Francisco Cabral Bravo
Decíamos en líneas anteriores que sí del lado del poder llegan a comentar lo que sea y con una frecuencia que abruma ¿porque los críticos de un gobierno que así se comporta tendrían que limitarse a los hechos, que a veces lucen aburridos o nada efectivos para desmontar la avasallante propaganda oficial?
AMLO abusa de las verdades a medias, de los datos sin fundamento, de aseveraciones imposibles de cotejar, y lo mismo niega frecuentemente la realidad que fórmula anuncios o promesas cuya viabilidad o veracidad, al poco de ser formuladas, comienzan a crujir sin remedio.
Estamos a cuatro meses de la elección, valga la repetición, más grande de la historia de México. Pero también las intermedias más relevantes, después de aquellas de 1997, para definir el rumbo de la segunda mitad del sexenio y la futura configuración del sistema político mexicano.
No es exagerado decir que la diferencia entre un resultado y otro, en el caso de la elección de diputados federales, será un presidente frustrado con mucho poder legislativo capaz de enmendar la Constitución para hacer historia en un futuro lejano frente a los escasos resultados materiales de su gobierno, un presidente frustrado con poder acotado por el Congreso qué llevaría, inevitablemente, a un enfrentamiento entre poderes de la Unión.
Y digo un presidente frustrado porque la situación económica, de salud pública y de inseguridad es de tal gravedad que AMLO, a pesar de sus intenciones, difícilmente dará buenas cuentas en los siguientes tres años, aunque sus programas sociales estén llevando bienestar inmediato a un segmento amplio de la población.
Todo lo anterior, empero pareciera que le cuesta poco al gobierno de Morena, manipular la verdad no se ha traducido hoy en una merma significativa de las probabilidades en los próximos comicios del partido en el poder.
Hasta ahora Morena sigue siendo el partido favorito, aunque lejos de lograr los triunfos de 2018. Será el partido más votado para la renovación de la Cámara de Diputados, pero no alcanzará de la mano de sus aliados, la mayoría calificada (2/3) de la que hoy casi goza.
Respecto a las 30 elecciones locales, lo que está en juego, políticamente hablando, son los contrapesos verticales de los gobiernos locales frente a la Federación, por una parte, y la capacidad de Morena de construir una base electoral y clientelar para las próximas décadas, por la otra.
De las 30 entidades con elecciones locales, en 15 se elegirá gobernador. Hasta hace dos meses el marcador lucía 14-1: eso es, Morena parecía el favorito para llevarse la gubernatura en todas las entidades, salvo Querétaro, donde el PAN siempre "ha llevado ventaja". Hoy el marcador se ha balanceado. Morena es favorito en 7 entidades, pero sus pleitos internos y una coalición opositora amplia en 12 de los estados en contienda podrían incluso darle más triunfos a el PRI y al PAN.
Se han conformado dos grandes bloques para la elección de junio, por un lado; y el PRI-PAN-PRD, por el otro.
Cada uno debe explicaciones a la sociedad.
Morena, por ejemplo, sobre su nuevo amor con el Partido Verde, aquel de oportunistas al que ayer tanto criticaban por ser aliado del "PRIAM". También su postura al escoger candidatos violadores, repulsivos y ofensivos para segmentos de la sociedad cómo Félix Salgado Macedonio en Guerrero. Y porque ha habido tanta opacidad en el mecanismo de encuestas qué usado Morena, para, supuestamente, que "el pueblo elija a sus candidatos".
La oposición debe explicar cómo coexisten hoy antiguos adversarios: cómo el agua y el aceite pueden generar gobiernos vurtuosos en lugar de bombas de decepción. Asimismo, por qué las coaliciones del pasado, sobre todo aquellas de 2010 para gobernar entre PAN y PRD, dejaron gobiernos incompetentes y también corruptos en muchas entidades.
La pregunta es la magnitud que pagará Morena en esta ocasión. Y la capacidad de la oposición, tundida en 2018 para levantarse y caminar.
En otro tema dándole vuelta a la página, la iniciativa de AMLO que envió al Congreso de la Unión para casi desaparecer la Reforma Energética lograda por consenso en el pasado sexenio, es un atentado contra nuestra economía doméstica, la economía nacional y el cumplimiento de los tratados internacionales. Desaparecer energías limpias es retroceder, atentar contra el futuro del país.
Y le corre la prisa con iniciativa preferente que tiene prioridad y debe ser aprobada de inmediato.
¿Qué es más importante? Que el país cuente con energías limpias y más baratas, o que se salve la CFE con mal servicio y tarifas caras. Pasará lo mismo con las gasolinas, no podrá cumplir promesas. Si la competencia recompone a la CFE, pero permite el país contar con mejores servicios, suficiente energía y sin contaminar, cuál es el caso de ensañarnos contra los privados.
La apuesta es ruinosa.
Es un prejuicio ideológico que va contra el interés nacional y los compromisos internacionales. Lo que sostiene AMLO es una falacia. CFE no es estratégica para México y su administración no es transparente. Prohibir el autoabastecimiento atenta contra la competitividad de la industria. Además, CFE controla actualmente toda la distribución nacional y compra a privados con sus precios y en subastas.
El congreso además puede aprobar la Ley con mayoría simple, o sea, estamos fritos por la descarga. Ya los partidos de oposición advirtieron de posibles controversias con Joe Biden con Canadá.
El PAN la considera una "ocurrencia", improvisación frente a los problemas reales de la economía. El PRI alertó de mayores tarifas y subsidios a la industria. Advirtió la ley violaría el T-MEC, los tratados con la Unión Europea y el TPP o transpacífico.
El PRD expresó que AMLO busca crear de nuevo un monopolio estatal que perjudica al país, a las familias, a las futuras generaciones y a los tratados internacionales.
Expertos coinciden con esta violación y Cámaras empresariales como Canacintra expresó se generarían disputas a nivel nacional e internacional. Es decir, muchos buscarán ampararse contra la Ley se prevé recurso de inconstitucionalidad ante la SCJN.
Todas aseguran que las tarifas aumentarán y qué habrá más subsidios a una empresa ruinosa, como es el caso de Pemex refinación.
Modificar la Reforma Energética tiene connotaciones de mayor envergadura. Es faltar de nuevo a compromisos internacionales con una Ley amañada que busca permanecer pese a controversias. El resultado es el mismo.
México no honra sus compromisos, no es un socio confiable. Aunque las cadenas de suministros y de producción son más fuertes que cualquier controversia y allí radican los beneficios de tratados internacionales, que seguirán su curso, ello no significa triunfo alguno.
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