Francisco Cabral Bravo
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Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Cisneros, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando.
Ahí voy otra vez, estimado lector, “La esperanza es una gran falsificadora de la verdad”. Baltasar Gracián no deja margen, él busca al hombre prudente.
Quien fomenta la esperanza si sustento es un imprudente. La imprudencia nunca trae una buena cosecha.
Un año de gobierno. El paisaje muestra un país enconado, peleado con su pasado y también con su futuro. Con el pasado porque por decreto, todo lo que de él provenga está envenenado. La única forma es extirpar, dicen. Pero han arrasado purulencias junto con órganos sanos. No es metáfora.
Basta ver el sector salud. ¿Imprudencia?. No, crimen.
También peleados con el futuro porque, para ellos, es retorno. El capital humano del Estado languidece. ¿Ahorros?. No, estolidez perversa. Más allá del desastre de las cifras macro, inversión, empleo, crecimiento, etc, la lista de daños sociales y humanos ya es parte de la estela destructiva de la actual administración.
El inventario crece todos los días.
Pero lo que más aterra no son los yerros del primer año sino la mecánica que está detrás. “Ser buen entendedor”, sugiere Gracián al prudente, no puede ser entendido quien no lo sea.
Por qué hay tanto desazón, desconfianza, miedo.
La imprudencia nos gobierna. Muchas esperanzas infundadas y negación de las realidades.
La inconsciencia engendra inconscientes.
Lo que he notado es que los escritos que más circulan son aquellos donde crítico, por lo que sea.
Debiera preocuparnos lo que está sucediendo a través de reformas constitucionales, cambios legales o la simple emisión de reglamentos, circulares o decretos.
Quizá no estemos reparando en ello porque el torrente de acontecimientos y la frenética actividad presidencial no admite un análisis y debate a fondo de cada asunto.
Las consecuencias de estos cambios legales o reglamentarios están dando al traste con la protección mínima de algunos derechos fundamentales frente a actos de autoridad que los lesionan. Dejan a los individuos en estado de indefensión.
Ejemplos: 1- La Ley de Extinción de Dominio. 2- Ampliación de delitos graves, o sea, aquellos que merecen prisión preventiva oficiosa. 3- Reformas al Código fiscal de la federación y Ley de Delincuencia Organizada para equipar el fraude fiscal al crimen organizado.
Estas tres primeras leyes punitivas violan los derechos fundamentales por donde se led mire: te presumo culpable, te acuso, te mando a prisión, te congelo tus cuentas y remato tus vienes. 4- La ley de Austeridad Republicana. Con ellos se viola la libertad de trabajo.
5- La Ley de Remuneraciones a los Funcionarios Públicos. “Son susceptibles de ser responsables penalmente por el delito de remuneración ilícita”.
6- Ley de la Guardia Nacional.
Lo que está ocurriendo es alarmante, pero más alarmante es la pasividad frente a esta película que pasa frente a los ojos de todos y que, salvo algunas instituciones particularmente la CNDH, no denuncian.
¿Qué pasa con actores claves que saben bien de las consecuencias de estas reformas u órdenes ejecutivas y no se pronuncian?.
Y todo esto, solamente a nivel normativo, esto es, sin considerar la forma discrecional en que se sigue ejerciendo el poder en los casos de procuración y administración de justicia.
En otro contexto evidentemente Morena enfrenta el riesgo de confundir al partido y el gobierno como otros anteriores cuando alcanzaron la Presidencia.
El dilema de ser el partido mayoritario y no lograr la construcción de su vida interna conforme a reglas comunes y funcionales a una coalición heterogénea, a la que une básicamente la popularidad de AMLO y la expectativa de una estrategia exitosa para conservarlo a través de la revocación de mandato que aprobaron los senadores para lanzar la sucesión presidencial en 2022.
De cara a su Congreso Nacional, hay quienes desde dentro creen que Morena debe mantenerse como la coalición electoral que surgió en la movilización de la segunda candidatura de López Obrador en 2012.
De frente tiene la posibilidad de que avance un frente opositor de las fuerzas más grandes contra Morena para evitar que controle el Congreso y refrende la Presidencia.
Las posiciones más pragmáticas pugnan por configurarlo como “maquinaria electoral” y abrir el terreno a candidaturas externas ante la falta de liderazgos, a través del método de encuesta.
Es el camino que alumbra su jefe máximo y que aspirantes a la dirección, como Mario Delgado, piden “escuchar”.
En el cuarto año suele asomar el desgaste del ejercicio del poder y caí la popularidad presidencial, la principal fortaleza electoral de Morena con la robusta aprobación de su líder.
Pero los pronunciamientos sobre el proceso son confusos.
El primer proceso de Morena podría acabar en impugnación en tribunales.
Ante ese escenario, es posible que crean que, al menos, la revocación de mandato les permitiría lanzar una campaña de reposicionamiento del gobierno y sus resultados para transferir la popularidad de AMLO a las urnas en 2024.
Pero eso es mucha futurología.
Cambio de tema: “Cayó uno de los intocables, de los más polémicos y señalados de corrupción”. El controvertido líder del sindicato de Pemex Carlos Romero Deschamps.
Si con Romero Deschamps se acaba este linaje, está por verse. Por lo pronto, lo que vimos en días pasados es una versión del Quinazo utilizando otros instrumentos.
No el Ejército entrando en acción, como sucedió en 1989, sino la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP y sus mecanismos para mandar señales implacables.
Por eso ni todo el optimismo ni todo el desprecio son expresiones adecuadas ante los recientes hechos. Hay que comprobar si las acciones contra Romero Deschamps llevan también la intención de reparar la relación sin biótica que ha tenido el sindicato con el gobierno en turno o si simplemente se reedita con otros personajes, dando vida a la versión morenista de un Romero Deschamps.
Pero también es importante no dejarnos engañar.
La corrupción en Pemex no se detiene separando al corrupto líder sindical de sus filas. Es necesario implementar medidas de lo más diversas para tratar de llevar buenas prácticas a una empresa en la que ha predominado lo contrario.
Para desterrar la corrupción de Pemex se tienen que reformar o reforzar sus esquemas de gobierno corporativo, Para que exista una verdadera rendición de cuentas del cuerpo directivo hacia el Consejo de Administración. Este Consejo debería representar a los accionistas de la empresa que en teoría, repito, somos todos los mexicanos. Hay mucho trabajo y literatura que exponen los mejores modelos y la forma más eficiente de implementarlos.
Dicho lo anterior nos debe quedar claro que cambiar la vida de Pemex implica mucho más que echar a patadas al líder sindical corrupto.
Y si bien el hecho genera esperanzas, no puede confundirnos sobre sus alcances si todo lo demás permanece igual.
La UIF no hace las veces de un buen sistema anticorrupción o un buen sistema de integridad.
Teniendo AMLO un cajón con distintas herramientas para lograr esos objetivos, se queda con la amenaza, aprieta, pero no va a cambiar a México.
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