Es cierto, peor que la violencia es la indiferencia.
Lo de la muerte del joven portero de la Sub 15, Alan Quevedo, tras la balacera de Arboledas San Román, enciende de nuevo los focos rojos de la inseguridad, mismos que por cierto no son los de la torreta de la patrulla de Arturo Bermúdez, como sardónicamente lo justifica.
Este hecho, aunada la violencia criminal de la última semana, pone en entredicho el triunfalismo del “no pasa nada” según gobierno, Seguridad Pública y la propia Procuraduría del estado.
El tema de la inseguridad, que ya regresó por sus reales a Veracruz, dejó de ser simple comentario de La Parroquia.
Empresarios, comerciantes y amas de casa se han alzado en protestas. Hay miedo en las familias veracruzanas. Las bandas delincuenciales están azotando Xalapa; el crimen sentó sus reales en el puerto; el corredor Córdoba-Orizaba dejó de pertenecer a sus habitantes y se está perdiendo la tranquilidad en zonas como Filomeno Mata tras el asesinato de Efraín Márquez Cruz, quien fuera síndico único del ayuntamiento, hecho ocurrido el miércoles pasado cuando viajaba en un automóvil en compañía de su esposa y de su hija.
Y las desapariciones forzadas no han parado.
El sábado pasado se reportó la última. Desapareció en Coatzacoalcos la joven Lizbeth Jiménez, de 15 años, estudiante de la telesecundaria Adolfo López Mateos.
La gente ya no quiere salir de sus casas.
Confían en el Vecino Vigilante y Policía de tu Colonia, pero el asunto de la delincuencia organizada los rebasa.
Este fin de semana se registraron dos enfrentamientos en la zona conurbada de Medellín y Veracruz y el tiroteo ya descrito en Xalapa con un saldo de tres muertos y cuatro heridos.
Apenas la tarde del sábado un comando irrumpió en Sears del puerto, donde logró un botín de 500 mil pesos en relojes, y en Minatitlán la propia Policía Acreditable de la SSP irrumpió en seis domicilios rompiendo puertas, para introducirse en las casas y robar.
Vaya, pues, que en los últimos 90 días se han registrado 102 homicidios dolosos, 29 secuestros y 39 casos de extorsión, de acuerdo con cifras oficiales.
Desde luego que no se trata de reseñar la nota roja, sino destacar el miedo ciudadano, el guardarnos en sus casas por el temor de que secuestren a nuestros hijos o encontrarnos con un fuego cruzado o con –hoy sí– retenes de los cuales ya todo mundo desconfía.
En materia de seguridad y procuración estamos regresando al punto cero, tal como se arrancó en 2010.
Algo no cuadra. Algo no funciona. Todo se descompone.
Tiempo al tiempo.