MOMENTO DE ACOTAR |
Oportunismo PolÃtico |
Actualizado: Lun 24 de Marzo |
Francisco Cabral Bravo __________________________
No soy antropólogo ni filólogo para darle significado a las palabras. Trato de darme una explicación de lo que vivimos desde mi disciplina. Lo que veo es que nuestra agenda pública oscila en temas que dan espacio a nuestros distintos Méxicos. Es tiempo de reconocer que el pasado reciente, con intentos modernizadores exitosos y otros fallidos, debe ser revisado. Y que necesitamos replantearnos la ruta a seguir. Me gustó mucho un artículo de Fausto Hernández publicado en la sección Forma y Fondo del periódico Reforma. El léxico del país ya no puede ser de contrastes, sino de inclusión, uno que emerja de un entendimiento social renovado, de un compromiso con nosotros mismos. La presidenta Claudia Sheinbaum da muestra de entereza y gallardía para afrontar la adversidad. Es hora de apoyar al gobierno sin pronunciar el derecho de señalar errores. En otro tema, el género de la caricatura política distingue una cualidad que se descubre con una mirada en la gráfica que puede ser capaz de decir todo bajo el trazo inteligente del caricaturista. Más que la osadía de la metáfora hecha dibujo, la caricatura es capaz de hacer mortales a los hombres del poder, los convierte en seres terrenales bajo el precipicio de una determinada realidad en su andar político y público. El género es desgarrador, a nadie se le puede ir y en su trazo que juguetea sobre el cartón, lo mismo cabe el estadista, el político ramplón, el pillo, el acomodaticio, el cacique, el exiliado prófugo o escapista, el burócrata sin fin o el bravucón. Sabe retratar la variopinta de los actores políticos y como las coplas de un son veracruzano, que son como flecha directa al pecho, la caricatura es capaz de probar al personaje que es caricaturizado. En esa realidad única, Jesús Reyes Heroles, tuvo la virtud de que la caricatura que de él se hacía, formalizada la solicitud al propio caricaturista para tener el original. No era un ejercicio de censura porque ya estaban publicadas, sino de hacer una colección que con el paso del tiempo se convirtiera en testimonio de los diversos paisajes que el tuxpeño desempeñó en la vida pública de México. Esa costumbre retrata político que leía en los diarios, se reunía con los columnistas, ensayistas, intelectuales, refugiados y los propios caricaturistas, vocación hoy que es vista como pieza de museo en una sociedad cegada por el vídeo inmediato, la cortedad di el mensaje o el desprecio por el debate de las ideas, sí existen. Jesús Reyes Heroles constituyó una atípica mezcla entre el hombre de letras e ideas y el animal político que describió Aristóteles. “Pecador” por su bagaje académico, guardián del liberalismo mexicano y de la ideología revolucionaria. Fue un celador de la institucionalidad del Estado mexicano hasta el punto de ser combatido por propios compañeros del partido. Si de la academia era ingrato para algunos tomar el camino político, otros sin darse cuenta de que la política es ideal y acción, les reprimieron él hecho de que un académico estuviera en los corredores del poder real. Reyes Heroles entendió que el rigor de la academia y la búsqueda para tejer el futuro en el estudio de la historia, no era un ejercicio para sólo publicar ensayos y libros. Ante todo, era la primera mirada y esbozó para entender al Estado mexicano y sus latentes amenazas, lo mismo que del exterior que de sus adentros más recónditos. Sin esa pasión por el estudio de la historia no hubiera podido emprender su agudo sentido por la vida política, aquella que nunca dejó de acalambrar el alma; pero también que regocija el espíritu cuando la misión social es el apoyo estado laico, como definió el socialdemócrata ecuatoriano, Rodrigo Borja. El veracruzano supo que no realizaba una tarea redentora; pero al fin y al cabo consciente de que como hombre de su tiempo, sí quería participar en el devenir histórico de su nación, tenía la necesidad de ser un hombre del engranaje político. Sabía que retomar el eco de la primera revolución social y despejar al “México bronco” que “duerme y