Lenin Torres Antonio
La democracia se define como el gobierno del pueblo, y hemos pensado por mucho tiempo que es la mejor forma racional y civilizada para organizar la vida en sociedad de los seres humanos, y ejercer la autoridad en los asuntos de la ciudad o de la cosa pública. Es para Occidente la democracia su mejor legado al mundo humano moderno y no ha dejado de enarbolarla como su bandera en sustitución de la Cruz en su demo-cruzada (guerras) por convertir a los bárbaros.
Vivimos tiempos de cambios, la pandemia del coronavirus no sólo enmarca la fragilidad de la naturaleza humana, sino también acelera cambios en el mapa geopolítico e ideológico, y fundamentalmente en sus mitos y demonios, se evidencian los desgastados modelos del poder que por mucho tiempo habían controlado al mundo y servían de parámetros conceptuales-míticos, ideológicos y económicos a seguir, y había un país que se los había apropiado. Hoy vemos como el sueño americano se convierte paulatinamente en la pesadilla del mundo, ya que sus desgastadas y anquilosadas estructuras de poder, la limitadas orientaciones de su organización social y la imagen deteriorada de progresista dejan ver sus contradicciones, una de ellas, la incapacidad de hacer en la realidad justicia social, a causa de una desigual lucha entre las eternas élites y las minorías que no han podido ser incluidas, negros, latinos, supremacistas blancos, en fin, el mismo mosaico cultural se tambalea por la imposibilidad de ser expresadas en una sólo cultura sin contenidos, al final de cuenta, la era del vacío de la que hablaba Lipovetsky resulta la mejor forma para describir en los tiempos actuales de los Estados Unidos de Norteamérica.
Muchos pensarán que el colapso de la era de Trump es un problema puntual de un bisoño y excéntrico-rico venido a político que sin la experiencia de la vetusta y habitual clase política no supo ejercer “sabiamente” el poder e imponer la supremacía imperial de los Estados Unidos de Norteamérica, y que ahora lo quieren alejar de los botones que disparan las armas atómicas porque enloqueció al exhortar a un insurrección ante el fraude electoral cometido para sacarlo del poder, y que fue el peor error que cometió los ciudadanos del vecino norte, al elegirlo su presidente; y no la punta del iceberg de la caduca estructura política-social basada en una economía ficticia que tiene como único contenido lo lúdico y el placer, las carreteras virtuales adictivas que enajenan y pervierten los maltrechos cerebros de los humanos para poder ser explotados, aunque en lo real, su mercado paulatinamente se fue inundado por productos chinos, y una identidad basada en un psicología narcisista yoica contraria a lo que subyace a la democracia que es el concepto de comunidad.
Trump no fue un tonto, reflejó lo mejor del comportamiento del imperio americano, tratando de recuperar tardíamente el poder en el mapa geopolítico del mundo, y volver hacer real el mantra sagrado de su clase política America first, sabía que la lucha estaba afuera para estabilizar la frágil armonía interna, lo cierto es que Trump más que un hecho aislado representa la decadencia de occidente encabezada por los Estados Unidos, y la toma del Capitolio por la extrema derecha el reflejo de una la conducta bárbara y hostil habitual del promedio del estadounidense.
Hay que recordar la primavera árabe que provocó cambios geopolíticos en el medio oriente. Emblemático es la caída del dictador de Libia Gadafi, atrapado por la muchedumbre y posteriormente ejecutado de forma sumaria, se ponía como el mejor de la contribución de las redes sociales que sirvieron para organizar dicha insurrección de bandas y extremistas al acecho, que sin censura de las redes sociales podrían llevar al fin “el pensamiento democrático y libertario de occidente” al mundo árabe, aunque en la realidad las mejoras en el mundo árabe por los aires libertarios de occidente no se palpan. Hoy vemos como paradójico, viendo violentados sus ideales y la imagen del ejemplo de vida en sociedad del otrora imperio norteamericano por sus propia gente, la inmediata censura a su propio presidente por parte de las principales redes sociales Facebook y Twitter, con el argumento falaz que es un peligro para la democracia estadounidense, en todo su esplendor vemos cómo los medios virtuales de comunicación se han venido apuntalando como un verdadero poder y no es democrático, nadie los eligió ni los voto para ejercer tal poder.
Es interesante ver la desesperación de infinidad de medios comunicación, así como en las declaraciones de los políticos y aliados del Imperio insistir en mostrar la toma del Capitolio como un acto vandálico y de la marginada extrema derecha, queriendo salvaguardar la imagen imperial de excelencia y ejemplo democrático y civilidad, pese a practicar los Estados Unidos de Norteamérica una democracia indirecta arcaica que puede hacer gobernar a una minoría en contra de aquel que puede tener la mayoría del voto. Vemos pues, la caída del Imperio, y como el mundo occidental tiene que elegir a un nuevo líder, a un marco de referencia conceptual que le permita mantener el sistema neoliberal como la forma más refinada del mundo moderno, aunque creo que el desgaste es terminal, y no creo que con el simple poder atómico y de sus armas, y la inteligencia judía que le sostiene, sea suficiente para rescatar el ideal occidental.
