Javier Roldán Dávila
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La gran incógnita es: ¿entenderá el mensaje?
En días pasados, comentamos que el senador electo, Manuel Huerta, ha asumido un rol mediático interesante, pero, sus señalamientos no son únicamente en defensa de los proyectos de la 4T, sino, para poner ‘el dedo en la llaga’ sobre los errores y pendientes que heredará la administración de Rocío Nahle, del aún gobernador, Cuitláhuac García.
Por ejemplo, al iniciar la semana, Huerta no tuvo empacho en desmentir al mandatario, mismo que en conferencia de prensa negó que hubiera una ola de asaltos en la zona de Cumbres de Maltrata, ‘no ha habido otros, tampoco es así, una ola de asaltos’, dijo el Cui.
No obstante, sobre el particular, el futuro legislador comentó que ‘el crimen se adueña de autopistas de Veracruz, no se puede tapar el sol con un dedo’. Pero: ¿qué repercusiones tienen estos diferendos?
En principio, la narrativa de cuentas alegres acerca de lo realizado en el actual sexenio, se derrumba como un castillo de naipes, no es la oposición la que cuestiona, sino, un actor válido, colega del movimiento.
En segundo término, estos cuestionamientos erosionan, todavía más, la imagen de García, lo cual ha influido en el hecho de que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, le escatime un nombramiento en el próximo gobierno federal y, en su caso, será de menor nivel.
Por último, esta situación legitima a Huerta frente a la cúpula morenista y las bases del partido, dándole una sólida interlocución, cuando llegue la hora de tomar decisiones de cara a las elecciones municipales en 2025.
Sin duda, una carambola política de tres bandas.
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