Amadeo Palliser Cifuentes / Barcelona
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Hay un refrán que dice que ‘quien ayuda debe tener la memoria corta, pero quien recibe debe asegurarse de tener una memoria larga’; y, socialmente, somos ingratos, desagradecidos, olvidadizos incluso de las personas de gran valor humano, ético y moral, pues la inmediatez lo mata todo. Y por nuestra incultura, marcada y determinada por el marketing, únicamente recordamos a las ‘estrellas’ mediáticas (futbolistas, artistas, cantantes, etc.), y por eso, el pequeño homenaje que efectuamos ayer al Dr. Domènech, me parece que requiere una mayor difusión, por lo que, seguidamente, hago una amplia referencia a su figura.
En la manifestación diaria de la Avenida Meridiana de Barcelona, los miércoles dedicamos un momento a lecturas variadas de la cultura catalana. Pues bien, en la ‘jornada literaria’ (así la denominamos) de ayer, 13 de noviembre, un compañero leyó una semblanza del Doctor Oriol Domènech y Llavallol (otorrinolaringólogo y cirujano catalán), con motivo de festejar que el pasado 9 de noviembre, cumpliese los 101 años, una edad, por sí misma, ya digna de todo respeto. Y es preciso señalar que esa jornada de ayer fue realmente notable, ya que otro compañero leyó un par de poesías propias, de gran potencia reivindicativa, una compañera leyó el poema ‘Nocturn per a acordió’ de Joan Salvat i Papasseit (1894 – 1924), entre otras lecturas efectuadas por otros compañeros.
Es preciso puntualizar que, mayoritariamente, o bien desconocíamos la historia de esa personalidad, o la habíamos olvidado, e, incluso, algunos pensabamos que ya hacía décadas que había fallecido, pues no figura en el ‘olimpo’ mediático; y eso es una buena prueba, no tanto de desagradecimiento, como de nuestra dependencia de la efímera inmediatez idiotizante, a la que nos vemos sometidos acríticamente.
Asimismo, las instituciones políticas actuales carecen de la empatía y la decencia para su divulgación, precisamente por su miopía y/o por las propias dependencias y cortapisas políticas, que les hacen comportarse como meros monosabios, reflejando su limitación intelectual, ética y moral.
Pues bien, a continuación, reproduzco diferentes fragmentos, para mostrar su biografía; en estos fragmentos, evidentemente, hay cierta repetición, pero desde perspectivas diferentes:
Fuente: Wikipedia
‘Oriol Domènech i Llavallol (Barcelona, 9 de noviembre de 1923) es un otorrinolaringólogo y cirujano catalán. En la etapa estudiantil fue un activista catalán, y actualmente forma parte de un movimiento social que busca la independencia de Catalunya.
Biografía:
Hijo de una familia burguesa catalana, cursó los estudios de medicina en Barcelona y más tarde de náutica y aviación. En la década de 1940 formaba parte de grupos antifascistas y catalanistas., por lo que fue detenido y encarcelado, una vez liberado, huyó a Alemania y posteriormente a Argentina con pasaporte falso, ya que era el de su primo, donde trabajó de ayudante de cirujano. El año 1952 marchó a la Antártida durante un año.
Volvió a Alemania, donde preparó la fuga de España de la que sería su esposa, Mercedes Elizalde Bertrand (1933 – 2013), hija de un importante empresario del régimen. Huyeron cruzando el rio Miño nadando hasta Portugal, donde se casaron en Lisboa el 25 de octubre de 1956, durante su boda se dieron cuenta de que no tenían padrinos, ya que la boda había estado improvisada y pidieron a un par de reporteros que cubrían la noticia que les hicieran de padrinos, así es como John Coito de ‘Diário de Noticias’ y Manuel Rodrigues, de una revista popular, se convirtieron en testigos del enlace.