Ahora podemos observar, cómo se dibujan en el mapa geopolítico del mundo que las fuerzas occidentales, otrora dueñas del mundo, Europa, Estados Unidos y sus aliados tienen ante sí la imperiosa labor de recomponer su economía y el modelo ideal post-democracia con que presentarse ante el mundo, porque la imagen del bisonte dirigiendo el Capitolio es un alter ego mediocre y pobre, y sus connotaciones salvajes y bárbaras le hacen retroceder históricamente.
Así también, podemos observar como el eje materialista ruso-chino, quienes sin desgastes de consideración han aprovechado posicionarse ante la debilidad de occidente. Sin responder ni sostener los mitos constitutivos democráticos y del hombre racional han mantenido una posición donde sólo vale la economía y el desarrollo armamentístico, posición peligrosa para el mundo, pensando en que la pandemia del coronavirus tiene que ver con la pérdida de equilibrio entre el nomo y la physis. Principalmente hay que ver cómo China ha encabezado una colonización salvaje y devastadora con los recursos naturales de muchísimos países de África, Asia y América latina.
Este panorama también podríamos describirlo como las dos visiones, una, apelando a la democracia como el referente que permite coherencia entre economía y política, y otra, que tiene que ver con la poca importancia de la democracia en su desarrollo político, es decir, mientras occidente vive su economía tratando de observar su falaz “deber ser”, y que esté en coherencia y concordancia con la ética, la sustentabilidad, y la democracia, aunque en muchos casos, termina por no importar, China y Rusia simplemente ejercitan una economía directa salvaje depredadora.
Si por mucho tiempo nos admiramos del fierro carácter alemán para surgir de las cenizas y auparse como una potencia en Europa, ahora nos admiramos de la emergencia de China como una potencia que le compite a nuestro otrora poderoso vecino del norte, incluso, hay cierto placer en ver esa nueva rivalidad al imperio norteamericano, más por nuestros años de vivir con la bota americana en el cuello, que por un análisis serio de lo que podría significar vivir bajo la bota del imperio Chino, aunque de una forma ya lo vivimos, ya que los mercados de américa están inundados de productos chinos.
Por un lado, la economía china desideologizada, des-filosofada, realmente representa un mayor peligro mundial, pues si como dice Chomsky, de por si el capitalismo accidental es salvaje, aun con esos mitos y prejuicios ideológicos y ético, el capitalismo sin ideología Ruso-Chino es primitivo, y si hay que destruir montañas y hacer fracasar anticipadamente el futuro ecológico del mundo, lo están y continuarán haciendo en África, América e indochina, sin miramientos, su actuar es primitivo, no en el sentido, de que no tengan inteligencia, sino en el hecho de no medir el daño que puedan estar causando en un mundo interrelacionado en todos los sentidos, en el sentido de no estar acompañada de una ética pública del bien y el bienestar; su actuar recuerda el actuar de los europeos del siglo XV y XVI en África y América.
En esa nueva polarización mundial y la lucha de “vacíos”, surge la oportunidad de los países cómo México de impulsar una agenda para hablar del futuro social y tolerancia del mundo, y preparar el terreno para el arribo de la Gran Política, pero para ello, hay que desmitificar a la clase política, conjurar el hechizo del lenguaje de la sumisión, y darnos cuenta de que son construcciones de la cultura que se han interiorizados (introyectados) en el inconsciente de los pueblos. El camino es hacer clínica del ente (lo social) para hacer consciente esa inter-subjetividad humana, posibilitando que “el mito de la igualdad de la democracia sea real”, si queremos insistir en el modelo del Estado democrático occidental.
Observemos que la casta del poder se está resistiendo y está haciendo todo el uso del poder para evitarlo y mantener el statu quo, por lo que se necesita que, de igual forma, hagamos todo el uso de los espíritus de los pueblos y el poder de las inteligencias para que el trono de los reyes caiga y emerjan, ahora sí, el poder de los iguales y terrenales.
No olvidemos que hay una clase asceta que controla al mundo, y que ha construido una narrativa que posibilita el sistema de dominio, y los instrumentos legitimadores, y esta clase nunca está dispuesta a ser sustituida.
Hay que eliminar el sistema de castas (clases), tambalear la casta en el poder para que reaccione y entienda que hay un sólo mundo, su enmascaramiento con la ideología (izquierda y derecha) los ha hecho mantener los privilegios y el poder de la vida social, cultural, económica y política, ahora que sus propias conductas corruptas y violentas los han evidenciado se unen y resisten para evitar que se colapse el sistema de castas, de clases, que por cierto son dos: la casta de los ricos y la casta de los pobres, paradójicamente no es la cultura, el folclor o la tierra lo que hace la diferencia, la diferencia la hace una visión empobrecida del hombre único, y la visión agotada de un liberalismo injusto e incoherente, que deja sólo dos clases, los muchos que no tienen y los pocos que tienen todo, una geopolítica que sigue sometiendo a la gran política humana.
El hombre histórico ha llegado a su término, y las letras del segundo testamento se han agotado, un nuevo evangelio debe emerger de las cenizas de nuestra historia universal, y las opciones se limitan a perecer en la conflagración de nuestras células, o emanciparse hasta llegar al infinito, continuando, siendo humanos.
Enero de 2021
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