Amadeo Palliser Cifuentes / Barcelona
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Oyendo los discursos del represor Salvador Illa y de sus adláteres, vemos que, maliciosamente, nos quieren confundir entre su poder y su orden, como intento explicar a continuación.
El término ‘poder’ del latín ‘possum’ significa capacidad de ser y de existir, y del griego ‘exousia’, autoridad, mando; de ‘ischurois’ expresa fuerza física, de ‘kratos’ dominio’ y de ‘dunamis’ energía de la palabra.
Por su parte, el término ‘orden’ viene de ‘ordo, ordïnis’ y significa una organización basada en uno o varios criterios lógicos que permiten pautar un esquema.
Y vemos que Salvador Illa (155), durante toda la campaña, definió su partido (PSC/PSOE), como un ‘partido de orden’, el ‘partido que restablecería el orden’, que ‘tras una década perdida, ahora la gente quiere orden’, etc.
Es evidente que el orden al que se refiere Illa (155) es el ‘orden español’, está claro. Y, por contraste, los gobiernos anteriores, y todo el independentismo en general, lo considera ‘desordenado’.
Y así, nos avisa que su gobierno será de unidad entre todos los catalanes y los españoles; así está claro que utilizará su ‘poder’ (su mando, que no su autoridad, que no la tiene), para imponernos su ‘orden’ a los independentistas, a los desordenados, según su concepción.
Es evidente que no hay color, pues los independentistas queremos que todos (unionistas e independentistas) podamos votar en un referéndum acordado y reconocido; mientras que los unionistas nos quieren imponer su orden español, por la fuerza, si hace falta y como vimos.
Esa es la diferencia entre imponer su orden, o permitir que democráticamente la ciudadanía decida qué país, que orden quiere.
Y, como pasa siempre, la confrontación se refleja en el interés de cada partido para imponer su propio relato, pues, desgraciadamente, al final, para la ciudadanía en general, siempre es más importante la forma de vender la moto, que la propia moto.
Y tenemos muchos ejemplos, formas torticeras de vender esa moto, pues vimos, hace unos días, que el ministro de transportes Óscar Puente Santiago, ante las críticas por la deficiente red ferroviaria, dijo: ‘¿iría tanta gente en tren si la conclusión fuera que se está prestando un mal servicio?, ¿son los españoles masoquistas? No, los españoles se suben al tren porque están satisfechos, lo niegue quien lo niegue’.
Es evidente que ese tipejo, pues no merece un mejor calificativo, debe pensar que, en la India, que la gente viaja en trenes atiborrados, incluso con personas encima de los trenes y colgando miles de ellas por todas partes, debe ser la fórmula del nueve para ratificar que en ese país la red ferroviaria va de maravilla, pues, según su ilógica, ¿iría tanta gente si se tratase de un mal servicio?
Pero, desgraciadamente, la mayor parte de la ciudadanía es acrítica, y con su ‘pan y circo’ ya viven ‘felices’ y no quieren incomodidades que les distorsionen su ‘calidad de vida’, y claro, prefieren comprar la idea del ‘orden’ que tan ‘amablemente’ nos imponen con vaselina (si hace falta), sin cuestionarse nada más.
Así, los gobernantes, realmente, nos consideran masoquistas, aunque ellos lo nieguen, y nos subimos a los trenes porque estamos satisfechos; les votan como muestra de felicidad extrema, ‘lo niegue quien lo niegue’.
Georges André Malraux (1901 – 1976) tras analizar entrevistas con Churchill, Stalin, Mao, etc., describió directamente que ‘el poder es el poder de matar’, y que el orden está garantizado si predomina el poder tipo de Esparta frente al de Atenas, pues, según ese escritor francés ‘El poder debe definirse por la posibilidad de abusar de él’. Pero, a la vez, dijo:
Y en su novela ‘Condición humana’ (1933), consideró que es una mezcla de soledad frente al propio destino.
Por todo ello, y volviendo al poder de la triple corona (Sánchez, Illa y Collboni) que, en realidad se resume en una, en Pedro Sánchez, claro, pues todo ello gira en torno a él, que se cree un nuevo ‘rey sol’, y todo lo demás son meros peldaños, simples palancas, para perpetuarse.
Y, para ese tinglado, ERC ha sido el traidor necesario, por lo que me parece muy apropiada la reproducción de la siguiente fábula:
‘Las palomas
La sociedad de palomas vivía próspera y tranquila, sin amenazas ni riesgos importantes, hasta que cierto día apareció en el bosque un milano, esa ave aficionada a capturar animales pequeños, entre ellos, palomas.
El milano trastornó la, hasta ese momento, tranquila existencia de la sociedad de las palomas.
Tal fue el problema que las palomas decidieron, en un conciliábulo, buscar protección fuera de su comunidad. Se propusieron varias medidas, y se pusieron a votación. La más votada fue la de buscar protección externa: llamarían a otra ave, una gran enemiga de los milanos.
Buscaron en el bosque y encontraron que un águila muy grande, la llamada pigargo. Tenía ella una larga enemistad con el milano y prometió ayudar a las palomas. Dijo que llegaría al día siguiente y lo hizo. El pigargo se instaló en la sociedad de las palomas, lo que hizo que el milano se alejara yendo a otras partes del bosque.
Sin embargo, el pigargo siguió viviendo entre las palomas y ellas terminaron por darse cuenta de que el pigargo hacía muchos más estragos y matanzas en un día, que lo que haría un milano en un año’
(Grimm, Jacob Ludwig Karl (1785 – 1863), hermano de Wilhelm, y coautores de muchos cuentos)
Pues bien, ahora, los independentistas, hemos visto que las ‘palomas’ (ERC) han recurrido al pigargo, al águila Illa, y, en pocos días de su gobierno, ya ha hecho muchos más estragos que los que hacía el milano, no solo con el nombramiento de penosos y grises ‘funcionarios’ para formar su ‘sottogoverno’, pues, lo que fue peor, fue rendir simbólica y fehacientemente la Generalitat, implantando la bandera española en su despacho, como muestra de conquista, o reconquista, y de total imposición de su orden.
Hay una fábula titulada ‘el ajedrez de los mil colores’, que narra que un día, un abuelo fue con su nieto a visitar a un amigo, gran maestro de ajedrez, y empezaron a jugar. El niño, aburrido, pensó que todas las piezas de solo dos colores, no eran bonitas, así que, en un descuido de los adultos, pintó de mil colores cada una de las piezas, con lo que se les impedía, de ese modo, poder jugar, lo que hizo enfadar a los adultos, ante la incomprensión del niño.
Por eso, los independentistas, como ese niño de la fábula, queremos usar toda la paleta de colores y de voluntades, y no queremos ajustarnos al orden de esos adultos (españolistas), y para ello seguiremos haciendo lo posible para subvertir ese orden que nos quieren imponer ‘manu militari’.
Ayer fue la jornada 1500 de manifestación en la avenida Meridiana de Barcelona, y es verdad, de cada vez somos menos, pero creemos que sigue teniendo sentido continuar, ya que nuestro objetivo era la amnistía, y está claro que no se ha conseguido, pues el propio estado la está vetando, como sabemos.
En definitiva, que estamos pasando por malos momentos, y con toda seguridad vendrán peores; pero nuestros antepasados vivieron situaciones mucho peores, y resistieron; y somos plenamente conscientes de que no podemos ni debemos fallarles a ellos, a nosotros mismos ni a nuestros hijos y nietos, así que seguiremos como las moscas cojoneras.
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