no hay que despertarlo”, pasaría por la apertura democrática del sistema político. En otro contexto el mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y aceptar el futuro en lugar de imaginarlo. (Eduardo Galiano). Las ciudades, concebidas como espacios de encuentro, progreso y cultura, se han convertido en muchos casos en escenarios de deshumanización. La vida moderna, con su ritmo acelerado, su arquitectura impersonal y su dinámica social fragmentada, tiende a reducir a las personas a meros usuarios, consumidores o transeúntes anónimos. Este fenómeno, conocido como deshumanización, no solo afecta la calidad de vida de los habitantes, sino que también cuestiona al sentido mismo de lo que significa vivir en comunidad. Analizar las causas, manifestaciones y consecuencias de este proceso, así como las posibles soluciones para recuperar la humanidad en las ciudades es una de las prioridades del siglo XXI. El crecimiento descontrolado de las ciudades, impulsado por la migración masiva del campo a la urbe, ha llevado una saturación de los espacios y los servicios básicos. En muchas metrópolis, la prioridad ha sido albergar a la mayor cantidad de personas en el menor espacio posible, dando lugar a barrios marginales, edificios impersonales y una infraestructura que no responde a las necesidades humanas. Avenidas gigantescas, puentes elevados y estacionamientos masivos han fragmentado el tejido social, priorizando la movilidad sobre la habitabilidad. Esto ha generado espacios públicos vacíos, inseguros y carentes de vida comunitaria. La deshumanización urbana tiene efectos profundos en la vida de las personas. Aislamiento social, el ritmo acelerado y el entorno hostil contribuyen a problemas como la ansiedad, depresión y el agotamiento. Desigualdad y exclusión, la segregación espacial y económica profundiza las brechas, generando resentimiento y conflictos. Es imperativo rehumanizar a las ciudades. La deshumanización urbana no es un destino inevitable, sino el resultado de decisiones políticas, económicas y sociales. Las políticas de vivienda deben garantizar no sólo un techo, sino también espacios que fomenten la convivencia y la identidad. Recuperar la humanidad en las ciudades es, en última instancia, recuperar nuestra capacidad de vivir juntos, de cuidarnos y de construir un futuro común. En otro orden de ideas por la rapidez y la profundidad de los acontecimientos en América del Norte, Canadá, E.U de América y México, y buena parte del resto del planeta, nadie puede negar las posibilidades de que en algún momento únicamente los héroes ficticios de películas y de folletines podrían resolver los graves problemas de la región. El “nuevo orden” según Trump. Mientras son peras o manzanas, y se sopesan en forma realista las “órdenes ejecutivas” del magnate, este puesto de cabeza la Tierra, ahora afirman que el Tío Sam ya no es “alguien de confiar”, sino todo lo contrario. De tal suerte, no hay seguridad de que, pese al poderío estadounidense, ni el Capitán América, ni el verde y fuertísimo Hulk, superhéroe ficticio de Marvel Comics, Invadan por la fuerza territorio canadiense, ni las gélidas extensiones buena groenlandesas donde sus habilidades han manifestado que en un país no existe ni el más mínimo interés hoy en pasar a formar parte de las estrellas del lábaro estadounidense. En este escenario, México ya cuenta con su defensor en el famoso personaje ficticio de folletín llamado Kalimán, acompañado, a su vez, por el pequeño Solín. El superhéroe de la radio y después de revista, que se hizo famoso en los años 60 del siglo pasado. Serenidad pequeño Solín. En estas circunstancias, en medio de una grave crisis política en la relación bilateral entre Canadá y Estados Unidos, el Partido Liberal Canadiense nombró al economista, católico prácticamente, Mark Joseph Carney tecnócrata y banquero con mucha experiencia en los mercados financieros, aunque sin experiencia de los laberintos políticos, el cual tendrá que enfrentar al delicioso republicano Donald Trump. El programa que le espera al ex banquero no es nada halagüeño.
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