Bien dice el propio “Pepe” Yunes que si no quieres calor no te metas a la cocina.
Después de seis semanas de ruido mediático en el que se apostó por un gobierno de dos años a otro de cinco; luego a uno de ocho años ¡con Duarte a la cabeza! , hasta la amenaza de meter a la cárcel a los corruptos cuando Héctor Yunes sea gobernador, incluido ese embrollo del supuesto asalto a la casa de uno de los chavos Yunes y las advertencias del furioso –siempre lo está– Miguel Ángel Yunes Linares…
Bueno, después de todo ello las aguas regresan a la calma.
El Congreso del estado, por orden superior, saca el tema de la homologación electoral, que contempla precisamente, entre otras cosas, un gobierno de dos años y Javier Duarte sale al paso señalando que “¡cuál es la prisa!”, mientras Julen recula pretendido debate con Miguel y todo este desmadre regresa al punto cero.
Hay quien opina que la orden vino del centro.
Hay quien asegura, sin embargo, que toda la tenebra parte de Palacio de Gobierno para advertir que aún faltan dos años, una elección federal antes y una iniciativa de reforma que contempla la revisión de la cuenta pública estatal en el mismo año del fin del mandato.
El cambio de señal, sin embargo, de cara a la opinión pública deja en claro que la armonización electoral de Duarte no está consensuada con la familia política priista; que el poder central no quiere definir dado el ruido mediático provocado; que los actores locales no pueden revivir; que los aspirantes de Veracruz en el DF aún mueven la patita y que los Yunes rojos, “Pepe” y Héctor, no pudieron ser derribados en esta primera embestida.
Es de destacar, asimismo, que en toda esta refriega la postura estridente asumida por unos contrasta con la de respeto en el disenso asumida por “Pepe”. Fiel a su institucionalidad, caballerosidad y al respeto por las formas, se mantuvo en contra de la homologación electoral en el caso particular de la de dos años, pero nunca la plagó de admoniciones, amenazas o rupturas.
José Francisco Yunes Zorrilla acaso resultó como el más favorecido en este diferendo en el cual jamás se le fue a la yugular a Javier Duarte –como otros–, ni paró proselitismo, acaso lo atemperó y nunca bajó la guardia con supuestas negociaciones en lo oscurito.
Y si bien el desconcierto sacó de balance a los actores, la reyerta mediática permitió calibrar la solidez política de los aspirantes y confirmar que, en efecto, “Pepe” hace tiempo está etiquetado.
Hoy, sin embargo, la pregunta es: ¿Qué sigue?
Por lo pronto habrá de trasladarse al siguiente año tan espinoso tema, en el entendido que a la vuelta de 2015 los locales ya andarán en pos de la diputación federal; en segundo término que los ánimos electorales se enfrían este 2014 para volverse a calentar en 2015; en tercer lugar aproximar las definiciones sobre qué tipo de elección conviene más que a los Yunes a Veracruz, y en último término confirmar que Duarte eventualmente se cuidará de involucrarse abiertamente en tan delicado tema que tiene crispado al priismo veracruzano.
Y es que un gobernador media, propone, invita, sugiere, tira línea… pero cuando entra al quinto año de gobierno tiene que negociar, tiene que consensuar con los de casa y con los del centro, tarea nada fácil.
Así pues, el pleito de hoy se traslada para mañana.
Ya podrán los suspirantes seguir visitando las comunidades donde les guardan simpatías y sumando, en el entendido que si les vuelven a pretender arrebatar el feudo, ¡arde Troya!
A todo esto, quién fue el gran perdedor. No se sabe. Hay quien pretende que los grandes perdedores son Miguel y Héctor y, por supuesto, los locales.
Hay quien apuesta que en esta lista también habría que colocar a los del DF, incluido un tal Llorente, ¿hijo de Arturo?, que con calzador todos los días son insertados en el escenario político electoral veracruzano.
Veremos, dijo el ciego.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo