Atticuss y Francisco Licona

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En los cafés de la capital veracruzana, los sabios bebedores del aromático de más calidad en el mundo comentaron sorprendidos que la secretaria general del CDE del PRI Lorena Piñón Rivera se haya registrado oficialmente como candidata para la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI.

‘Qué valor’ de Lorena Piñón se dijo pues en la mesa se analizaron sus reales posibilidades de triunfo y no le encontraron alguna por el lado que se le quiera ver.

Lo que sí se habló de que esta es la segunda jugada similar que intenta, la primera la hizo en el anterior proceso interno en el que luego de registrarse para buscar la presidencia del CEN priista terminó declinando por la candidatura del campechano ‘Alito’ Moreno Cárdenas.

La pregunta que se hicieron los sabios bebedores de café fue, ¿A qué le tira en realidad Lorena? Y pues debe ser algo gordo, ya que por la primera vez que hizo la misma jugada le alcanzó para meterse hasta la cocina en el CEN y hasta le alcanzó para obtener de ‘Alito’ una candidatura plurinominal para la Cámara de Diputados.

No se sabe, pero mínimo alcanzará esta vez, ya como diputada federal algún alto cargo en la dirigencia nacional tricolor al lado de nuevo de ‘Alito’ Moreno, que por lo que se ha visto sabe agradecer muy bien los favores.

En la actual aventura de Lorena Piñón le acompaña Cuauhtémoc Betanzos, quien se postula para la Secretaría General.

Sin embargo, Lorena Piñón trae plan, lema y propósito, al insistir en la necesidad de reinventar el partido y conectar con sus bases, subrayando que en el PRI no hay espacio para "vacas sagradas o iluminados". Nuestra misión, dice, es devolver al PRI su lugar como fuerza política líder en México con el propósito de recuperar la relevancia política del Parido Histórico de México.

El hecho es que Lorena lo más probable es que no gane la contienda interna pues el que trae todos los hilos de la estructura del partido es precisamente Alito Moreno quien va por todo por su reelección, pero quién le puede regatear que haya tenido el valor de intentarlo, sobre todo cuando sabe que a las grandes alturas es mejor llegar paso a pasito.

Los canillazos de la mañana se los ganan aquellos que prefieren ver la marcha de los triunfadores sentados cómodamente desde las butacas de la gayola.  

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