Descubierta, Mercedes fue deportada a España y cerrada en un reformatorio hasta que cumplió los 25 años (la mayoría de edad). Posteriormente, se desplazó a Argentina, reuniéndose con Oriol, que ejercía la profesión de médico en Tierra de Fuego y Los Gallegos, gracias a una ley especial que le reconocía el título de médico bajo el paralelo 42.
Posteriormente ejerció en el Matto Grosso (Paraguay) y volvió a Argentina, donde adquirió una finca de 8.500 hectáreas, que bautizó ‘El Canigó’, y el ganado se marcaba con las cuatro barras catalanas.
El año 1970 volvió a Barcelona donde continuó ejerciendo la medicina privada como especialista y cirujano otorrino laringólogo. Con 70 años se fue a la guerra de Bosnia, donde pasó 3 meses para ayudar en lo que pudiese.
Antifascista:
En los años 40, mientras era estudiante universitario, formó parte del Front Universitari de Catalunya y el Front Nacional de Catalunya, organizando actos de afirmación catalana. Sobretodo era la de colgar ‘senyeres’ (bandera catalana) en diferentes lugares de Barcelona, una vez al mes, algunos de los actos más importantes fueron:
En 1943, juntamente con ocho compañeros de la facultad de medicina y una chica alemana, creó los Grups Nacionals de Resistència. Descubierto más tarde por la policía franquista, fue condenado a 6 meses y 1 día, y pasó por las prisiones de Cádiz, San Fernando, Sevilla, Córdoba, Linares, Carabanchel, Zaragoza, y Lleida, para acabar en la fortaleza de Montjuïc, donde le hicieron un consejo de guerra y le extraditaron a 150 km de Catalunya.
Alpinista:
El año 1952 vivió durante un año en la Antártida como médico otorrinolaringólogo del destacamento ‘Luna’ de la armada argentina, investigando sobre parasitología animal y fue el primer hombre a ascender a la cumbre del Mount Plymouth en la Isla Greenwich, donde dejó plantada una bandera catalana; este hecho mereció una portada en el diario ‘La Vanguardia’, donde se decía ‘que era todo un orgullo que un español hubiese pisado la Antártida’; en esa misma misión, tuvo que cruzar con trineo, 70 km sobre un mar helado, para atender a un marinero chileno de la Base Pratt, al cual le tuvo que amputar una pierna gangrenada, pero le salvó la vida.
El año 1969 participó en una expedición del Centre Excursionista de Catalunya a la Patagonia, como médico, y porque él ya había hecho parte y tenía contactos en la zona; y ofreció su casa, la ‘Estança Canigó’ al cuartel general para la expedición.
Independentista catalán:
Con motivo de las consultas soberanistas durante el año 2010, hizo parlamentos en actos de campaña en diversas localidades, y fue el promotor del ‘Manifest 12 d’abril’, para reclamar una única candidatura soberanista en las siguientes elecciones al Parlament de Catalunya. También es miembro de honor de la asociación para la independencia ‘Ara o mai’ (ahora o nunca)
‘Es preciso hacer servir dos sentidos: el de la vista y el común; por la dignidad de los catalanes es necesario restituir la verdad en nuestra historia adulterada’
Fuente: Testimonios para la Historia (https://search.app/FndoY8Y8iWsZjMNz6)
‘El paciente no solo espera conocimientos médicos, sino también sensibilidad humana’
‘Siempre he tenido un fuerte sentimiento catalanista y esto me llevó a colgar muchas banderas durante los primeros cursos de medicina, a principios de los años cuarenta. Mis tendencias y actuaciones políticas comportaron que fuera detenido y encarcelado. Pasé por 13 cárceles. El régimen franquista me hizo un consejo de guerra y me cerraron en la cárcel de Montjuïc. Esta situación no me impidió seguir estudiando la carrera desde detrás de las rejas. Me llevaban a examinar por las tardes porque iba esposado y en aquella hora era más disimulado. Este hecho me hizo ser conocido entre el colectivo universitario. Para evitarlo, me extraditaron a Zaragoza y después a Valencia. Al salir de la prisión, volví a Barcelona.
