26 de Diciembre de 2024
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Museo Ex Hacienda de El Lencero
> Cuenta con muebles, objetos y recuerdos propios de la época en que se construyó > La higuera que permaneció por más de 500 años, fue derribada por la lluvia a principios de este mes

2016-07-21 - 09:55
El Museo Ex Hacienda de El Lencero fue una hacienda mexicana, ubicada en el municipio de Emiliano Zapata.
Fue construida en 1525 por Juan Lencero, un soldado de Hernán Cortés, tras recibir una merced real.
En sus inicios funcionó como una posada para los viajeros que se dirigían al puerto de Veracruz o a la ciudad de México.
Años después la posada diversificó sus actividades, y se agregaron: la cría de ganado, la reparación de carruajes, alfarería y el cultivo de algodón y caña de azúcar, entre otras cosas.

En 1935 Rafael Murillo Camacho compró 28 hectáreas de la hacienda y reconstruyó los edificios que se encontraban allí. En 1981, Agustín Acosta Lagunes, gobernador del estado de Veracruz, adquirió en 12 millones de pesos la parte principal compuesta por ocho hectáreas y ordenó la restauración de la casa principal. En la zona se ubican dos casas y una capilla. La primera que se observa es conocida como Casas de Monjas y anteriormente fue un convento. Ahora funciona como la cafetería del museo.

Hoy en día, la hacienda conserva su extensión de ocho hectáreas. Su casco es una construcción de dos pisos y de tipo colonial, con todas las habitaciones alrededor de un jardín con una fuente al centro.

En la cocina, el conjunto de utensilios, ollas de barro, vajillas de talavera y cucharas de madera, nos brindan la oportunidad de recrear la gastronomía mexicana de ese entonces; no es difícil pensar en los grandes banquetes para los nobles, generales y dueños de la hacienda, cuando uno está parado en este lugar.

En la planta alta se encuentra la sala de música, un lugar especial y muy apreciado, en donde los anfitriones e invitados tenían la oportunidad de manifestar sus sentimientos y aptitudes hacia esa expresión artística, y en el que hay instrumentos como un piano austriaco, una mandolina italiana de 1891 y un chelo que tiene más de un siglo de antigüedad.

En la parte posterior de la hacienda había un bellísimo árbol: una higuera que tenía una antigüedad aproximada de 500 años y un tronco con diámetro cercano a los tres metros que se elevaba para formar una hermosa copa por la cual la luz del Sol se filtraba entre ramas y hojas para formar múltiples haces de luz de diferente densidad. Sin embargo, por las lluvias de inicios del mes de julio, el histórico árbol se cayó.

La capilla, construida en un estilo ecléctico, es pequeña y al entrar a ella se siente un gran silencio y un sentimiento acogedor y de paz invade a sus visitantes. El altar de la capilla guarda una imagen de San José, y las imágenes que rodean sus paredes son admirables, desde el bondadoso y expresivo crucifijo hasta la dulce y tierna cara de Santa Teresa. Por fuera la custodia un árbol de nacaxtle, en el cual creció, en su centro, un nopal.

El 27 de mayo de 1842, el general Antonio López de Santa Anna adquirió la hacienda por una suma de 50 mil pesos. En la recámara principal está la cama de latón que perteneció a Santa Anna, cuenta con el escudo nacional y la corona de la época; hay un enorme ropero francés que le perteneció a la esposa del general Juan de la Luz Enríquez, María de Jesús Lago. Este ropero cuenta con cinco puertas, en la parte de abajo con cinco cajones, en la puerta lateral izquierda otros cinco cajones y detrás del espejo iban los vestidos. Su cualidad es que las personas que se reflejan en él se ven más altas y más delgadas.

Cuenta con un manantial y un lago que fue usado como alberca, donde vivía un cisne negro que permaneció ahí durante 50 años y la leyenda refiere que ese cisne era el alma del general Santa Anna, mismo que custodiaba el lugar.

De igual manera, se conservan dos carruajes de madera que se utilizaban para viajar de Xalapa a Veracruz, una máquina de coser de aquella época, así como un tocadiscos de acetatos.

Entre los diversos jardines de la ex hacienda, podemos observar una gran vegetación, en la que predomina la planta heliconia o pico de tucán.

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