“Cuando la situación es adversa y la esperanza poca,
las determinaciones drásticas son las más seguras.” - Tito Livio.

Septiembre el mes de la patria y noviembre el mes del aniversario de la Revolución son para quienes encabezan un gobierno, meses de sumo cuidado en materia de gobernabilidad, quizá por el recuerdo de los movimientos revolucionarios civiles más intensos que ha enfrentado nuestro país.
En el ámbito nacional, la sensación es similar, aun más durante este 2015, cuando se está por celebrar un lamentable aniversario sin conocer la verdad real de lo que ocurrió con los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapan en el estado de Guerrero, que ha servido para nuevamente de escenario para ser el hazme reír del mundo, ante la fallida verdad histórica que tanto quizo cacarear el ex procurador Jesús Murillo Karam.
En el Palacio de Cobián sede de la Secretaría de Gobernación y en la Residencia Oficial de Los Pinos, residencia del presidente de México, el tablero de asuntos político-económicos-sociales está encendido, el foco rojo se apunta en el mapa nacional sobre una entidad del Golfo de México.
Veracruz, representa un tema urgente para la política del presidente Enrique Peña Nieto al que ya llego el momento de atender, al que no se le puede evadir más porque se está a meses de un proceso electoral local en donde lo que está en juego no es cualquier cosa, sino la permanencia misma del priismo en el gobierno federal.
A pesar de los pesares como dice una canción, y que los resultados electorales le han favorecido al mandatario Javier Duarte, para el presidente, Enrique Peña Nieto, la piedra en el zapato que representa su administración ante los serios señalamientos de malos manejos financieros y el hartazgo social en todos los rubros comienza advertir serias señales de desgaste y hartazgo para quienes detentan el poder en el estado.
Fuentes cercanas al mandatario estatal aseguran que su estancia en Casa Veracruz poco a poco se vuelve más tensa, comienza a expresar su fastidio y por desgracia algunos integrantes de su equipo actúan ya como verdaderos bucaneros del XVII y XVIII dispuestos a treparse a la siguiente nave que los lleve a continuar con sus fechorías.
Para el gobierno federal se comienzan a presentar tres grandes problemas en la entidad que la presente administración no supo atender: desempleo, inseguridad y falta de certeza para el asentamiento de inversiones privadas.
Desde el centro se analiza la posibilidad de buscar cambios drásticos que generen certeza social y confianza al electorado de cara al proceso de sucesión, en donde tampoco perciben la sana intensión de apoyar al tapado que despacha en el senado y que tiene por nombre Pepe y se apellida Yunes.
Estudian todos los escenarios, incluso la posibilidad de mandar al exilio al mismo titular del ejecutivo, allá detrás del Atlántico a un país donde el potaje, el jamón serrano y las gambas son una delicia.
Para el gobierno federal los cambios drásticos implicarían cambios de fondo en algunas dependencias, como Finanzas, Desarrollo Social, Desarrollo Económico, Seguridad Pública e incluso en la misma Fiscalía General del Estado.
Las quejas del empresariado y de los ciudadanos en materia de seguridad han comenzado a sonar como tambores en el centro, pues urge el cambio de estrategia ante el desorden provocado por grupos de la delincuencia organizada que operan con toda impunidad, pues los levantones, extorsiones y ejecuciones están a la orden del día.
Veracruz vive una tensa calma.

Al tiempo.

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