Cuando en la ciudad se producían visitas de ciertos altos cargos de la dictadura, había de presentarme a la policía, según ellos, por cuestiones de seguridad, y una de las veces me hicieron quedar unas horas cerrado.
Pensando que un día, quizás, no saldría, conseguí la documentación falsa para marchar del país e inicié un nuevo camino emigrante a Argentina y de allí a la Antártida’
(…)
‘Una vez en Buenos Aires, me enteré de que se necesitaba un médico para el destacamento Luna de la Antártida. La posibilidad de poder llevar a cabo labores de investigación me atraía. Aquel destacamento quedaba aislado casi durante todo el año a causa de los hielos. Hubo un hecho que me dio a conocer el continente americano y que fue destacado por muchos medios informativos internacionales: la atención médica que di a un enfermero del destacamento vecino chileno en la Antártida. Recorrí 70 km sobre el mar helado en tres días para salvar la vida del enfermero. Este hecho conmovió al gobierno argentino y el general Perón me ofreció la posibilidad de operar en destacamentos oficiales de la Patagonia y la Tierra de Fuego. El embajador de España en Buenos Aires me insistió para que visitase al general Franco para pedirle la construcción de una base española en la Antártida, pero me negué’.
(…)
‘No volví a España, pero sí a Europa, me establecí por un tiempo en Alemania, donde realicé el doctorado, y después volvía a Argentina’.
(…)
‘Mi esposa era hija de una familia burguesa de Barcelona, que no podía permitir que su hija se casase con una persona humilde y sencilla como yo. Después de muchos problemas nos casamos en Lisboa, pero mi esposa fue obligada a volver a Barcelona y hasta que no cumplió los 25 años no pudo volver a mi lado’.
(…)
‘Cuando mi esposa pudo volver a Argentina, empezamos a trabajar juntos y compramos una finca a la que pusimos el nombre de El Canigó, y es que aquellas montañas argentinas también son frescas y regaladas. El recuerdo de las cuatro barras siempre estuvo presente en aquellas tierras.
Unos años después, el régimen franquista permitió su retorno al estado español, y di a conocer las técnicas alemanas de operación de oído (…) me abrí camino con las operaciones con anestesia general e intubación dirigidas sobretodo a edades jóvenes, técnicas por entonces desconocidas por la mayor parte del colectivo médico español.
A lo largo de todos mis años de ejercicio profesional, el trato con los enfermos fue sincero, de confianza y directo, sin intermediarios que se interpusieran. Creo que la tecnología de hoy lo resuelve todo, y que podemos alcanzar todos los objetivos olvidando que la humanidad es muchas veces la llave maestra que abre un diagnóstico. No me siento detrás de una mesa, me siento al lado del paciente. ¿Qué espera el enfermo del médico? Primero, la comprensión de aquello que le pasa, después la curación, nos confía su vida con los ojos cerrados’.
(…)
‘Operé en condiciones terribles, haciendo de otorrino, de cirujano general, e incluso, asistiendo a partos. A menudo la sonrisa junto el lecho del enfermo operado hacía más que muchos medicamentos, y esto es importante que lo tengan en cuenta los futuros profesionales médicos. No hemos de olvidar que el paciente no solo espera conocimientos médicos, sino también, sensibilidad humana’.
Fuente: La Prensa Austral (Punta Arenas, 14 de noviembre del 2024)
(https://search.app/SQNwbpAAJvLbU8Ft5)
‘Cien años del Dr. Domènech
Cuando pensamos en nuestra infancia, cual más cual menos, tiene el recuerdo del médico de la familia que llegaba con sus implementos, presto a enfrentar la contingencia del caso que generalmente se solucionaba con su sola presencia. Si hubiera que personificar a alguno de estos médicos, al menos para mí, sería el catalán Oriol Domènech Llavallol, nacido en Barcelona, España, el 9 de noviembre de 1923, es decir, ya hace dos meses que cumplió cien años.
