Samuel Aguirre Ochoa
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El día de hoy quiero referirme a un artículo publicado en dos partes por el doctor en ciencias Abel Pérez Zamorano hace 8 y 15 días respectivamente, titulado “Gasto social para un nuevo modelo económico”, en el que ilustra que hoy en día “El gasto social es menor y se usa para comprar votos y conciencias” y que “Debe elevarse, sin manipulación electoral ni chantajes, respetando los derechos políticos y la dignidad de las personas; aumentarlo mínimamente en 12.5%, para alcanzar la media de la OCDE, y dirigirlo preferentemente a los más pobres, pasando del 30% actual del total de los hogares mexicanos, beneficiarios de los programas, mínimamente al 50%, pero cubriendo a todos los hogares pobres. Elevar el gasto público total (29.1% del PIB) al promedio OCDE (48.3%). Como manda la Constitución, debe garantizarse el derecho de todos a una educación gratuita y de calidad, mediante apoyos directos a estudiantes pobres (albergues, becas, servicio médico, etc.) y el debido equipamiento de todas las escuelas. Promover una enérgica política de vivienda popular; recuperar los programas suprimidos: guarderías para hijos de madres trabajadoras, escuelas de tiempo completo, el Fonden, para damnificados por desastres, etc.; garantizar servicio médico a todos, no solo a los excluidos por el Insabi. Dotar a los hospitales populares con medicinas, camas, equipo y personal suficientes. Mas no olvidemos: la solución de raíz es una efectiva política productiva que fomente la generación de riqueza y la distribuya; que genere empleos permanentes, bien remunerados, que permitan a todos vivir con dignidad, sin depender de una limosna que los somete al chantaje de gobernantes que, por lo demás, nada ‘regalan’ de su bolsillo: lo toman del erario, que entre todos sostenemos”.
Para llegar a esta conclusión desenmascara los planteamientos del gobierno de la cuarta transformación: demuestra con datos de diversos organismos oficiales que es falso que este gobierno aplique un gran gasto público en los pobres; desenmascara la maniobra de López Obrador al llamarle a todas sus instituciones y programas con el nombre de “Bienestar”, en alusión a la política burguesa instrumentada por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt para calmar los ánimos de las clases trabajadoras que simpatizaban con el socialismo naciente en la Unión Soviética y Europa de Este; cómo los programas de transferencia monetaria directa han beneficiado mucho más a las clases ricas que a los sectores pobres de México y que dichos programas no combaten realmente la pobreza, pues según el Coneval en un periodo de gobierno de 2 años de la 4T, el número de pobres creció en 3.8 millones de mexicanos y el ingreso promedio de los pobres cayó en 10.7%.
También demuestra con datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, que el porcentaje de su PIB que México destina al gasto público está muy por debajo de lo que destinan otras naciones con una economía más pequeña y que estamos muy lejos de alcanzar la media que recomienda la OCDE de la que nuestro país es integrante.
Que el México de la 4T es neoliberal entre los neoliberales y que, por tanto, el gobierno está directamente al servicio de los grandes corporativos, nacionales y extranjeros, para proteger sus intereses, legislando a su favor, y favoreciéndoles en todo lo necesario para incrementar sin recato alguno la plusvalía extraída y se adoptó como ideal macroeconómico el recorte al gasto en la población. Se ha puesto un castigo al gasto público, ocupando el lugar 83 en gasto social a pesar de que México ocupa el sitio 15 mundial en PIB.
El gasto público per cápita en México ha venido a la baja, situación que está afectando a los mexicanos más pobres, pues se han puesto en práctica una serie de recortes en el Presupuesto de Egresos de la Federación en el gasto del sector salud, en el de vivienda, en el de infraestructura educativa, en el programa de cultura física y no hay dinero para atención y servicios para pueblos y colonias. Se ha conculcado el derecho de organización, de gestión y de libre manifestación, amarrándole los brazos y las piernas a los sectores humildes que no cuentan con los servicios básicos en sus hogares para que no gestionen lo que por derecho les corresponde.
El doctor Abel Pérez evidencia con nitidez las mentiras con las que el actual gobierno está manipulando a un buen sector de la población mexicana, inflando las cifras de los beneficiarios de sus programas, que aún no alcanzan a discernir lo erróneo y lo falso de las políticas de carácter económico y social aplicadas por el actual gobierno. Por ejemplo, el presidente afirma que 9 de cada 10 pobres son beneficiarios de los programas sociales del gobierno federal, pero para el 2021, apenas 35% de los más pobres recibía recursos de algún programa social, en cambio, en el programa de apoyos para adultos mayores, el incremento en transferencias para el decil más rico fue de 457% entre 2018 y 2020. Una diferencia abismal en favor de los adultos ricos y en detrimento de los más pobres.
A esto hay que sumar que existen millones de mexicanos pobres que no reciben ninguno de los actuales programas del gobierno de la 4T, una cantidad impresionante de personas a quienes las crisis le está pegando duro, hecho que tarde que temprano los llevará a tomar conciencia de las incongruencias del actual gobierno y manifestarán su descontento ubicando lo que en realidad son los morenistas y no dejándolos llegar a los puestos de gobierno.