La política es la ciencia y el arte del convencimiento, la del uso del dialogo como medio para alcanzar un fin, pero también es el arte del engaño, acaso los filosofos más relevantes encontraron en el análisis del discurso político elementos para afirmarlo, pero por increíble que parezca también es la ciencia política encontraremos una gran carga de sorpresa.
Y esto viene al tema porque la mañana de este lunes el gobernador Javier Duarte sorprendió a propios y extraños para hacer uso de esa habilidad para la metáfora y el lenguaje, permitió descifrar que en él existen también habilidades de antropólogo social y hasta de psicólogo.
Cuando el gobernador Miguel Alemán Velasco en su faceta de escritor y periodista público su libro “Si el Águila Hablará” los mexicanos y veracruzanos, pudimos comprobar que tras toda una vida de trato con el circulo del poder, habría podido identificar una serie de síndromes que padecen los presidentes de la República –acaso estudiado en la figura de su propio padre, el presidente Miguel Alemán Valdés- hasta poco antes de la alternancia.
En dicha obra expresa que los políticos esbozan en su mayor cumbre seis morfologías distintas que nacen y mueren con los años de mandato. Quizá el refrán popular que afirma “el que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”.
Un tema relacionado con el “Decreto mediante el cual se autoriza al Ejecutivo del Estado a llevar la afectación de las participaciones en ingresos federales como fuente alterna de pago o como garantía de obligaciones a cargo del Gobierno del Estado” fue suficiente para contestarle al diputado federal panista Miguel Ángel Yunes Linares.
Al asegurar que en Veracruz existen actores políticos que padecen el síndrome del perro chihuahueño, el mandatario Duarte de Ochoa, exhibió que o es un gran psicólogo o el tema del trato político no es lo suyo.
Existe una regla no escrita que se debe guardar una mediana compostura con tu adversario, con la finalidad de no demostrar que la ira y la irracionalidad, se anteponen al debate y al diálogo.
Las razones de su molestia, pudieran ser muy justificables, las constantes descalificaciones que Yunes Linares ha realizado a su mandato son elemento suficiente, pero, el político profesional para eso se prepara, para responder con altura y dejando con ello una muestra de clase, misma que se extinguió desde la llegada del Fidel-Duartismo.
La pregunta del reportero Carlos Alvarado bastó para que los veracruzanos conociéramos el nuevo síndrome que alcanzan según apunta el gobernador algunos políticos, la respuesta del mandatario estatal por si sola deja muestra de su forma tan peculiar de ejercer el poder.
“Quiero contestar hablando primero de un síndrome, que le llaman el síndrome del perro chihuahueño, esta especie canina a lo largo de su evolución, ha ido compensando su deficiencia física, a través de una forma de poder sobrevivir que es ladrando de manera estrepitosa y escandalosa, eso le ha permitido sobrevivir a lo largo del tiempo y ha trasmitido esa manera de poder desarrollar su mecanismo de supervivencia de generación en generación, lo mismo sucede en algunos casos, en donde no importa qué se diga, no importa cómo se diga, no importa si se tiene fundamento o no, lo importante es hacer escándalo, lo importante es generar polémica, este caso particular es al que me refiero, no existe ninguna asignación a ninguna empresa particularmente en lo que se refiere al concurso porque todavía ni siquiera se ha realizado para poder contratar a quien presente la mejor opción para que sea suministrado el servicio de energía eléctrica al estado, en una de esas derivado de la propuestas que existen, nos quedaremos con la propia Comisión Federal de Electricidad, aún no sabemos las propuestas que existen.” (sic)
Esperemos que la intención de dotar al gobierno del estado de energía eléctrica más barata generando con ello economías importantes al aparato de estado, prevalezca por encima de Síndromes y razas de perros, pues lo que realmente importa en Veracruz es salvar del atolladero a la entidad.

Al tiempo.

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