Domènech extrajo las amígdalas de gran parte de la población de la Patagonia chileno-argentina que hoy ronda entre los 60 y 70 años de edad. Especialista en ‘oído, nariz y garganta’, como se decía entonces, era palabra y bisturí autorizado en la materia y por esta razón, era tremendamente famoso; su fama literalmente traspasaba fronteras. Atendía en Río Gallegos y acá en Punta Arenas se corría la voz que era simpático (las mamás lo encontraban muy ‘dije’) y lo mejor era que los niños salían caminando de la operación y les recetaba helados.
En diciembre de 1966 partimos con mi Mamá a Río Gallegos. Domènech nos recibió cordialmente en su casa-consulta ubicada en calle Piedrabuena nº 32. La clínica era la primera pieza a la derecha de un largo pasillo y en la habitación frente a ésta había una cama para los pacientes que requerían reposo post operatorio. La operación fue al día siguiente; con anestesia local y en un sillón tipo dentista (de los antiguos) Salí caminando de la consulta y llegué caminando al Hotel ‘Punta Arenas’ donde reposé durante tres días. Eso es lo que podemos contar de nuestra experiencia en Río Gallegos.
Pero la historia con el Doctor Domènech no termina ahí; él llevaba un registro de sus pacientes de otras ciudades y los visitaba, una tarde apareció con su maletín y sus buenos modales en nuestra casa de la Población Fitz Roy. Luego de la revisión de rutina y el alta respectiva, compartió la mesa familiar.
El médico llegó a Argentina en 1952 esquivando el franquismo, en España estuvo preso y fue sometido a consejos de guerra. Buscando el lugar más extremo posible para refugiarse, vivió durante nueve meses en la Antártida, transformándose en el primer hombre en llegar a la cima del Monte Plymouth en la isla Greenwich. Posteriormente volvió a Europa, se casó y regresó a Argentina, trabajó en Tierra del Fuego y Río Gallegos, su esposa fue Mercedes Elizalde Bertrand, quien era su asistente y con ella tuvo cuatro hijos. Se fue definitivamente de Argentina en 1970, uno de sus hijos (Ivo) se quedó en la Patagonia, tiene un comercio en El Chaltén, y de tanto en tanto nos comunicamos por whats’s app. Actualmente el Doctor Domènech vive en Barcelona (enviudó en 2013)
Quien nos aportó mucha de la información que exponemos en esta crónica, fue Doña Marta Consuelo Vargas Vidal, tía de Juan Miranda Vargas, nuestro amigo locutor, escritor y músico que partió hace unos años. Marta nació en Punta Arenas, pero su familia en Rio Gallegos y entre 1962 y 1968 trabajó como Arsenalera con Domènech (luego volvería a trabajar con él, esta vez en España, entre 1989 y 1998.
En 2018 y por intermedio de Marta, el Doctor Domènech nos envió una atenta misiva, en la cual nos cuenta que en la década de 1960 con el apoyo de diversas personas -entre ellas mi padre- intentó radicarse en Punta Arenas. Consultado en su momento el historiador Mateo Martinic, nos señaló que se acordaba de ello y que él, en su calidad de intendente de la época efectuó algunas gestiones, pero su impresión es que Domènech se vio enfrentado al entramado burocrático propio de estos casos.
Marta nos contó que guardaba los mejores recuerdos del médico y de su esposa Mercedes, de quienes refiere, eran gente sencilla, afable y humanitaria. De Domènech señaló que era un profesional sin horarios ni condicionantes económicas para atender a sus pacientes, al punto que Mercedes le reprochaba que se había casado con la medicina. Llegó a ser muy querido en Río Gallegos y en las ciudades cercanas (Piedrabuena, San Julián, Punta Arenas, Puerto Natales, entre otras). Era amistoso y cercano; Marta recuerda que la gente lo paraba en la calle para conversar o hacerle consultas, él tenía tiempo para todos, sin importar condición social u otras consideraciones. Asimismo, nuestra amiga destacaba que era (es) un tipo que sobresalía por su vasta y amplia cultura general. Su partida definitiva a España en 1970 caló hondo en la comunidad santacruceña y fue noticia destacada en la prensa local.
