Sergio González Levet
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¿Por qué no mejor hacer política de otra manera? De un modo más terso, más justo, menos gravoso.
Dice Isaac Asimov en uno de sus afamados libros que el último recurso de los inteligentes es la violencia. Y lo dice porque es la respuesta más costosa, y no solamente en términos monetarios, sino en paz, en tranquilidad, en avance social.
Es famosa la sentencia del historiador y militar prusiano Karl von Clausewitz (1792-1831): “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. La frase pareciera tener un matiz de cinismo, pero sin embargo implica que hay formas primarias de resolver los conflictos, de vivir la vida pública.
No como el niño yuntero del poeta español Miguel Hernández, que “empieza a sentir y siente la vida como una guerra”, el político moderno, el funcionario con responsabilidades en este México convulsionado del momento actual, debe tender hacia la cordura, hacia la concordia, hacia la concordancia.
[La triple enumeración de palabras que empiezan con la letra “c”, me trae el recuerdo de que el gobernador Miguel Alemán Velasco utilizaba mucho la frase de que la política es una ciencia de conciencia, concupiscencia y circunstancia… ¿o constancia, cadencia y concordancia?… Bueno, algo así].
La cuestión es que en el arte de gobernar (o en la artesanía de administrar) la mejor alternativa como medio de respuesta a los conflictos o a los desencuentros, es buscar la solución que sea menos onerosa, más conciliadora.
En la forma de actuar del Gobierno de Veracruz y de Cuitláhuac García como mandatario estatal se ha notado mucho en estos tres años y casi siete meses que su política pública ha sido responder con la confrontación, con el enfrentamiento. Y así, ha abierto muchos flancos de guerra en contra de empresarios, de periodistas, de familiares de desaparecidos, de partidos opositores, de partidos aliados incluso, de académicos, de líderes sociales, de feministas, de… la lista es larga y no se detiene hasta llenar prácticamente todos los sectores de la sociedad; de una sociedad que se siente ignorada, invisibilizada, menospreciada.
La ira frenética que define el carácter del Secretario de Gobierno, Eric Cisneros -no es un secreto para nadie- ha sido el detonante que ha nimbado la actuación del Gobierno de Cuitláhuac García como el modo de interlocución -si podemos llamarle así- con el pueblo gobernado y con los protagonistas del hecho político, incluidos en ellos personajes de alto calibre de la política nacional, como Ricardo Monreal, Dante Delgado, Rosario Piedra Ibarra, Sergio Gutiérrez Luna.
Se sabe que una corriente dentro del grupo del Gobernador intenta modificar ese rumbo que tantos conflictos innecesarios ha traído. Tratan de convencer a Cuitláhuac de que la confrontación es el último recurso que emplean los inteligentes, y sólo una vez que se han agotado todas las otras instancias posibles.
Es mejor un mal arreglo que un buen pleito, le aconsejan, apabullados por tantos enfrentamientos que sólo hacen tambalear el camino del buen gobierno.
Y en eso están.
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