27 de Abril de 2024
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Ayotzinapa, verdad tardía
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2015-01-29 - 08:45
Hubieron de transcurrir más de cuatro meses para que finalmente se dijera lo que siempre se supo, que los normalistas estaban muertos y calcinados la misma noche que fueron levantados.

La verdad oficial, obviamente impugnada por los padres de los sacrificados es de total rechazo, sin embargo, ahí queda la verdad que lacera, que ofende… pero ni más ni menos que es eso, la verdad.

En alguna ocasión me platicaba mi entrañable Fernando Gutiérrez Barrios, que siendo subsecretario de Gobernación un buen día recibió a Rosario Ibarra de Piedra.

La belicosa mujer que había perdido a su hijo en la refriega de la guerra sucia, cuando la guerrilla tomó carta de naturalización allá por los setenta del siglo pasado, insistía en el vivo se lo llevaron, vivo me lo tienen que regresar.

Así pues, con esa consigna, la dolida madre llegó hasta las oficinas de Bucareli donde fue recibida con la característica caballerosidad de quien a la vuelta de una vida sería el hombre leyenda.

Y ahí, de cara a una brutal realidad, don Fernando le mostró la documentación y fotografías que acreditaban a su hijo como miembro de la guerrilla, mismo que al ser tomado preso fue muerto en combate a lo que la presidenta del grupo Eureka respondió airada:

-¡Ahh, no!.. Usted no me puede decir eso. No se lo permito.
“Su hijo fue llevado a una fosa común al no ser reclamado en su momento”, le devolvió.

Rosario Ibarra volvió a atajar.
-Le insisto en que usted no me puede decir eso. Yo seguiré luchando y mis banderas seguirán siendo a favor de la presentación de mi hijo con vida porque si reconozco que como usted dice que está muerto, tendría que dejar la organización pro desparecidos, la lucha las madres y el movimiento Eureka… y eso no sucederá.

Doña Rosario Ibarra después sería senadora de la república y hasta donde se ha sabido los últimos años el movimiento Eureka ha seguido, al igual que las madres de la Plaza de Mayo, con su lucha.

En Ayotzinapa ha sucedido algo parecido.

El gobierno de Enrique Peña Nieto hace meses supo que los normalistas fueron muertos y quemados, pero quiso sesgar, atemperar, mostrar el sí pero no, lo cual abrió la puerta a la politización de la mano de una brutal guerra mediática que sin duda ha desestabilizado al gobierno de la república.

La verdad sospechosa del gobierno dio lugar a la impunidad, al atraco y saqueo de descontrolados ciudadanos muchos de ellos manipulados por la izquierda rabiosa, permitiendo al mismo tiempo el vandalismo de los encapuchados.

La normalidad democrática, sin embargo, habrá de regresar.

Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

[Los contenidos, estructura y redacción de las columnas se publican tal cual nos las hacen llegar sus autores.]

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