es eso de España y las miserias y excesos de un régimen monárquico español que cada vez se parece más al régimen franquista que lo hizo nacer. Contra tanto abuso, es necesario reaccionar con energía: Hay que hacer Foc Nou (renovación total).
Fuego Nuevo: Pensamiento y Acción
Por parte del independentismo el error principal ha sido (y es) la falta de autocrítica porque no podemos esperar una renovación de nuestro movimiento sin una reflexión a fondo, en la que debemos entrar todos y todas sin excepción. Los partidos parlamentarios son los que han sido identificados en primer lugar como responsables de las carencias de nuestro movimiento. Pero no son los únicos. Si queremos salir adelante debemos aplicar a fondo el pensamiento y la acción. Haciendo, pues, una autocrítica solvente debemos señalar los fallos de los distintos partidos parlamentarios. Cada partido debe asumir sus errores y los análisis deben traducirse en autocríticas; y, si no son capaces de hacerlo, deben ser abandonados. Pero afirmar que 'todos son lo mismo' es una posición demasiado cómoda que no deberíamos permitirnos.
No se puede pretender hacerse llamar independentista y defender abiertamente la destrucción del territorio y el empobrecimiento del campesinado. Y ningún independentista debería permitir que no se defienda el uso social de la lengua catalana, ni una renovación de la economía dominada hoy por un turismo masificador que sólo alimenta puestos de trabajo precarios que sólo sirven para incentivar una mano de obra descalificada que puede aportar ingresos al capitalista individual sin escrúpulos, pero que son empleos que destrozan la economía del país y crean dificultades añadidas para la cohesión social. Tampoco se puede autonombrar independentista a quien se equivoca de enemigo y desvía la atención en la lucha contra el estado español atacando a la población norteafricana (principalmente marroquí) en nuestro país, ayudando así a convertirla en un enemigo potencial más y arrinconando al movimiento amazig o bereber (que es bien sabido que simpatiza con la causa catalana y es de tendencia laica). Debemos decir lo basta a la política oportunista y sin un esfuerzo mínimo de reflexión imprescindible. El movimiento independentista renovado no puede permitirse ninguno de estos errores.
El panorama actual lo ha permitido el sistema de partidos que tenemos ahora. Pero las responsabilidades no son las mismas en todos los casos, como apuntamos; y es necesario saber distinguir críticamente si es que queremos contribuir positivamente a hacer Foc Nou, una renovación a fondo. También hay que acabar el supuesto independentismo de quien mira el panorama sólo refunfuñando y en la inacción total: hay que utilizar la cabeza y trabajar. Sin una masa importante de gente que piense y que no pare de actuar en nuestros barrios y pueblos, el movimiento independentista no se renovará. Ahora es el momento del trabajo sistemático y como resultado de la reflexión colectiva. Debemos partir de una base social renovada que incorpore a la gente joven de todo el país en actividades asociativas e iniciativas, por pequeñas que sean, pero constantes y persistentes desarrollando una conciencia nacional-popular catalana, independentista, republicana y laica. Éste debe ser el rescoldo que tiene que dar paso a este Fuego Nuevo de renovación a fondo. El ansia de libertad de nuestra República Catalana independiente basada en la confederación de los Países Catalanes libres debe espolearnos. Sobre los restos de la monarquía borbónica españolista basada en la explotación y el abuso como sistema, debemos construir, de forma sólida, nuestro futuro libre. Así será el Fuego renovador que ahora debemos hacer nacer y propagar.
[1] Foc Nou = Fuego Nuevo: renovación total (borrón y cuenta nueva)
[1] Països Catalans = Paises Catalanes: países de lengua catalana: Cataluña, Valencia, Baleares etc.
[1] Con multas millonarias a personas individuales i procesamientos por una simple consulta.
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