LA PLUVIOSILLA |
NARRATIVAS DEL NARCOTRÃFICO: PERIODISMO DE VODEVIL Y FICCIONES TRASNOCHADAS |
Actualizado: Jue 15 de Agosto |
Adán Cabral Sanguino __________________________
Con las recientes elecciones federales y el próximo juicio en contra de Ismael “El Mayo” Zambada en la corte de Brooklyn, Nueva York, ha resurgido, de manera recalcitrante, un pseudoperiodismo que vive del escándalo, inventa historias surgidas de chismes y sobreexplota el tema del narcotráfico en nuestro país. Los cánones clásicos del periodismo estipulan que la noticia debe ser veraz, oportuna y sustentarse en los hechos concretos que la generan. No obstante, Umberto Eco, al reflexionar sobre la prensa responsable en De la estupidez a la locura, señala que las noticias se deforman al circular entre periódicos e internet. Aunado a ello, el experto afirma que en la red abundan los necios que no dicen cosas sensatas. En ese sentido, hay algunos periodistas que, en su momento, tuvieron espacios estelares en televisión; escribieron libros que, en su época, alcanzaron altas ventas o, incluso, hasta es probable que tengan algún vínculo con la DEA, pero que, actualmente, sus carreras han decaído. Necesitan sobrevivir. Y por eso fabrican relatos con montajes o “fuentes anónimas” que sólo confunden al público. Recordemos los casos mediáticos de las detenciones de Rafael Caro Quintero, Joaquín “El Chapo” Guzmán, Édgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, y Miguel Ángel Treviño Morales, por ejemplo, y vendrá a nuestras mentes la rimbombancia de los medios de comunicación. Es una situación oportunista que parece repetirse en esas circunstancias. Sin embargo, Marcelo Bergman, en su libro Drogas, narcotráfico y poder en América Latina afirma que, en México, casi todos los “capos” de los grandes carteles están presos o muertos, y aun así la droga sigue fluyendo y la violencia se mantiene muy alta. Desarticular grandes organizaciones y líderes no asegura la reducción de la oferta de estupefacientes ni las ganancias del crimen organizado. Esto implica que el gobierno deberá buscar otras alternativas de solución que complementen la contención. Pero volviendo al periodismo de vodevil, ese que no se reinventa y sobrevive de refritos con personajes del hampa que podemos considerar ya históricos, y cuyas narraciones han sido demasiado manoseadas en los medios y algunos “best sellers” de ínfima calidad periodística –pues, de los actuales líderes mafiosos, pocos hablan-, Héctor Domínguez Ruvalcaba, en Nación criminal, asegura que las narrativas ficcionales y no ficcionales, las de la literatura, la historia, el cine, la plástica [y agrego el periodismo] nos permiten sacar a la luz y comprender el sentido de lo legítimo, lo tolerado, lo obligado y lo temido en las historias criminales mexicanas. Y de ahí parten periodistas como Anabel Hernández, Carlos Loret de Mola, Jorge Castañeda o Joaquín López Dóriga, quienes convierten la realidad en ficción, y construyen narrativas delincuenciales –por lo que cuentan y la manera como las describen-, haciendo del periodismo un acto de fe que debemos creer a pie juntillas, pero que, ante organizaciones como el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación o la Fundación Reuters, no tienen credibilidad. E, incluso, funcionarios del gobierno federal los han invitado a que presenten sus pruebas para proceder legalmente si fuera el caso, pero no lo hacen. Prefieren seguir siendo cuentacuentos de la criminalidad. En contraparte, algunos youtubers y portales de noticias que ejercen un renovado periodismo digital y no dependen del gobierno, se atreven a informar con objetividad y sin cortapisas sobre cualquier tema de seguridad nacional. Ojalá sigan con esa línea de trabajo y nosotros, como público, debemos asumir una postura crítica y selectiva al acceder a contenidos periodísticos para no caer en la desinformación, como en el caso de noticias y reportajes sobre el narcotráfico donde hacen del crimen una historia de burlesque.
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