‘La suya es una vida de novela, doctor’, le dijeron en una entrevista; ‘a todos nos pasan cosas’, respondió el médico con su sencillez habitual. Capaz que piense lo mismo de su siglo de vida, aventuramos nosotros (ya tendremos tiempo de preguntarle)’
Fuente: La Vanguardia
Oriol Domènech, en el año 2018, a los cinco años del fallecimiento de su esposa Mercedes Elizalde Bertrand, hizo publicar una esquela en La Vanguardia, en la que se podía leer:
‘Mercedes Elizalde Bertrand (1933 – 2013) esposa de Oriol Domènech i Llavallol
Mercedes, casi lo conseguimos. Pero el dictado de sus ‘principios’ y el personalismo de su mediocridad han pasado por encima del interés de Nuestra Casa arrastrando nuestros deseos y nuestras ilusiones. Otros vendrán y ganarán. Esperando volver pronto a tu lado, Oriol’
Efectivamente, una vida de película, con un guion catalanista, independentista, que, desgraciadamente, no tiene el reconocimiento que merece. Con toda seguridad, cuando fallezca, que esperamos que tarde mucho, todos los periódicos harán su nota necrológica, para cubrir las formalidades. Pero no es eso. Ahora, en vida, deberían organizarle todo tipo de homenajes.
Pero sabemos que nuestra comunidad, y la sociedad en general, padece del veneno del desagradecimiento, pues todos padecemos el ‘síndrome del emperador’, y eso nos lleva a una infelicidad crónica, y condenados a la desesperanza, ya que los ingratos ven que en su vida se confirma la profecía autocumplida, pues la ingratitud hace que los otros renuncien a ser amables con ellos.
Más grave todavía es cuando esa ingratitud es por mero desconocimiento, por falta de interés en nuestra historia, en nuestros personajes más notorios y notables.
Por eso, aunque sea un acto mínimo, el compañero que nos leyó la biografía de Oriol Domènech, nos hizo un gran favor, y, así, entre todos, pudimos hacer un pequeño acto de reconocimiento a tan insigne persona.
Para finalizar, y enlazando con el poema de Joan Salvat i Papasseit, que ayer nos recitó una compañera, me parece de interés recordar que la escultura de bronce y piedra del poeta, obra de Robert Krier, e instalada en el ‘Moll de la fusta’ de Barcelona (donde el poeta había trabajado de vigilante nocturno), hay una placa en la que se puede leer un verso de su poema ‘Nocturn per a acordió’: ‘vosaltres no sabeu què és guardar fusta al moll …’ (nocturno para acordeón: vosotros no sabéis qué es guardar madera en el muelle), que es un viejo refrán que, entre otras ideas, expresa que la gente no sabemos valorar lo que tenemos, hasta que lo hemos perdido, y no valoramos nada, pues no hemos tenido que hacer trabajos miserables para sobrevivir.
Y cuando fallezca Oriol Domènech, nos daremos cuenta de que, hasta ese momento, no habremos valorado a uno de nuestros gigantes, un ‘homenot’, (un tipo singular, insólito, una persona que se ha significado en cualquier actividad, de una manera remarcable) como dijo Josep Pla i Casadevall (1897 – 1981), pero, entre sus 60 personajes, no incluyó al doctor que nos ocupa, y supongo que el independentismo asustaba en muchas esferas. Y llegado ese momento, leeremos las notas necrológicas que le harán, pero será un reconocimiento puntual y fugaz.
Y, en ese momento, desgraciadamente, podremos repetir la esquela que en 2018 puso Oriol Domènech a su esposa, pues nada ha cambiado.
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