¡Santo Dios! Impresionante ver a la ciudad luz vuelta en tinieblas. Tal era el caos en que cayó la capital francesa después de varios coordinados atentados, que el presidente de Francia Francois Hollande decretó el estado de excepción en París y mandó cerrar las fronteras del país galo. Los periodistas no cesaban de afirmar que era algo que no sucedía desde la segunda guerra mundial; pero a mi parecer se trató de algo inaudito en toda la historia de ese país, pues en dicha segunda guerra lo que sufrió fue la invasión abierta de un ejército formal, lo que es completamente diferente.
Jóvenes que presenciaban un concierto de rock masacrados; comensales de cafeterías y restaurantes igualmente acribillados y explotados por los yihadistas musulmanes que al terminar de disparar hacían explotar sus cinturones-chalecos cargados de bombas; y lo más significativo: las explosiones en el estadio donde se jugaba un partido de fútbol entre las selecciones de Francia y Alemania, en el cual se encontraba presenciando el juego, ni más ni menos, el presidente Hollande. Fecha y hora escogida que demuestra un plan, una premeditación incuestionable; viernes por la tarde-noche, al terminar el día de oración del Islam que es el viernes, como es el domingo para los cristianos y el sábado para los judíos. Día y hora en que los terroristas musulmanes suelen cometer sus atentados. Pero aparte coincidió, como decía, con la hora en que se celebraba ese tremendamente simbólico partido de fútbol, por los países que se enfrentaban: Francia y Alemania. Y las autoridades francesas no se explicaban cómo no causaron un mayor número de muertos en el estadio, y cómo no le llegaron al presidente, lo que no era tan difícil de lograr.
Aunque todo parece indicar que la autoría intelectual es del tan mentado Estado Islámico (EI), esto no se puede saber al 100%, pues ese famoso EI ya se está convirtiendo en otro fantasma expiatorio, como en su momento fue Al-Qaeda, que ya todo absolutamente todo lo que pasaba en el mundo se le achacaba a esa organización, y ahora se le achaca al EI. Las reivindicaciones valen tortas y pan pintado, pues cualquiera se puede adjudicar un atentado. Pero bien; démosle crédito a los hallazgos e investigaciones: fue el EI.
Sin embargo lo de París era sólo cuestión de tiempo: le tocó a Nueva York (11 de septiembre de 2001); le tocó a Madrid (11 de marzo de 2004 y en el que hubo más muertos que en este de París); le tocó a Londres (7 de julio de 2005). Repito, sólo era cuestión de tiempo para ver a la ciudad luz bajo las tinieblas del terror, entre las más emblemáticas ciudades de Occidente. Y no menciono a las dos o tres que faltan para no ser ave de mal agüero. Mientras los países de Europa occidental y Estados Unidos se sientan soberbiamente los policías del mundo, con derecho a ir a “arreglar” las cosas en el Medio Oriente y África, los atentados seguirán, no lo duden.
Una locutora de CNN en español, el día de los hechos, leyó el twitter de una muchachita francesa que decía: “¿Por qué a nosotros, por qué a París?”… ¡ay mijita!, ¿eres o te haces?; ¿no sabes que en 2011 tu país, Francia, fue el primero en bombardear, como miembro de la OTAN, y masacrar civiles en Libia para deponer al coronel Muamar el Gadafy? ¿Y que en 2013 bombardeó en Malí a integrantes de Al-Qaeda que ahora son del EI? ¿Y que desde 2011 Francia está financiando y apoyando a ¡los que ahora lo atacaron!; sí, a los terroristas que pretenden derrocar al presidente de Siria Bashar al Assad, muchos de los cuales se pasaron al EI? Lástima que muchos no sepan ni lo básico de las ciencias naturales que se estudian en la primaria, pues de saberlo recordarían que la ley de la gravitación universal afirma contundentemente que a toda acción corresponde una reacción de por lo menos la misma magnitud.
El presidente francés declaró la guerra total contra el terrorismo. Pero ¿cómo va a hacer esa guerra si el enemigo ya está adentro, no sólo en Francia, sino de todos y cada uno de los países que han participado en la agresión contra naciones de mayoría islámica? De los ocho terroristas que participaron en el terror de París, siete eran de nacionalidad francesa y el otro ingresó a Europa entre los refugiados que están llegando de Siria y del norte de África. ¿Cómo hacer esa guerra contra el terrorismo ante esta situación sin afectar a árabes no terroristas y a verdaderos refugiados? Los caballos de Troya del Islam ya están discretamente colocados en cada uno de los países europeos y Estados Unidos.
Aunque hemos de lamentar, como cristianos, que se golpee deliberada, específica y directamente a civiles, no nos debe sorprender lo que venga. La coalición occidental bombardea a los árabes, persas y norafricanos causando un gran número de muertos civiles, niños, mujeres, ancianos…, tengamos la seguridad de que va a haber respuesta. El periodista estadounidense Patrick Buchanan escribió después de los atentados de Boston en …: “Si nosotros no estuviéramos allá, ellos no vendrían acá”. Lo que pasó en París fue una RESPUESTA, es algo que se debe tener presente.
En el avión ruso que fue derribado también por el EI sobre Egipto, murieron el doble de personas (240) que en París, incluidos 17 niños (en la capital francesa no murieron infantes).
El panorama es nada alentador, pues en respuesta, Francia y Rusia, principalmente, incrementaron la intensidad de los bombardeos contra el enclave del EI en Siria e Irak, lo que a su vez va a acrecentar el deseo de los musulmanes extremistas de golpear a los países que los agreden; y, como ya se dijo, miles de miembros del EI no se encuentran en Siria e Irak, sino ya incrustados en los países europeos y en Estados Unidos.
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El hombre debe aspirar a la paz mental y espiritual, y no a la ausencia de conflicto material. Para aquellos que creen que el ser humano evoluciona como especie; el hombre ha sido como es desde que fue creado y siempre va a ser de la misma manera. En este mundo material guerras siempre las ha habido, las hay y siempre las va a haber. No haya temor alguno al respecto: lo mismo podemos morir en un atentado terrorista que atropellados por un conductor alcoholizado. Dice el general Von Moltke: “La paz perpetua es un sueño, y ni siquiera un sueño hermoso. La guerra forma parte del orden universal creado por Dios y en ella se desarrollan las más nobles virtudes del hombre: el valor, el espíritu de sacrificio, la lealtad y la ofrenda de la propia vida. Sin la guerra el mundo se hundiría en el fango del materialismo”.
Y hasta el próximo sábado, si Dios lo permite.

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