DESDE CATALUÑA |
Protagonistas y antagonistas |
Actualizado: Sáb 29 de Marzo |
Amadeo Palliser Cifuentes / Barcelona __________________________
Es sabido que es habitual que, en todos los ámbitos, queramos sobresalir o, todavía mejor, ser el centro de atención, ya que así nos sentimos más valorados y admirados, es decir: tener nuestros cinco minutos de gloria. Pero, asimismo, vemos que hay personas que tienen esas ansias desorbitadas y, como no, entre ellas muchos (o todos) los políticos, ya que buscan monopolizar los relatos, y ese afán excesivo es perjudicial, como explico a continuación.
La competitividad política se basa en la ‘necesidad’ de tener y querer sobresalir siempre sobre sus oponentes, como si fueran niños que precisan construir su personalidad independiente.
En la infancia, la educación permite ir modulando ese afán; pero, en la fase adulta, ese rasgo desmedido denota una personalidad histriónica, pudiendo llegar a mostrar personas con trastornos esquizotípicos de la personalidad.
Hay un refrán anónimo que dice: ‘Nadie que sea grande de verdad necesita llamar la atención, ni figurar todo el tiempo. Cuando alguien es realmente brillante, hace ruido hasta en silencio’. Asimismo, Winston Leonard Spencer-Churchill (1874 – 1965) dijo: ‘Un problema de nuestra época es que la gente no quiere ser útil, sino importante’. Y Albert Einstein (1879 – 1955): ‘Si quieres entender a una persona, no escuches sus palabras, observa su comportamiento’.
Pues bien, estos días tan convulsos en los que nos quieren imponer el ‘ardor guerrero’, utilizando como señuelo todo tipo de amenazas y temores (el kit de supervivencia es un claro ejemplo), vemos que los políticos como Úrsula von der Leyen, Mark Rutte y, cómo no, Pedro Sánchez, ‘motivados’ por el impresentable Donald Trump, quieren mostrarse como protagonistas, como verdaderas estrellas de Hollywood.
Pero claro, desconocen que, etimológicamente, el término ‘protagonista’ tiene su origen en las expresiones griegas ‘protos’ (primero) y agon (agonistis: luchador, lucha, combate, partido), es decir, que son los primeros en ir a la lucha.
Si bien constatamos que, como en todas las guerras, los políticos y los grandes generales, siempre se quedan en sus despachos, y envían a sus tropas, como carne de cañón.
Del término ‘agon’ deriva también ‘agonía’ (angustia y congoja), y eso es lo que sufren esas tropas, y lo que quieren que padezcamos la ciudadanía en general, pues esa es su estrategia para que, finalmente, veamos como ‘justo y necesario’ el gasto multimillonario y suplementario en armamento.
Por todo ello, podemos constatar que esos pseudolíderes políticos, más que protagonistas, son antagonistas (de antagonistis, ‘anti’ opuesto y ‘aginistis’ luchador)
La raíz indoeuropea ‘ag’ del mencionado ‘agon’, expresa: conducir, guiar. Pero para eso, se ha de estar en primera fila, si se quiere llevar a cabo correcta y coherentemente esa función, que lleva inherente el acompañamiento.
Y todo eso nos lleva a la necesaria empatía, es decir, la capacidad de entender el pensamiento y sentir de las otras personas. Hay un refrán que dice que ‘todos los pájaros (y aviones) necesitan dos alas para volar’, y tomando esa metáfora, podríamos considerar que una de las alas somos nosotros y la otra ala son los otros.
Pero vemos que los políticos siguen ejerciendo las viejas prácticas, y un claro ejemplo lo hemos tenido esta semana, tanto en el congreso de los diputados, como en el parlament catalán, tratando el caos de Rodalies (trenes de cercanías), ya que reprobaron a la consejera de territorio, vivienda y transición ecológica, Silvia Paneque, pero, con la abstención de ERC (con la excepción de Mar Besses, representante de la juventud republicana, que votó a favor de la reprobación. El PSC/PSOE y los Comunes fueron los únicos que apoyaron a esa consejera, pero fueron minoritarios. También fue reprobado el ministro de transportes, Óscar Puente, con la abstención, también de ERC.
Esas abstenciones fueron necesarias para que prosperasen las mencionadas reprobaciones, pero, políticamente, mostraron una manera de oposición próxima a la ejercida anteriormente por Convergència i Unió, es decir, la conocida por ‘la puta y la Ramoneta’. Una oposición, pero descafeinada, para no ‘molestar’ en exceso a Pedro Sánchez.
Es verdad que esas reprobaciones tienen una significación y lectura política, pero no son de obligado cumplimiento, pues ni Pedro Sánchez ni Salvador Illa tienen la obligación de cesar a Puente y Paneque. Más bien, siempre pasa al revés, pues las personas reprobadas, se ven fortalecidas por el apoyo de sus jefes de filas. Lo vimos con el ministro de interior, Fernando Grande-Marlaska.
Y ese ‘juego’ político tiene su lógica partidista de vuelo gallináceo, pero no es del agrado de la ciudadanía, pues entendemos que esa praxis confirma que sólo les interesa su propia imagen y la de su partido. Y desprecian la representación mayoritaria expresada en los parlamentos.
Esta mecánica política pueden hacerla ‘gracias’ a la configuración de listas cerradas (controladas por los líderes) y la disciplina de voto; y, así, los políticos de esas candidaturas son los máximos ejemplos de personas con el repetidamente citado síndrome del esclavo satisfecho. Síndrome que, por extensión, intentan contaminarnos a toda la ciudadanía, sometida por el miedo, como vemos ahora por el ardor guerrero que, sibilinamente, nos están inoculando.
Y ese ardor guerrero, como himno carpetovetónico del ejército de infantería, se basa en ‘el amor patrio henchido el corazón. Entonemos el himno sacrosanto del deber, de la patria y del honor (…) escucha España la canción guerrera, canción que brota de almas que son tuyas (…) nuestro anhelo es tu grandeza, que seas noble y fuerte (…) Si al caer en lucha fiera ven flotar victoriosa la bandera, ante esta visión postrera, orgullosos morirán (…)’. Y ya no digamos, si recordamos el himno de la legión, ‘el novio de la muerte’.
Y ese espíritu castrense español, efectivamente, no es una buena carta de presentación para participar en la organización de un futuro ejército europeo que, lógicamente, debería estar preparado para un futuro tecnológico multidisciplinar, y con un elevado nivel de empatía y de cooperación, es decir, de humanidad.
En definitiva, los independentistas catalanes lo tenemos verdaderamente crudo, por eso estoy convencido que sólo tenemos una escapatoria posible y, para ello, deberíamos concienciarnos para volver a ser los verdaderos protagonistas de nuestras vidas y de nuestros sentimientos y deseos de independencia, y actuar en consecuencia. Todo depende de nosotros, o volvemos a ser protagonistas, o seguiremos como antagonistas.
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