27 de Abril de 2024
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Hampones con licencia
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2016-02-10 - 08:58
¿Por qué desviar nuestra atención hacia los candidatos que quieren treparse a la gubernatura de dos años? ¿A la visita del Papa argentino? ¿Acaso el dolor de los padres de los cinco jóvenes desaparecidos el 11 de enero y entregados por la policía al crimen organizado, en la ciudad de Tierra Blanca, no es motivo basto de preocupación y de rabia?
José Benítez de la O, de 24 años; Mario Arturo Orozco Sánchez, de 27; Alfredo González Díaz, de 25; Bernardo Benítez Arroniz, de 25 y Susana Tapia Garibo, de 16, merecen nuestra consideración.
Una de las incongruencias y de los factores más lamentables en nuestro Estado es, a no dudarlo, la existencia de los numerosos cuerpos policíacos creados para la seguridad de los habitantes y que se convierten en bandas de hampones con uniforme, pistola, y asegurada inmunidad para el ejercicio de la delincuencia, de la arbitrariedad, del terror y del asombro.
Efectivamente de la corrupción que invade a nuestra entidad el signo más indignante es el de ver convertida en el enemigo número uno de la comunidad precisamente a los cuerpos creados y mantenidos para vigilar la seguridad pública.
Desde el sexenio pasado, las numerosas policías que sufre Veracruz figuran como protagonistas de asaltos a domicilios particulares, secuestros de personas y asesinatos a tal grado que ya los habitantes de nuestro estado, prefieren caer en manos de delincuentes profesionales que en los de policías y agentes.
Con frecuencia vemos que muchos indefensos ciudadanos se quejan de atropellos y asaltos en los que resultaron víctimas de uniformados o sin uniforme, pero a los que la placa de agentes les otorga una inmunidad con la que se afirman como hampones con licencia y perdón anticipado.
Esta degeneración de la policía es, desde luego, el signo más lamentable de la corrupción que nos invade y que no puede ser ni siquiera atenuada por las autoridades. Mal anda el gobierno que se afana en tareas inaplazables de ‘prosperidad’ si no ha podido hacer de la policía una institución limpia que combata realmente la delincuencia.
En estas condiciones actuales, la delincuencia organizada y profesional resultará mucho más tolerable que este tipo de hamponería con placa, pistola y uniforme. Ante los números hechos realizados por estos elementos nos llena de coraje el sufrido por esos cinco jóvenes a manos de elementos policíacos que, coludidos con la delincuencia organizada, entregaron sus vidas. Nada puede justificar esta acción criminal y bárbara de la que fueron víctimas estos muchachos y quién sabe cuántos más.
Y si a esto se atreven estos gorilas que hacen santos, por comparación, a los delincuentes que algún riesgo corren en sus andanzas, ¿qué no harán en sus abusos de autoridad y en sus hazañas macabras con hombres y mujeres de la calle que tienen que callar sin protestar por los abusos policíacos?
¿Habrá pensado el gobierno duartista que todos sus mejores propósitos de restablecer una atmósfera respirable en nuestro Estado, tan angustiado por los embates de tantos problemas, se echan por tierra y se convierten en burlas por esta cotidiana conducta de esas bandas de asesinos y criminales a quienes se les da uniforme, placa y pistola para que hagan sus tropelías y sigan convirtiendo a Veracruz, el otrora estado tranquilo, bullanguero y bailador, más inseguro de lo que está hoy?
El policía es el primer contacto que el ciudadano tiene con la autoridad. No todos los veracruzanos, por fortuna, tienen procesos pendientes en los tribunales penales o civiles. Es la policía la que representa al gobierno y su conducta la que el pueblo tiene a mano para conocer la conducta gubernamental. Ningún esfuerzo, ninguna energía podrá considerarse exagerada si el gobernador Duarte muestra, y no creemos que lo haga ya, una recia voluntad para castigar, de veras, a los delincuentes. Y entre ellos los dignos de más hondo y duradero castigo son los policías a quienes se les encarga la seguridad pública.
Está comprobado que la conducta de los distintos cuerpos policíacos se ha convertido en un problema de máxima jerarquía que los gobernados sufren y que los que nos gobiernan están en la obligación de solucionar de inmediato. Si se hubiera hecho desde un principio no serían inútiles las promesas y declaraciones de exigencias éticas a los servidores públicos.
Veracruz no es, ni debió haber sido, el patio de Monipodio donde sean los policías los que mayores hazañas realicen impunemente contra la seguridad de las personas.
El pueblo veracruzano sigue esperando esos castigos ejemplares para los policías que entregaron a los jóvenes de Tierra Blanca a los maleantes, para así limpiar lo que debe estar limpio en Veracruz: cuando menos sus cuerpos de seguridad.
Que su presencia sea respeto, tranquilidad, confianza y no amenaza siniestra de atraco, de asesinato y de corrupción. Una misión imposible con este gobierno.


rresumen@hotmail.com

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